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Impedir la movilidad entre provincias, la medida clave para frenar un rebrote que se mantendrá hasta el final de la desescalada

Un guardia civil en un control en el kilómetro 38 de la A2.

Belén Remacha

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Que este miércoles el pleno del Congreso no diera el visto bueno a una nueva prórroga del estado de alarma, posibilidad que se aleja tras el pacto alcanzado por el Gobierno con Ciudadanos y PNV, pondría en serio peligro uno de los pilares del plan de desescalada del Ejecutivo: que la movilidad interprovincial no esté permitida hasta la llamada 'nueva normalidad', prevista si todo va bien para finales de junio. El documento del Gobierno solo contemplaba que se pueda salir de la unidad territorial de referencia, que en la mayoría de los casos será la provincia y la isla, cuando tanto el lugar de origen como el de destino hayan completado las tres fases de la desescalada. Esto constituye una restricción de la libertad de movimiento de los ciudadanos que no se puede llevar a cabo con ninguna otra legislación que no sea un estado de alarma, coinciden varios juristas.

El ministro Salvador Illa, este martes en rueda de prensa, pedía a la oposición que votaran para sacar adelante la prórroga de la alarma con el argumento de que seguir limitando la movilidad es “imprescindible”. Beatriz González López-Valcárcel, catedrática en Economía de la Salud y miembro del comité asesor que ha elaborado el plan, explica que seguir con esa restricción mientras el virus no se considere controlado, es decir, hasta acabar la desescalada, es un pilar fundamental: “No necesariamente por provincias, porque también hay niveles muy distintos de la enfermedad dentro de una misma provincia. Esa delimitación no tiene un significado epidemiológico, sino administrativo, y puede ser discutible. Pero lo que está claro es que la movilidad debe reducirse en esta etapa y no permitirse de forma masiva”.

Pere Godoy, presidente de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE), opina que “ir por tu municipio, correr, es incluso saludable. Irte tiene el riesgo de expandirlo. No es el momento de la movilidad”. Desde la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene (SEMPSPH) son muy tajantes: “En esta fase no es discutible. Hay que controlar la movilidad entre comunidades y dentro de las comunidades”.

En otros países también se ha prohibido la movilidad interna. En algunos como en Alemania, no necesariamente bajo un estado de alarma, pero varios catedráticos en Derecho Constitucional explicaban a eldiario.es que en España es el único ordenamiento posible para algo así. “Sin el paraguas del estado de alarma no se podrán limitar las libertades, como las de circulación y de reunión”, decía Juan María Bilbao, de la Universidad de Valladolid. La Ley orgánica de medidas especiales en materia de salud pública y la Ley de Salud Pública de 2011, a la que ha aludido Pablo Casado, se quedan cortas para una medida tan extrema como es la restricción de la libertad de circulación, recogida en la Declaración Universal de Derechos Humanos. Al gobierno le quedaría la trampa de decretar un nuevo estado de alarma desde cero, pero esa opción está en el límite de lo constitucional.

El riesgo de un nuevo 'éxodo'

El virus ha tenido una evolución y velocidad distintas por zonas desde que llegó a España. El confinamiento general y unificado de marzo evitó que en Madrid y Catalunya fuese a aun más, y que en Andalucía se frenase relativamente a tiempo. Por eso Pere Godoy recuerda que el nivel de transmisión sigue siendo “heterogéneo. Aunque en Madrid y Catalunya lo hayamos reducido mucho, sigue siendo mayor que en otras provincias y que en zonas rurales. Si se permite la movilidad antes de tiempo puede reactivarse donde ahora la tasa es baja, sobre todo por la concentración en zonas costeras y típicas de veraneo. Y con la transmisión silenciosa que tiene este virus, la diferencia entre las cifras oficiales y los verdaderos contagios, tenemos que ser muy pacientes con esto y esperar a que se estabilice la transmisión”.

Godoy hace alusión a un fenómeno reciente: el éxodo que se produjo desde Madrid y Barcelona hasta otras provincias donde los ciudadanos tenían familiares o segundas residencias los días de marzo entre los que las cifras comenzaron a avisar de que se podían llegar a tomar medidas drásticas y la entrada en vigor del decreto de estado de alarma. “De eso sí que tenemos constancia y datos, sabemos que mucha de la transmisión en el resto de España se debió a la gran movilidad de esos primeros días. Tenemos esa mala experiencia y tenemos que aprender lecciones y asegurarnos antes de permitir de nuevo la movilidad”. López Valcárcel lo secunda: “A muchas provincias llegó importado fundamentalmente así. No podemos repetirlo en esta nueva fase. El virus circula ahora mucho menos de lo que lo hacía en marzo y febrero gracias al confinamiento, pero sigue circulando”.

Problemas para el rastreo

Otro problema de que la gente comience a moverse interterritorialmente antes de tiempo es que se complica el rastreo de casos, es decir, que se puedan conocer todos los contactos estrechos de cada nuevo contagio y controlarlos, también una pieza clave para que la desescalada vaya bien. Un especialista miembro también de la SEMPSPH y que trabaja en esa parte del plan para la consejería vasca lo considera “ingestionable” con transporte interprovincial. Si un paciente da positivo y hay que mezclar datos de una y otra consejería, “el rastreo de contactos se convierte en algo aun más dificultoso de lo que ya lo es. Ya se vio el año pasado con un brote de sarampión que empezó en Madrid, estalló en Gipuzkoa y llegó a Francia, podría haberse convertido en una alerta europea. Por el camino se difundió por Castilla y León y parte de Álava y fue muy problemático”.

“El estudio de los contactos va a adquirir mucha relevancia estas semanas”, añade Pere Godoy, “y el hecho de que la población esté estabilizada en sus lugares habituales lo facilita”, porque es más sencillo saber exactamente con quién se ha estado y dónde. Además de eso, continúa el epidemiólogo, también favorece “el aislamiento. Si una familia ha viajado y se les detecta y tienen que guardar cuarentena durante 14 días, que estén en un lugar que no es donde tiene su vivienda habitual dificulta el control de la enfermedad desde un punto de vista logístico y práctico”.

“Así como los cierres de fronteras llegan tarde, la limitación de la movilidad geográfica favorece la contención, y en esta pandemia se demostró enseguida en China. En el pasado también existían los llamados cordones sanitarios del cólera, que dividían zonas afectadas, zonas limítrofes y zonas menos afectadas”, sigue el portavoz de la SEMPSPH. Ellos señalan que “la movilidad más alta en nuestro país se da entre núcleos urbanos entre provincias. El mayor riesgo es que se transmita de una ciudad a otra. Es un fastidio para localidades limítrofes, pero es así”.

A Beatriz López-Valcárcel le preocupa otra cosa: que permitiéndose la movilidad dentro de una provincia, la gente se mueva mucho este verano de capitales a pueblos y con ellos, el virus. “En las zonas rurales están más desprotegidos porque el porcentaje de personas mayores es mayor y porque no hay tantos hospitales, ni tanta posibilidad de realizar PCR, ni de rastreo. Ahora la zona rural está bastante libre de virus y circula más en las ciudades. Tener cuidado con esto es fundamental”.

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