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ENTREVISTA | Jugadoras de la Selección Española de Baloncesto

Laia Palau y Anna Cruz: “A ninguna nos da para vivir con todo solucionado como les ocurre a los chicos de élite”

Laia Palau y Anna Cruz, en su preparación para el Eurobasket 2019

Laura García Higueras

El Mundial femenino de fútbol ha puesto la guinda a un año en el que las futbolistas españolas han tenido un mayor espacio para reivindicar su trabajo y, como declaró la lateral de la selección Marta Corredera “estar provocando un cambio generacional en la sociedad”. Ahora bien, ¿son las únicas deportistas que están compitiendo y no están teniendo cobertura y respaldo acorde a su nivel? Tres días después de que las de balompié cayeran en octavos contra EE.UU, las del baloncesto arrancan este jueves una competición en la que defienden el título de vencedoras, el Eurobasket.

Se han colgado medalla en todos los campeonatos que han disputado desde 2013. Dos de oro, dos de plata y dos de bronce. Sin embargo, nunca piensan que van a ganar, algo que su capitana Laia Palau, considera como una de sus “grandes virtudes”. La selección femenina de baloncesto inicia su andadura en el Eurobasket de Letonia y Serbia en el que además de los metales se disputan seis plazas para participar en los próximos Juegos Olímpicos. En los últimos, se alzaron con la plata tras disputar su final contra Estados Unidos.

“Todas somos lo mismo y ojalá surgieran mil deportes a los que se les diera tanta repercusión”, celebra Anna Cruz, la segunda española tras Amaia Valdemoro en ganar el anillo de la WNBA en 2015. Sí, el mismo que Marc Gasol ha obtenido este año en la categoría masculina de la Liga estadounidense. “Pasé de tener muy poca visibilidad a ser el centro de atención. Eso sí, un día, no más”, reconoce.

Palau, que es la jugadora que más internacionalidades acumula con un total de 288, superando al líder del ranking masculino Juan Carlos Navarro con 253, critica que ellas han tenido que “hacer las mil y unas, ganarlo todo para salir”. Mientras que ellos, como apunta Cruz “es algo que de primeras ya tienen”.

Diecisiete años después del debut de la capitana, y con doce títulos a las espaldas, resalta a eldiario.es que desde entonces ha habido “un cambio de filosofía y mirada por parte de la Federación”. Y que ahora, “hay muchas cosas en las que creo que estamos al nivel de los chicos, en cuanto a estructura, trato y oportunidades”. No olvida aún así que vienen de una situación “muy precaria. Ahora las jóvenes tienen sus preparadores físicos, sus dietistas. Hay una profesionalización”.

“Todas tenemos muy claro que tendremos que trabajar”

Las carreras de los deportistas tienen fecha de caducidad temprana en comparación con la de la mayoría de las profesiones. Palau comparte que “por muy bien que nos hayamos ganado la vida algunas” -e incide en el 'algunas' porque concreta que “el círculo de la élite baloncesto femenino español es muy pequeño”-, a ninguna le da “para vivir con todo solucionado como les ocurre a la mayoría de los chicos de élite de nuestro rango. Yo estaría ya en una casa en las Maldivas”, bromea. Es por ello que considera que “todas tenemos muy claro que tendremos que trabajar” una vez terminen su carrera como jugadoras.

Cruz subraya la situación a la que se enfrentan muchas compañeras de su generación (1986): “Llegan a un punto en su vida al cumplir los 30 que se plantean si seguir jugando al baloncesto cobrando un sueldo un poco más elevado que el de un trabajador normal o empezar a trabajar de lo que han estudiado para que el día de mañana no se planten con 35 años y sin ningún bagaje en la vida laboral”.

Y es que, como evidencia Palau, en la Liga Día, la máxima competición de clubes femeninos en España, “habrá sueldos de 1.200 euros”. Una cifra que no supera el salario mínimo marcado por el III Convenio Colectivo de la ACB (máxima liga masculina) de 18.000 euros anuales (1.500 al mes) para los jóvenes de 19 años. Una cuantía que asciende a los 30.000 al año (2.500 al mes) para los de 20 y 21 años y alcanza los 60.000 al año (5.000 al mes) para los de 26 o más.

El próximo mes de septiembre, Palau cumplirá 40 años y, como reconoce, “no he hecho nada más en mi vida que jugar al baloncesto. Por mucha validez que tengamos para muchísimas cosas y un bagaje detrás, si voy a cualquier empresa presentaré un currículum vacío”.

“¿Por qué no vemos como derecho embarazarnos?”

Rudy Fernández, Felipe Reyes y Sergio Llull son tres ejemplos de jugadores de la Liga Endesa que han sido padres en los últimos años, y que en nada ha afectado a sus carreras deportivas. Distinta es la situación de las jugadoras que deciden ser madres. “Con nosotras no es compatible. Bueno, lo es, pero sabes que pierdes un año como mínimo”, lamenta Palau, “y no sabes ni en qué estado vas a volver ni si te van a querer fichar”. Su compañera añade que “es como si la maternidad fuera una lesión. Genera dudas en cualquier equipo a la hora de contratarte”. Para ellas el concepto de baja por maternidad “no existe”.

Descrito como “peliagudo”, este tema es algo en lo que ellas mismas tampoco tienen una postura clara. Palau aventura que quedarse embarazada podría ser incluso “incumplir tu contrato. Saber que no estás en condiciones físicas” para jugar, y Cruz reconoce entonces que “es un derecho que nosotras no lo vemos como un derecho, no sé por qué”. Alegan la importancia de lo físico en su trabajo, aunque ambas reflexionan que una mujer que trabaje sentada ocho horas tampoco podría trabajar hasta el final del embarazo y cogería la baja. Palau se pregunta: “Ya, ¿y por qué nosotras no?”. “Imagínate una fisioterapeuta, no puede hacer el esfuerzo que implica manipular”, sugiere su compañera.

Las internacionales explican que la duración de los contratos con los clubes es fundamental en esta materia. Algo en lo que al menos en Rusia, donde actualmente juega Cruz, se gestiona de otra forma. “Las jugadoras fichan por tres o cinco años y pueden avisar por ejemplo de que en el segundo año va a intentar quedarse embarazadas. Así se aseguran tener al año siguiente contrato con el mismo club”, explica. Palau igualmente señala que “aunque no sean mayoría, si hay bastantes jugadoras que han parado, han tenido sus críos y han seguido jugando”.

La liga española y la marcha de las jugadoras

De las doce jugadoras que componen la plantilla de la selección femenina, seis de ellas juegan en España y seis fuera. “La Liga se empezó a caer y nos tuvimos que ir”, explica Laia. En 2012, el equipo Ros Casares desapareció de la competición por la difícil situación de la sociedad que lo patrocinaba tras trece años en los que sumaron 22 títulos. El último, la Euroliga cuya final disputaron ambas jugadoras, cada una en un equipo. Dos años después sería el Rivas Ecópolis el que renunciara a su plaza en el torneo europeo, reduciendo las posibilidades de disputarlo si las deportistas se quedaban en España. De esta forma, los proyectos deportivos que pudieran ofrecerles fuera ganaron puntos para atraer a nuestras baloncestistas.

Llegados a 2019, ambas se muestran optimistas en cuanto a la reciente mejora en su deporte. La propia Palau ha regresado este año a España y comparte que ahora “hay más opciones y la competitividad es lo que hace que las cosas crezcan”.

Aunque ahora lo que está en sus cabezas no son sus clubes, sino la selección. Este jueves disputan su primer partido de un nuevo torneo, que podrá verse en Teledeporte, y en el que buscarán seguir haciendo historia en el baloncesto de nuestro país. Llegan, como habitúan, con pies de plomo y con la humildad y certeza de saber que son “humanas”, y que todo puede pasar, pero conscientes de su potencial. El mismo en el que confían y con el que aseguran que van a “competir al máximo”.

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