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Más de 50.000 profesores van al paro este verano y evidencian la docencia estacional

Una protesta de docentes interinos en Cuenca.

Daniel Sánchez Caballero

La educación es el punto negro del empleo este verano. En un contexto de creación de puestos de trabajo, el sector perdió 51.186 docentes el pasado mes de junio, según los datos de la Seguridad Social publicado este lunes y desgranados por el sindicato CSIF. Son los docentes interinos que, concluido el curso, ven cómo acaba también su actividad laboral hasta septiembre (con suerte) en la mayoría de las comunidades autónomas.

CSIF señala que el dato es el más alto desde el principio de la crisis. Estos 51.186 despidos de 2016 fueron 45.630 en 2015. Para encontrar una cifra más alta hay que remontarse a 2008, año en el que comenzó la crisis y se alcanzó la cifra récord de 69.229 bajas en un mes de junio.

La explicación a esta subida hay que buscarla en las políticas educativas llevadas a cabo en los últimos años y tiene una causa doble, explica Mario Gutiérrez, presidente de Educación de CSIF. Por un lado, para cumplir las exigencias de déficit impuestas por el Ministerio de Hacienda, una buena parte de las comunidades autónomas empezaron a despedir a los interinos en verano en el curso 2010-11, cosa que antes no se hacía en virtud de un acuerdo de 1990.

Por otro, la tasa de reposición del 10% primero (cuando un profesor se jubilaba no se reponía su plaza) y del 50% después han precarizado la plantilla docente. Como no se sustituían los profesores funcionarios pero los alumnos seguían estando ahí y seguían necesitando que alguien les diera clase, se han ido cubriendo las necesidades con interinos durante casi seis años.

¿Resultados? En este periodo de crisis los interinos han pasado de suponer entre un 10% y un 18% del cuerpo docente a un 25% en algunas regiones. Según CC OO, la cifra de interinos ascendía a 117.000 docentes el pasado mes de enero, uno de cada cuatro de los 484.000 profesores que ha tenido el sistema público este año, según datos del Ministerio de Educación. Al hecho de que hay más interinos en general súmese que en los últimos años son despedidos en verano y el resultado es que cada curso son más los despedidos. Según estas cifras, uno de cada dos interinos ha sido despedido este mes de junio.

“Hay que acabar con la tasa de reposición”

“La situación es preocupante”, valora Gutiérrez. “Tenemos la necesidad imperiosa de acabar con cualquier tasa de reposición para superar esta condición de precariedad en la plantilla”, exige. Entre las consecuencias que tiene que existan tantos interinos está, en primer lugar, su propia precariedad: la incertidumbre de no saber cuándo vas a ser despedido, si el año siguiente tendrás alguna plaza, etc. Y, en segundo, para el centro. Los interinos van y vienen, dificultando mucho a los colegios el desarrollo de proyectos de centro a medio plazo, su implicación, etc., explica Gutiérrez.

Madrid, Aragón, La Rioja, las dos Castillas, Cataluña, Navarra y Valencia son algunas de las regiones que ahora mismo no están pagando el verano a los interinos y los echan a la calle. Aunque algunas, como las dos primeras, están negociando para empezar a hacerlo desde el próximo curso. En Madrid, de hecho, una sentencia del pasado curso obligaba al Gobierno regional a pagar el verano a una profesora interina de una escuela de idiomas. Aducía el juez en su condena que es “esencial” que a la trabajadora en cuestión “le sea reconocido el mismo trato que los profesores funcionarios en materia de percepción de salarios por el mismo trabajo”. Mismo trabajo, mismo salario.

En cualquier caso, aunque las comunidades hayan abierto la mano, no todos los profesores temporales cobrarán el verano ni lo harán en todas las circunstancias. No todos los interinos mantendrán su plaza en verano. Los gobiernos regionales están imponiendo periodos mínimos de docencia para pagar los meses de verano, que suelen ser cinco meses y medio ó 180 días, según explica Francisco García, secretario de enseñanza pública no universitaria de CC OO. Y esto hace que muchos interinos se queden fuera. El último ejemplo es Murcia, que ha fijado en 8,5 meses (o 225 días) el plazo mínimo para cobrar el verano.

El sistema tiene dos tipos de profesores temporales. Los que cubren una vacante y tienen la plaza durante todo el año y los que realizan sustituciones temporales por bajas, etc. Los primeros están en mejor posición. Al dar clase todo el año tienen más fácil llegar a los plazos requeridos, aunque muchas administraciones apuran sus incorporaciones al máximo, incluso cuando ya ha empezado el curso. Los segundos tienen casi imposible alcanzar los casi seis meses ó 180 días trabajados en un año, máxime cuando se tiene en cuenta que el curso tiene entre 170 y 180 días lectivos (aunque los profesores trabajan más jornadas que esas) y muchos sustitutos son despedidos incluso durante el periodo navideño para ahorrar.

Las reivindicaciones sindicales no pasan por eliminar la figura del profesor interino, pero sí por rebajar su número y mejorar su situación. Los profesores temporales son una figura necesaria y, por lo demás, habitual en todos los países. Lo que ya no lo es tanto es que uno de cada cuatro docentes esté en esta posición. España hizo un esfuerzo en su momento por acercarse al 8% que recomienda la Unión Europea. Pero la crisis se ha llevado por delante aquel impulso.

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