¿Viagra femenina? Un antidepresivo para aumentar el deseo sexual de las mujeres
Un antidepresivo para estimular el deseo sexual de las mujeres. Esa es la estrategia química del fármaco recién aprobado por el el Gobierno de Estados Unidos para combatir la falta de impulso en las mujeres. Se trata, básicamente, de un antidepresivo como han contado a eldiario.es varios psiquiatras. Lo llaman viagra femenina aunque nada tiene que ver con la píldora que facilita la erección masculina. Esta molécula sitúa la cuestión de la sexualidad de las mujeres en el terreno de psiquiatras y psicólogos.
“Se basa en un antiguo medicamento utilizado contra la depresión, la buspirona, que ya hace muchos años que cayó en desuso”, cuenta un psiquiatra que trabaja en un hospital público de Madrid. “Era bastante problemático por los efectos secundarios y no se recetaba mucho”, recuerda. Pero, “¿por qué sólo para mujeres?”, se pregunta el psiquiatra que cuenta que “hace unos meses se nos pasó una encuesta privada acerca de si estaríamos dispuestos a recetar un producto de estas características o si nos supondría algún problema”. No obstante, de momento, solo será comercializado en Estados Unidos.
“Lo que hace es incrementar la actividad de dos neurotransmisores, que a su vez aumentan el deseo sexual”, explica Ángel Luis Montejo, profesor de Psiquiatría de la Universidad de Salamanca y director científico de la Asociación Española de Sexualidad y Salud Mental. Sin embargo, advierte, “los problemas sexuales no se pueden restringir a una pastilla porque son mucho más complejos”. Eso sin nombrar los fuertes efectos secundarios que puede provocar, entre ellos, hipotensión, desmayos, nauseas o mareos.
La píldora se conoce comercialmente como Addyi y la Agencia Estadounidense del Medicamento (FDA), que ya la había rechazado en dos ocasiones, lo circunscribe a mujeres premenopáusicas con “trastorno del deseo sexual hipoactivo”, caracterizado por la “disminución o ausencia de deseo sexual”, que provoca “un malestar acusado”. Algo clasificado así en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM por sus siglas en inglés), elaborado por la Asociación Estadounidense de Psiquiatría.
La llamada 'biblia de los psiquiatras' es utilizada en todo el mundo para determinar quién padece una enfermedad mental y quién no y varios de los expertos que la elaboran han sido acusados de tener vínculos con la industria farmacéutica, cuestionando así si la ampliación de trastornos que se hace en cada nueva edición refleja los intereses corporativos.
Un marco psicosocial
Para Vicky Sánchez, psicóloga especialista en Psicología Clínica, es “significativo” que en el DSM actual se hayan unido en un mismo trastorno el del deseo sexual hipoactivo y el de excitación de la mujer. “Algo que no ha ocurrido con los hombres y no ha sido explicado por los expertos”, sostiene. En su opinión, “si se hubieran mantenido por separado, habría que sacar dos fármacos o admitir que no hay tratamiento”, sin embargo, “los han juntado y justo se aprueba el medicamento que trata la falta de deseo, no sé si tiene que ver, pero no deja de ser curioso”.
Aunque los expertos reconocen que hay casos en los que puede ser “necesario” emplearlo, coinciden en que “no puede ser utilizado de manera general para los problemas de deseo sexual porque pueden tener muchas causas psicosociales”, en palabras de Montejo. En este sentido se expresa Sánchez, que afirma que “existe riesgo de simplificar la sexualidad femenina, ya que en la mayoría de los casos, el componente psicológico es el más importante en el diagnóstico de este trastorno”. La experta admite que “un efecto secundario positivo” puede ser “visibilizar la sexualidad femenina y que las mujeres se animen a hablar con sus médicos”.
Así, Carmen Gil, matrona del Hospital de Fuenlabrada (Madrid), descarta contextualizar la cuestión de la sexualidad femenina en un marco exclusivamente orgánico: “En un porcentaje muy alto de mujeres, la falta de deseo sexual tiene mucho que ver con el estilo de vida y está relacionada con el estrés, la falta de tiempo o de intimidad, la monotonía, las exigencias sociales o la situación con la pareja...”. Es algo que “depende de cada mujer porque aquí no existe lo 'normal' o no”. Sin embargo, para atender “a todas estas variables no hay suficiente personal en la sanidad pública y es mucho más cómodo reducir el tratamiento a un fármaco”, explica Sánchez.
La carrera por el mercado
Se trata de la primera vez que se aprueba un medicamento para aumentar el deseo sexual (tanto en mujeres como en hombres). La viagra, por el contrario, facilita a los hombres alcanzar una erección, pero Addyi (que se debe tomar de una manera regular durante un cierto periodo de tiempo) ha sido llamado así “por una cuestión comercial y de marketing”, comenta la psicóloga Vicky Sánchez.
Y es que la carrera por desarrollar el primer medicamento para combatir problemas de este tipo había empezado hace varios años, como refleja Liz Canner en el documental Orgasm Inc (2009). En él, Darby Stephens, en aquel momento directora de investigación clínica de Vivus, empresa que estaba intentando desarrollar una 'crema orgásmica para mujeres', reconoce que “todos estamos en la misma carrera para ver quién llega primero al mercado”.
“Hay que tener cuidado porque existe una tendencia a medicalizar procesos humanos naturales”, dice Sánchez. “Aunque hay casos en los que es necesario intervenir con un fármaco, los profesionales tenemos que estar muy atentos porque existen intereses económicos de sectores muy poderosos”, analiza. De hecho, y según recoge The New York Times, los críticos de Addyi han acusado a los grupos de presión de captar al movimiento de mujeres estadounidense a favor de la aprobación.
Se refieren a Even the Scoore, una organización que aglutina a diversas asociaciones, cuya presidenta celebró la decisión de la FDA como un “avance para las mujeres”, y que critica “la prioridad que se da a la disfunción sexual masculina sobre la femenina”, según se puede leer en su página web. El grupo calificaba de “discriminación de género” las reticencias de la FDA a aprobar el fármaco. Sin embargo, los grupos que se oponen al medicamento contraatacan argumentando que Sprout Pharmaceuticals, el laboratorio que lo comercializará, es una de las empresas fundadoras de la organización.