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Lastrucci, el imaginero que rebusca el alma a “dioses paganos” como El Pali y Elvis Presley

Jesús Méndez Lastrucci, en su taller

Juan Miguel Baquero

Sevilla —

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Al frente un cristo desmembrado ladea ante el desnudo femenino que explota estantería abajo. En un rincón, como un destello, resiste un cómic de Mazinger Z. Por la derecha revive Pablo, un mendigo sin piernas que trajinó durante años el centro de Sevilla y luce unas gafas de motero. A la zurda rompe el busto de una joven negra. El taller de Lastrucci es un episodio sensorial donde el misticismo del arte sacro se rebuja con siglos de tradición, de barro, y una retahíla de “dioses paganos” como El Pali o Elvis Presley.

“En EEUU, sobre todo en el sur, lo de Elvis es una religión, una peregrinación de miles de personas”. Jesús Méndez Lastrucci (Sevilla, 1971) traza el paralelismo. El imaginero hispalense encarna un antiguo oficio que cincela la Semana Santa y asume encargos civiles, mundanos. Caso de un monográfico de doce obras del Rey del Rock que el escultor inaugura en el año 2027 –50 aniversario de su muerte– tras una década de trabajo.

“Elvis es otro nivel”, dice. Pero: “El Pali es mucho Pali”. Apunta al cantaor, otro icono popular, autor de sevillanas y frases míticas como “menos misiles y más pavías de bacalao”. Un par de “dioses paganos” a los que rebusca “el alma” en su estudio. “También he hecho a Pablo Picasso, a Rafael Alberti, o ahora uno a Pascual González y tengo que hacer el busto de María Callas para Grecia, por su centenario”, detalla.

“Otra cosa que me saca de los parámetros estos”, señala sobre retratos que cohabitan con su obra religiosa. Porque también busca “referentes humanos” para la imaginería, ya sean vírgenes o un cristo, “que es una interpretación porque nadie lo ha visto”. Naturalismo aplicado al arte sacro de esencia barroca. Y barro en las manos del continuador de una saga, los Castillo Lastrucci, que graba un par de sablazos: en Sevilla “sobra gente en Semana Santa” y la polémica por el cartel del “cristo homoerótico” –que incluso replicó The Times– representa la “mecha corta” local.

La “peregrinación” de Memphis

El sevillano barrio de El Arenal expone el monumento a Francisco de Asís Palacios Ortega, alias El Pali (Sevilla, 1928 - Sevilla, 1988). Como Memphis recogerá la docena de estatuas sevillanas de Elvis Aaron Presley (Tupelo, Misisipi, 1935 - Memphis, Tennessee, 1977). “Yo soy escultor imaginero y estoy abierto a muchas tendencias, ahí –señala– hay un desnudo que es para Sevilla. Lo que yo disfruté con El Pali... y el de Elvis es un proyecto muy bonito”, cuenta.

Ahí anda fabricando imágenes para la “peregrinación” de Memphis. Estatuas sureñas para alimentar la “religión” del Rey del Rock por un puro casual. “Fui a recoger a unos clientes al aeropuerto y tenía puesto a Elvis en la radio del coche”, según Jesús Méndez. Y de ahí la charla y una revelación: “Me dijeron que unos amigos buscaban a alguien para hacer un monográfico”.

“Allí las imágenes no les gustan con sangre pero Elvis es un icono musical”, precisa. Luego está El Pali, el contrapunto, un tipo orondo sentado con la silla del revés y el brazo al respaldo. “Un hombre de otra época, irrepetible y que ya no existe, como la Sevilla de El Pali que tampoco existe”. Con los dos el mismo reto, asegura, “aislarse del mito y hacer el hombre”.

Homosexualidad y Semana Santa

Una ciudad diferente, alude, pero a la que a ratos le saltan las costuras. Como en el “revuelo” del cartel cofrade 2024. “El sevillano es así, salta. Tiene la mecha muy corta. Porque homosexuales hay en todos los ámbitos de la vida y en la Semana Santa también. La homosexualidad está integrada en las hermandades. Y ahí están, que gracias a su sensibilidad visten a vírgenes de lujo. Es un ataque barato que no conduce a nada”, entiende Lastrucci.

“La Semana Santa también es moderna pero no en la esencia de los artistas que hacemos arte sacro, que está anclado en el Barroco”, amplía. Y una costumbre “que va en los genes”, sostiene. “Un veneno que te entra en vena, que el que lo prueba ya es para siempre”. Una herencia. “La Semana Santa me recuerda a mi niñez. Es pura tradición y arte. Aparte lo que significa, que no la concebiría igual si no fuera cristiano, Sevilla y muchas partes de Andalucía son estos días un museo en la calle”, según Méndez Lastrucci.

Una expresión popular y religiosa que inunda la ciudad. ¿Demasiado? “Sobra gente. Está masificado. Cuando era adolescente veía todos los pasos, ahora no tienes cojones. Hoy día no puedes andar. A mí me afectan las bullas. Y eso entorpece, porque la Semana Santa es nuestra”, lamenta. “Se está proyectando una ciudad al turismo y al final hasta el Centro Histórico pierde su esencia”.

Es la peregrinación masiva del viajero, el frenesí sin coto a los “pisos turísticos”, la globalización total. “Hoy con Internet se llega a todos lados, tengo amigos con encargos en Filipinas o yo mismo tengo una virgen en Honduras y una réplica del Cristo Negro de Esquipulas, en Guatemala, que me encargó un cura de Miami”, sostiene. Aunque, ojo, “cuando vivía el imaginero barroco Juan de Mesa (Córdoba, 1583 - Sevilla, 1627) llevaban cristos a América”.

El tiempo también mantiene “la forma” de ejecutar un arte capaz de sacar una cara “de una pella, de una masa rectangular de barro”. Un oficio que estira la saga de Antonio Castillo Lastrucci (Sevilla, 1882 - Sevilla, 1967). “Estudié en el taller de sus herederos. Mi maestro fue alumno de mi bisabuelo, era su hijo Manuel, nunca se perdió el lazo. Me he criado desde chico con montones de modelos de mi bisabuelo. Para mí aquello era entrar en el paraíso”, culmina.

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