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El bibliobús, una escena del pasado que perdura en la empobrecida Laos

El bibliobús, una escena del pasado que perdura en la empobrecida Laos

EFE

Luang Prabang (Laos) —

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La algarabía de niños que se forma alrededor del bibliobús parece una escena del pasado en la era digital, pero este tumulto perdura en la empobrecida Laos, donde muchos niños no cuentan con acceso regular a la palabra escrita.

Se trata de una iniciativa de la fundación local “Big Brother Mouse”, cuyos trabajadores y voluntarios se desplazan a lo largo del escarpado país con un autobús cargado de libros que es recibido con júbilo por los pequeños.

“En los colegios, especialmente en las zonas remotas, profesores y alumnos no cuentan con libros de texto. Se sigue educando con pizarra y cuadernos”, comenta a Efe Siphone, trabajador de la fundación, con sede en Luang Prabang, en el norte del país.

Esta organización, financiada a través de donaciones privadas, obtuvo una licencia editorial en 2006 para publicar sus primeros libros en laosiano, adaptaciones de cuentos populares occidentales con el objetivo de atraer a los niños hacia la lectura.

“Hay muy pocos libros educativos y literatura en el lenguaje local. En algunos poblados hay niños que nunca han leído un libro por diversión. Publicar libros en laosiano les ayuda a comprender más fácilmente su idioma y aporta un añadido en su educación”, señala.

A la par que ampliaban el catálogo y la temática -desde libros de cocina a una traducción del “Diario de Ana Frank”-, organizaron viajes a los pueblos y provincias cercanas para así lograr un mejor acceso a los lectores de las zonas rurales.

En ocasiones, debido a la pobre red de infraestructuras que conecta la nación, son los propios trabajadores de la organización quienes tienen que llevar los libros en canastas durante largas caminatas a través de la selva o surcar los ríos en barca.

“Tradicionalmente, los libros en Laos son escasos. El número de niños que va a la escuela crece despacio pero de manera firme, sin embargo, todavía muchos niños no tienen acceso a un libro fuera de la escuela”, indica Siphone, que cifra en miles las visitas a pueblos del país y cerca de medio millar los libros publicados.

Según datos del Gobierno laosiano, uno de cada seis niños menores de 15 años no sabe escribir ni leer, en un país donde la educación primaria no llega a los poblados más remotos y da la espalda a las familias más pobres.

La poca preparación de los profesores, junto a los citados problemas de accesibilidad y el escaso material didáctico limitan las oportunidades educativas de miles de niños, lamentan desde la fundación.

Unas quejas que refrendan representantes de Unicef en Laos, donde el politburo comunista impone un rígido sistema educativo que obvia la deducción y el pensamiento creativo.

“La falta de educación preescolar impide establecer los cimientos esenciales para el aprendizaje de los niños y su desarrollo. A pesar de que han conseguido una alta tasa de matriculación y que muchos van a la escuela, los niños no 'aprenden'”, señala a Efe Takaho Fukami, jefe de programas educativos del organismo de la ONU en Laos, vía correo electrónico.

El representante de Unicef aporta una serie de recomendaciones para mejorar la calidad educativa en el país, como promocionar la educación infantil que prepare a los alumnos para los estudios de primaria y mejorar la formación y habilidades de los docentes.

Además de un enfoque de equidad para abordar mejor las necesidad de acceso a comunidades remotas y desfavorecidas, el propósito es promover la participación en el conocimiento de los padres y cuidadores a la hora de apoyar el aprendizaje.

En la casa de dos pisos donde la fundación establece su sede en Luang Prabang, los pupilos ávidos de conocimiento no faltan a su cita para conversar con voluntarios extranjeros con quienes practican inglés, utilizar los viejos ordenadores del recinto y ojear los nuevos libros cedidos por los viajeros.

“Cuando empezamos era común que la gente nos dijera: 'los laosianos no leemos'. Ahora, al volver a los pueblos, está la satisfacción de ver a los niños con la cabeza inmersa en un libro”, sentencia el docente, que asegura que más de 150.000 niños han tenido su primer libro gracias a ellos.

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