Neil Lee: “Hi ha una tendència a Europa a ser derrotista quant a la innovació”
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Como una especie de Quijote de los fogones y, también, con algo de intrépido marino. Así luce el chef español José Andrés en la portada de la revista 'Time' de abril, un especial llamado “Separados pero no solos” que se centra en los esfuerzos de diferentes figuras por encontrar un “propósito común” para hacer frente a la “amenaza compartida” del COVID-19: en el caso del popular cocinero, a través de su proyecto humanitario World Central Kitchen, que tiene como objetivo alimentar a la gente en tiempo de crisis.
Esta iniciativa del chef se parece a las que se han puesto en marcha también en Madrid y en otras ciudades. En la capital de España la chef Cristina Oria se ha pasado a la comida de batalla para proveer al hospital de Ifema, mientras que la iniciativa Food4Heroes ha generado una alianza entre competidores como Telepizza, Grosso Napoletano, Manolo Bakes o Mallorquina para llevar comida al personal sanitario de los hospitales.
En el caso de la revista 'Time', la publicación ha seguido a principios de este mes al chef en su viaje hacia Oakland (California) para suministrar comidas a los pasajeros del crucero en cuarentena Grand Princess.
“Esto es como una película, tío. A lo mejor estamos sobrerreaccionando, pero está bien sobrerreaccionar en este caso”, dijo durante el vuelo Andrés, quien también ha cargado contra el presidente Donald Trump por estar “más preocupado porque Wall Street se hunda que por el virus en sí”.
La fundación World Central Kitchen, que creó en 2010 y ha realizado misiones de ayuda en 13 países, repartido 15 millones de comidas y reunido a unos 45 000 voluntarios, se ha convertido en el servicio de emergencia “más prominente del mundo” y ha “entendido que en lugar de basarse en comida empaquetada enviada desde el exterior” se puede recurrir a “las cadenas de suministro y cocineros locales para preparar platos calientes”, explica la revista.
Precisamente, según ha explicado el chef a la agencia EFE en su misión al crucero Grand Princess, “es importante que los alimentos sean cocinados desde fuera del barco” para evitar nuevos contagios desde las cocinas del crucero en cuarentena, una forma de asegurar el control sanitario y salir del bucle de las infecciones. “Jamás hemos tenido ni un caso de cólera; seguimos protocolos muy rigurosos”.
Desde que comenzó la crisis del COVID-19, destaca 'Time', la fundación del chef ha suministrado comida a otro barco con pasajeros infectados, el Diamond Princess (Yokohama, Japón), y ha convertido cinco de sus restaurantes en Washington DC en comedores comunitarios, además de hacer lo mismo con otro en Nueva York y distribuir comidas recién hechas a través de 160 puntos situados en las principales ciudades de Estados Unidos, donde reside desde hace tres décadas.
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