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España arranca el último mes del año con un asesinato machista cada dos días

El Ayuntamiento de Catarroja, en Valencia, empapelado con consignas contra la violencia machista, este miércoles.

Marta Borraz

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Mari Ángeles, Oriana, Rosmery, Jennifer, Sayuri y Nati. Son los nombres de las últimas mujeres asesinadas por violencia machista: seis en solo once días. Es el balance con el que España entra en diciembre, el último mes del año, uno de los periodos en los que habitualmente suelen registrarse más casos mortales. Desde el pasado 30 de noviembre, cuando Mari Ángeles fue asesinada por su pareja en Torrejón de Ardoz (Madrid), se ha producido un asesinato cada menos de dos días: el día 2 de diciembre en Alicante, el 3 en Toledo, el 6 en Sevilla, el 9 en L'hospitalet de Llobregat y este miércoles en Catarroja.

En el municipio valenciano fallecía una mujer de 50 años que estaba ingresada en la UCI del Hospital La Fe tres días después de que su pareja le diera una brutal paliza en su domicilio. El hombre fue detenido y quedó en libertad tras imponerle el juez una orden de alejamiento de la víctima y horas después de la muerte de Nati ha vuelto a ser arrestado. La Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género ha confirmado todos los casos salvo este último, que aún se encuentra bajo investigación. En lo que va de año, 46 mujeres han sido asesinadas por hombres con los que tenían o habían tenido una relación de pareja, según la estadística oficial.



Las cadenas de casos acumulados en cortos periodos de tiempo como el actual ocurren periódicamente y no en pocas ocasiones se dan en verano o en torno a las fiestas navideñas. Es un hecho que las expertas asocian a cambios de rutina o sensación de pérdida de control del agresor que pueden actuar como “factores de riesgo” e influir en que acabe matando, explica el médico forense y exdelegado del Gobierno contra la Violencia de Género, Miguel Lorente, que como “primer elemento” que “permanece en todos los casos y es nuclear” identifica “el machismo”.

Sin embargo, a este se le añaden otros que “junto con la individualidad” de cada caso, puede aportar explicaciones a lo ocurrido: de hecho, detrás de junio, julio y agosto, diciembre y enero son los meses con más asesinatos de toda la serie histórica. Los seis últimos han ocurrido a inicios del mes y con el puente de la Constitución de por medio: uno el último día de noviembre y cinco ya en diciembre en un registro que solo en diez días ya iguala e incluso supera a muchos de los diciembres de otros años.



Que en estas épocas se concentren más casos es, en parte, debido al “factor estacional”, lo denomina Lorente, que lo relaciona con la “modificación de dinámicas familiares” que pueden facilitar “el paso a la acción”: en estas fechas, los tiempos de estar juntos se prolongan y suele haber más salidas y planes de ocio que puede hacer sentir a los agresores un menor control.

“No es lo mismo estar dentro de la rutina y en funcionamiento durante todo el año que en estas fechas en las que eso se rompe de alguna manera”, reseña la abogada experta en violencia machista Marisa Fernández, que, en general, alude a la “falta de recursos suficientes” en prevención y en apoyo a la identificación de las violencias por parte de las víctimas. El Ministerio de Igualdad, por su parte, ha anunciado un “plan de refuerzo” de cara a Navidad de servicios como el 016 o las pulseras de vigilancia de maltratadores, que en los últimos meses han acumulado fallos tras el cambio de empresa.

El “paso a la acción”

Lorente cree, además, que el cúmulo de asesinatos en este poco margen de tiempo debería provocar que “cualquier denuncia” por violencia machista que se interponga estos días en juzgados y comisarías “tenga un riesgo añadido por el hecho de que haya habido casos previos”. Algo que, a su juicio, “puede hacer que otros agresores se vean reforzados”. Es otro de los factores al que apunta el médico forense, el del “efecto imitación” que puede darse cuando hay varios casos. “Hay hombres que están pensando que matar es una posibilidad y en ese proceso suele haber elementos de refuerzo, de crítica y de duda... Los casos previos pueden facilitar el paso a la acción”, explica.

De los últimos seis crímenes registrados, en dos de los casos los hombres eran persistentes, es decir, ya habían maltratado a otras parejas con anterioridad y, al menos en los tres primeros, las mujeres asesinadas acababan de decidir dejar la relación o estaban en trámites de separación. “El momento en el que ellas les dicen que no quieren estar con ellos y que se van de sus vidas, que se quieren separar, es el momento más difícil y el de mayor riesgo”, apunta Fernández. Esto es debido a que el objetivo de la violencia machista es el control de la mujer y en estos casos, los agresores sienten que lo pierden.

“El crimen machista es un crimen moral. Siempre hablamos en medicina legal de dos grandes categorías, los instrumentales, que se llevan a cabo para conseguir algo material a cambio, y los morales, que se llevan a cabo para defender una imagen, ideas o creencias. Los agresores que matan a sus parejas lo hacen para defender su posición como hombre, como hombre que no va a verse cuestionado por la conducta o las decisiones de la mujer”, explica Lorente.

Detrás de la infradenuncia

No son casos aislados: según la reciente Macroencuesta de Violencia sobre la Mujer, una de cada tres mujeres ha sufrido algún tipo de violencia machista por parte de su pareja o expareja, ya sea física, sexual, psicológica o económica. La inmensa mayoría de ellas se lo han contado a alguien de su entorno o han recurrido a algún servicio de atención, pero muy pocas han denunciado. Solo el 16%. Solo en uno de los seis últimos casos de asesinatos había denuncias previas, el de Torrejón, cuya víctima constaba en VioGén tras la denuncia de un testigo, aunque ella posteriormente no declaró.

Tras las cifras hay miedo, vergüenza, normalización y la falta de confianza en el sistema, resume Elena Ocejo, abogada de un centro de atención a víctimas en Asturias. “Yo con lo que convivo a diario es con mucha violencia económica y situaciones de mucha precariedad con hijos que hacen muy difícil que las mujeres puedan salir de la violencia. Además, tampoco ayudan muchas de las resoluciones judiciales en las que hay un cuestionamiento de las víctimas, por lo que muchas acaban evitando pasar por este proceso que no es sencillo y que sienten que no les va a solucionar sus problemas”, apunta la abogada.

Todas las mujeres asesinadas desde el pasado 30 de noviembre tenían hijos. Los de Nati, la mujer que ha muerto tras varios días en la UCI, son mayores de edad, pero los del resto no han cumplido 18 años. En lo que va de año, 31 niños, niñas y adolescentes se han quedado huérfanos porque sus madres fueron asesinadas por sus padres o sus parejas.

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