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El 13 por ciento de las personas que fallecen por eutanasia son donantes de órganos

Ana pudo donar sus órganos tras su eutanasia: "Fue un bálsamo en medio de tanto dolor"
San Lorenzo de El Escorial —
14 de noviembre de 2025 21:44 h

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San Lorenzo de El Escorial (Madrid), 14 nov (EFE).- Con la llegada de la ley del derecho a morir dignamente en 2021, la Organización Nacional de Trasplantes (ONT) puso en marcha la donación de órganos tras la eutanasia, algo que por ahora solo han conseguido hacer el 13 por ciento de los fallecidos.

“Enorme el porcentaje no es”, y es que muchos no pueden donar “por contraindicaciones médicas” derivadas sobre todo de patologías oncológicas, ha explicado la directora general del organismo, Beatriz Domínguez-Gil, durante el XX Encuentro de Profesionales de la Comunicación y Coordinadores de Trasplantes.

Según el Ministerio de Sanidad, desde que entró en vigor la ley en junio de 2021 y hasta el cierre de 2023, 1.515 personas han solicitado la eutanasia, que ha sido concedida a un total de 697.

La ONT tiene más actualizados sus cálculos, hasta el 31 de diciembre de 2024; en este tiempo, 154 personas han dado sus órganos tras fallecer por eutanasia, con lo que facilitaron que otras 442 recibieran un trasplante.

Domínguez-Gil ha dejado bien claro que, desde que instauró la donación tras la eutanasia, no es la ONT la que la busca, de hecho rechazó que se hiciera referencia alguna en la ley. “Son los propios pacientes los que vienen a solicitarla”, ha subrayado.

Garantizar un doble deseo

La donación tras eutanasia está incluida en la estrategia de donación y trasplante 2026-2030, que la ONT prevé publicar en breve y en la que traza las líneas estratégicas de actuación ante los desafíos que pueden complicar la actividad en la que España es líder mundial desde hace más de tres décadas.

Uno de ellos es la reducción potencial de donantes, derivada del envejecimiento de la población, el incremento de las comorbilidades o de la bajada de las muertes encefálicas, fuente primoridal de los trasplantes.

En este sentido, y entre las estrategias de la ONT para aumentar el número de donantes, las que deriven de una eutanasia “van a aumentar la disponibilidad de órganos”, si bien con esta fórmula se trata ante todo de garantizar que quienes deseen dar sus órganos, puedan ver cumplido su doble deseo “porque así lo han decidido y así se lo permite la legislación”.

El protocolo de la ONT para estos casos planea sobre ocho ejes: la independencia absoluta en el proceso de toma de decisiones; la información sobre la posibilidad de donar a discreción del equipo asistencial; la información granular sobre el proceso de donación por el coordinador de trasplantes y la firma de un consentimiento tras la aprobación por parte del Comité de Garantías.

También establece la posibilidad de cambio de opinión en cualquier momento; la organización personalizada de cada proceso; la minimización del disconfort y la necesidad de que la eutanasia tenga lugar en el hospital, aunque con la posibilidad de iniciarla en domicilio.

Cambio de paradigma

Esta práctica ha puesto además a los propios profesionales del trasplante ante situaciones inéditas a las que se han tenido que adaptar, como el momento de la entrevista.

Porque en este caso con quien se habla no es con los familiares, sino con el propio paciente, una entrevista en la que “no tienes que convencer a nadie, porque es una persona que tiene muy claro lo que quiere”, apunta Ana Tur, coordinadora de trasplantes del Hospital La Fe de Valencia.

Sin embargo, afecta más que las otras: “vas a su casa, por ejemplo, y ves cómo vive, y que a lo mejor tiene 24 años y lo limitado que está, lo que es su vida. Y te cuenta su familia, su día a día, en cómo le tienen que dar de comer”, relata.

Estos pacientes, además, suelen “disparar a bocajarro” cuestiones que otras veces se tratan de evitar, “preguntas directas sobre su muerte, tipo '¿qué voy a sentir? ¿Y esto cómo le vas a hacer?”.

Pero sobre todo, impacta por el vínculo que se crea, ya que acompañan a estas personas durante todo el proceso, a diferencia de otros donantes. “Emocionalmente te acaba tocando, porque llega el día de la despedida, y te quiere a su lado porque eres como su garantía de que todo va a salir bien”, relata.

La doctora hace hincapié en la importancia de que el profesional esté tranquilo, que “sepa que está amparado legalmente”. “Al principio la gente no estaba cómoda, yo lo notaba, y eso se transmite”, afirma.

Hoy, se atreve a decir que ha “cambiado totalmente el paradigma. Ahora hay voluntarios para estar ahí, y ves a los compañeros sonrientes, que se acercan con naturalidad a preguntarle por ejemplo qué música va a querer escuchar, pero sabiendo que nadie los está juzgando”.

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