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Cuándo llamar a la policía, qué sprays son legales y otros consejos de autodefensa para mujeres contra el acoso en las calles

"Nos queremos vivas", una pancarta del 25N en Madrid. foto: David Conde

Belén Remacha

Los crímenes machistas de Diana Quer y Laura Luelmo y la violación de 'la manada' han reactivado en nuestro país este año el debate sobre la seguridad y el miedo de la mujeres en la calle. España es un país seguro si se atiende a las cifras de criminalidad pero la mayoría de mujeres pueden contar agresiones cotidianas que han sufrido a lo largo de sus vidas. En Madrid, en un proyecto de Plan International, adolescentes y jóvenes indicaron 800 lugares donde habían sufrido acoso verbal o físico.

Como recuerda la abogada feminista Laia Serra, los consejos siempre han de plantearse enmarcándolos en que “los agresores son ellos. Jamás puedes aconsejar no ir a un sitio, no beber. Si lo haces y resulta que te violan, te culpabilizan”. Teniendo en cuenta ese aspecto, la tendencia es a reivindicar el “empoderamiento” de las mujeres en la vía pública. Hablamos con Serra, con colectivos feministas y con policías para conocer cuáles son las estrategias prácticas para ponerlo en marcha.

Invertir el rol

En los últimos meses, han proliferado en varias ciudades colectivos de autodefensa feminista. Aunque hay tutoriales en internet con consejos básicos, estos grupos suelen tener bastante cuidado de no revelar ciertos trucos. Además de llaves contra agresiones, estas técnicas suelen fomentar el control del propio cuerpo y la autoconfianza. “La posición de la espalda, los brazos, no pegados al cuerpo, separados para poder establecer el espacio vital e imponer los limites. La forma de mirar, sin miedo pero sin prepotencia. No bajar la mirada”, recomienda por ejemplo el Curso de Autodefensa Feminista elaborado por el Ayuntamiento de Vitoria Gasteiz.

La autodefensa feminista consiste en “invertir el rol que el sistema nos ha asignado en situaciones en las que deberíamos representar el papel de víctimas”, describen en el manifiesto de Mujeres Autónomas. Más institucional, la aplicación móvil de atención a víctimas de violencia de género del Gobierno da consejos aplicables al acoso callejero: gritar y pedir auxilio siempre, proteger las partes del cuerpo más vulnerables –cabeza, pecho, cara y vientre– con brazos y piernas, llevar siempre a mano –o simulando utilizarlo– el móvil con números de emergencia personales y oficiales guardados, prestar atención a si alguien te vigila en tus trayectos rutinarios u observar las inmediaciones al meterte en un coche.

Qué puede utilizarse

Cuando se habla de instrumentos de defensa, a menudo se considera que los sprays, los más populares, están prohibidos. Pero no todos. Están permitidos los homologados por el Ministerio de Sanidad y Consumo por una orden del 3 de octubre de 1994 como excepción al Reglamento de Armas. Ésta establece como legales los que se venden en armerías, con esa aprobación ministerial y, eso sí, limitado su uso a mayores de edad. Aunque ahora se pueden adquirir por Internet, esa ley prohibía su venta a distancia.

Distinto es llevar encima y por tanto utilizar cualquier tipo de arma punzante. Es decir, cualquier tipo de puñal. Es el caso de los conocidos como gatos o puños de defensa que se venden como llaveros. Desde las áreas legales de algunos colectivos feministas recomiendan no llevarlos porque suponen una ilegalidad. Pero desde otras se antepone que son elementos que aportan seguridad, aún asumiendo el riesgo de caer en una ilegalidad. Advirtió sobre ellos hace poco en esos términos desde Twitter la Guardia Civil.

Todos los tipos de puñales, también los pequeños, se prohíben por ser “bastones-estoque, los puñales de cualquier clase y las navajas llamadas automáticas”. “Se considerarán puñales a estos efectos las armas blancas de hoja menor de 11 centímetros, de dos filos y puntiaguda”, se añade en la página oficial de la Guardia Civil.

Qué es legítima defensa

Hay una figura jurídica que en teoría protege a la víctima si usa violencia contra el agresor: la legítima defensa. “El que obre en defensa de la persona o derechos propios o ajenos”, dice el artículo 20.4 del Código Penal. Contempla una serie de requisitos para que sea aceptada: ha de haber una agresión ilegítima previa, la respuesta ha de ser proporcional –de ahí que no puedan usarse armas– y la agresión inicial tiene que no haberse concluido.

Laia Serra cita un artículo de la criminalista Elena Larrauri sobre legítima defensa y violencia de género para ser algo crítica con la aplicación que a veces se le hace desde la justicia: esos requisitos implican que, si te defiendes antes de que te agredan, te puedas exponer a la justicia. Aunque en todo caso sea lo que recomiendan colectivos de autodefensa. Desde fuentes de la Unidad de Familia y Violencia contra la Mujer creen que s´´i se aplica adecuadamente. Aunque, en todo caso, se pde que se conozca que esos son los requisitos.

Cuándo llamar a la policía

Hagan más o menos caso y sean más o menos rápidos, siempre es una opción llamar a la policía ante una situación de riesgo. Así se recomienda, incluso, aunque no haya habido una agresión física y se haya quedado en una intimidación verbal: puede ayudar a que se lleve a cabo un informe sobre horas del día y lugares, a identificar a alguien o a disuadir. Con esa información, la policía puede establecer lo que llaman “puntos negros”: lugares de una ciudad donde hay reincidencia o con una percepción de las mujeres como especialmente peligrosos.

“Es necesario saberlo. A lo mejor llegas, le detienes, y no sabes que ha tenido diez episodios iguales y no nos hemos enterado”, comenta. Además, si se detecta cierta reincidencia o patrón pueden activarse protocolos: “Nunca está de más avisar”.

Laia Serra, abogada feminista, es algo crítica con esto. Hay dos problemas para ella: por un lado, el Código Penal no está adaptado al día a día y no recoge bien todos los tipos de acoso o intimidación; por otro, “hay que tener en cuenta la economía energética. Quién está dispuesta a meterse en una vía civil. No nos dedicamos a ir denunciando por la vida y ahí entraría en juego el debate de estrategias feministas”.

Esas podrían ser la autoorganización. Algunas víctimas de distintos tipos de acoso, en ocasiones, se intentan agrupar para realizar lo que puede llamarse “denuncia colectiva”, “que es la única manera en que no la acaban archivando, si somos muchas”, cuenta una activista a la que le sucedió. También se han desarrollado algunas aplicaciones para avisar manualmente de “puntos negros”, aunque se suele limitar a las grandes ciudades.

Qué es delito

El Código Penal distingue entre los delitos de abuso y agresión sexual. Alguien que te toca por la calle sin previo aviso cometería un abuso. El exhibicionismo no es un delito sexual: solo si se lleva a cabo ante menores tiene penas de prisión de 6 meses a 1 año o multa de 12 a 24 meses. Igualmente, se puede notificar, aclaran fuentes policiales: “Lo vamos a identificar y a tener en cuenta. Si un hombre hace eso, hay peligro de que otro día haga otra cosa”.

La agresión verbal no es un delito del Código Penal. Recoge como algo relacionado coacciones, pero no contempla el condicionante de género, aunque Serra recuerda ordenanzas como la de Barcelona, que sí habla de comportamientos sexistas. En la Ley Mordaza está integrada como falta leve “hacer o incitar a actos que atenten contra la libertad e indemnidad sexual, o ejecutar actos de exhibición obscena”, y los delitos de odio sí mencionan razones de sexo. También, llegada la gravedad, lo verbal se podría englobar como delito contra la integridad moral o injurias.

Ante un caso de acoso sin resolver y sin sentencia, es recomendable legalmente no publicar en redes la identidad del denunciado. Si solo se sospecha de alguien es complicado. “No puedes denunciar ni la policía puede vigilar a alguien porque te mire raro, comentan las mismas fuentes, ”aunque habría que ver cuántas veces te lo ha hecho, si es siempre o a la misma hora, establecer un patrón“. Lo que recomiendan feministas y policía aunque empleen diferentes términos ante esos casos y aunque no haya fórmulas infalibles: autoorganización, o avisar a alguien de confianza.

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