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Mercedes, Fausto y Silvia podrán al fin exhumar a sus familiares del Valle de los Caídos: “Toda una vida esperando esto”

Mercedes Abril ve la programación especial por la exhumación de Franco en su casa de Valladolid.

Marta Borraz

Sabía desde el lunes por la noche que iba a ocurrir, pero no puede evitar estar “muy nerviosa” cuando ve que los medios de comunicación comienzan a hacerse eco de la noticia. Patrimonio Nacional ha autorizado los trabajos de exhumación de las víctimas enterradas en el Valle de los Caídos y Mercedes Abril es toda ella emoción al otro lado del teléfono. Emoción y esperanza, porque tras tantas pequeñas derrotas solo espera que esta vez su padre “pueda acompañar” a su madre en el cementerio, enterrada a 170 kilómetros de la mayor fosa común de España.

Quiere llevar sus restos a Valladolid, adonde se fue a vivir con tres años después de ver por última vez a Rafael. El 17 de septiembre de 1936, varios agentes de la Guardia Civil entraron en su casa de Calatayud y se lo llevaron por ser militante del PSOE. Su madre recibió cuatro cartas firmadas que guardó hasta el final, pero no volvieron a saber nada de él. Nadie les contó que tras el asesinato, su cuerpo había permanecido en una fosa común de la ciudad zaragozana para ser trasladado después a Cuelgamuros. Hoy Rafael está más cerca de salir de allí.

“Es una alegría inmensa y una muestra de que esto sigue adelante. Espero que llegue al final y que podamos recuperar lo que es nuestro. Porque tenemos derecho. Nos quitaron a nuestros familiares y nos los escondieron. Toda la vida para esto...Toda la vida he estado buscando a mi padre y parece que esta vez sí”, dice Mercedes a sus 86 años. Patrimonio Nacional va a intentar sacar a 31 víctimas de la Guerra Civil, que son las solicitudes actualmente en trámite, pero las exhumaciones no están garantizadas porque los trabajos deberán determinar “la viabilidad de la localización, identificación y recuperación” de los restos. 

Rafael está en uno de los niveles que comprende la capilla del Santo Sepulcro, a la derecha del altar mayor. Esta será la primera que abrirán los operarios porque es donde se encuentran también los hermanos Lapeña, Manuel y Antonio Ramiro, fusilados en 1936 y cuya familia cuenta con una sentencia judicial que autoriza su exhumación desde el año 2016. Mercedes espera que “más pronto que tarde llegue el día” en el que tanto ella misma como el resto “podamos decir por fin: tenemos a nuestros seres queridos con nosotros”. Tras la capilla del Santo Sepulcro, se abrirán la del Santísimo y las seis capillas laterales a lo largo del crucero de la basílica.

“Que no se dilate”

En el Valle de los Caídos, de donde hace unas semanas fue exhumado Franco, permanecen 33.815 cadáveres, 21.423 de ellos identificados al haber sido inscritos en los libros de registros de la Abadía de la Santa Cruz del Valle de los Caídos. Sin embargo, el proceso será largo y una vez que puedan ser extraídos los restos habrá que cotejarlos con las muestras de ADN que el Ministerio de Justicia ya tomó a las familias hace unos meses para comprobar que efectivamente lo son. Una de ellas fue la madre de Silvia Navarro, cuyo tío abuelo comparte capilla con los hermanos Lapeña y Rafael.

La también presidenta de la Asociación de Familiares Pro Exhumación de los Republicanos enterrados en el Valle de los Caídos alberga “muchísimas esperanzas” de que José Antonio Marco Viedma, al que llaman Pepe, salga por fin de Cuelgamuros. Fue fusilado el 2 de septiembre de 1936 tras ser secuestrado en su casa por un grupo de agentes de policía, falangistas y guardias civiles. Lo único que pide Silvia es que el proceso “no se dilate demasiado” porque “ya hemos esperado mucho y ha habido muchas dificultades para llegar hasta aquí”.

Como las trabas no han dejado de sucederse tras el fallo que autorizó la exhumación de los Lapeña, Fausto Canales celebra la decisión sin demasiada sorpresa. No quiere hacerse ilusiones y considera que la autorización “es la consecuencia lógica” tras haber estado “toda la vida luchando para esto”. Él también tiene a su padre y a su tío abuelo, Valerico y Victorino, detenidos y ejecutados en 1936 en su pueblo natal, Pajares de Adaja (Ávila), en la capilla del Santo Sepulcro y espera que “por fin se haga justicia”. Recibe el paso dado por Patrimonio Nacional con “satisfacción”, pero se nota en su voz una cierta resignación que él llama “realismo”. “No doy palmas, la verdad. Pero es que  veremos qué nos encontramos y qué se puede sacar y no”.

Algunas de estas familias, como Fausto, que tiene 86 años, o Josefa –la madre de Silvia–, que tiene 78, ya contaban con autorización a título individual del organismo, pero ello no se estaba viendo reflejado en el inicio de los trabajos. Los familiares aseguran que lo que les ha comunicado el organismo es que durante las fiestas navideñas comiencen las labores tras desarrollar el plan de obra pertinente y teniendo en cuenta las consideraciones técnicas incluidas en el informe del Instituto Eduardo Torroja del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) que ha servido de base para la decisión.

El proceso a día de hoy servirá a 31 familias, pero la cifra puede cambiar en función de que haya más que lo soliciten, por lo que Silvia espera que “se establezca un proceso para facilitarlo. Que el resto no lo tengan tan difícil como lo hemos tenido nosotros”. Eso sí, todos son conscientes de “la complejidad” de los trabajos, puesto que, según constató un estudio de Patrimonio de 2010, hay un enorme deterioro de muchas de las fosas que se une al “caos” de enterramientos. “Llega tarde, pero es fundamental porque hay muchas personas que han empleado grandes esfuerzos en esto y llevan esperando toda la vida”, zanja. 

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