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Sobre este blog

No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.

Las noticias sobre retrones no deberían hablar de enfermitos y de rampas, sino de la miseria y la reclusión. Nuria del Saz y Mariano Cuesta, dos retrones con suerte, intentaremos decir las cosas como son, con humor y vigilando los tabúes. Si quieres escribirnos: retronesyhombres@gmail.com

Las rampas tobogán y una serie de catastróficas desdichas

No sin mi rampa. Imagen de Óscar Jiménez

Anita Botwin

Yo aún puedo andar. Y Virgencita que me quede como estoy. Pero al trabajar y estudiar el campo de la diversidad funcional y ser una persona con discapacidad me ha hecho abrir los ojos y ver bordillos donde debería haber rampas, ver escaleras donde debería haber ascensores o ver WC transformados en trastero donde debería haber WC adaptados.

Mucho se ha hablado de barreras arquitectónicas en este blog y en otros espacios, pero nunca es suficiente para cambiar la realidad, según parece. Y es que si miramos a nuestro alrededor, vivamos donde vivamos, estamos rodeados de muros y barreras que nos impiden vivir con dignidad.

Óscar Jímenez es de Vilafranca del Penedès, en Barcelona. Este intrépido catalán recorrió en silla de ruedas los cerca de 700 kilómetros del Camino de Santiago desde Roncesvalles a la capital gallega. Sin embargo, ahora se enfrenta a un nuevo reto: las barreras arquitectónicas de su localidad. Desde su perfil de twitter denuncia las dificultades con las que se encuentra cada día. Ya no es sólo que las aceras no tengan rampas, si no el estado del asfalto, que destroza piezas de su silla, como los ruedines y el descuadre del chasis. Además, ya no sólo se trata de una cuestión de retrones, sino de madres y padres con carritos de bebés o carros de la compra que también se las ven con estos “palos en las ruedas”.

“No es que vaya en aumento las barreras arquitectónicas”, asegura Óscar, “si no que hay mucha falta de información, empatía y sensibilidad”. Este luchador sobre ruedas desde 2012, busca mejorar la accesibilidad para él y para el resto. Entre los numerosos tuits en los que denuncia cada irregularidad con la que se encuentra, rellena instancias también en modo físico para mejorar instalaciones y se reúne con miembros de edificios para mejorar su accesibilidad.

“Es cierto que hay edificios patrimonio que no se pueden tocar las fachadas, pero hay muchas soluciones. Rampas telescópicas, plegables, por ejemplo”, señala Óscar. En algunos casos, las autoridades o a quien le corresponda deciden poner rampas, que más bien podían ser toboganes para lanzarse cual parque de atracciones. Se trata de edificios que cumplen con la ley pero no son accesibles, como señaló Raúl Gay en este artículo.

Bromas aparte, las barreras se encuentran a cada paso que damos y animo a toda la ciudadanía a señalarlas y denunciarlas. En Renfe, por ejemplo, en más de una ocasión varios usuarios han mostrado sus quejas por la falta de accesibilidad. En este vídeo puede verse como Óscar tuvo dificultades para acceder a este transporte y aquí denunció la incapacidad de la empresa para facilitar la accesibilidad.

En Reino Unido, otro activista llamado Doug Paulley ha ganado ya 40 casos de discriminación por discapacidad durante la pasada década. El británico denunció barreras de accesibilidad en pubs, supermercados o teatros, entre otros establecimientos. Su objetivo principal no son las indemnizaciones económicas, sino combatir la injusticia que sufren las personas con discapacidad. Según señala ‘The Guardian’ además dona el dinero dinero que consigue de las indemnizaciones a grupos de activistas para diversas causas.

Es curioso que sea un problema al que no se le preste toda la atención que requiere, dado que somos un país con una población envejecida en el que muchos son los que tienen algún tipo de discapacidad o la tendrán en el futuro. Asumamos que, ya que es un país para viejos, hagámoslo accesible y amable al menos. Animo a que cada uno de nosotros seamos subversivos y marquemos todas las irregularidades con las que nos topemos, como hace con valentía Óscar Jimenez, Doug Paulley, el Foro de Vida Independiente y otros tantos que me dejo en el tintero.

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No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.

Las noticias sobre retrones no deberían hablar de enfermitos y de rampas, sino de la miseria y la reclusión. Nuria del Saz y Mariano Cuesta, dos retrones con suerte, intentaremos decir las cosas como son, con humor y vigilando los tabúes. Si quieres escribirnos: retronesyhombres@gmail.com

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