“A los 15 días de haber aprobado las oposiciones, me llamaron para decirme que había un error y estaba suspendida”
En una prueba en la que centenares de aspirantes han denunciado el oscurantismo y la opacidad de los criterios de corrección en las oposiciones a profesor de Secundaria, la historia de Elisa Rufino probablemente se lleve la palma. Para su desgracia.
Esta opositora, profesora de francés en un instituto de Secundaria y que quería pasarse a una Escuela Oficial de Idiomas, pasó en dos semanas de la inmensa alegría de haber aprobado la oposición y tener su plaza a estar suspendida y por tanto de vuelta a la casilla de salida. Entre medias, un supuesto error informático, cero explicaciones del mismo y un ejercicio de fe por su parte para dar por buena una versión que nunca le fue explicada ni justificada.
“Es desolador. No explican nada, no me enseñan nada, solo me dicen que ha habido un error informático, que mi nota se ha cambiado con la de otra opositora y que estoy suspendida”, explica incrédula. “Me han tratado como si fuera culpa mía desde el principio”. Anuncia un recurso.
De 6,6 a 3,9 en 15 días
Vaya por delante que Elisa ya es funcionaria de carrera, no está peleando por una plaza. “Trabajo muy lejos de casa y quiero estar más cerca”, explica. Decidió que su mejor opción era intentar cambiarse de cuerpo de profesores y pasar a una Escuela Oficial de Idiomas (EOI).
Como ya es funcionaria, no tenía que realizar la prueba entera, solo la parte práctica del primer día de exámenes (para el acceso general se hacen dos exámenes el primer día y, si se aprueban, se pasa a una segunda fase en la que hay que defender una unidad didáctica). En total, un comentario de texto, un audio y dos traducciones. La cosa pintaba bien: había una plaza convocada para el turno 4 (el acceso de funcionarios) y una sola aspirante, ella.
“Soy nativa de francés, tengo el nivel. Salí bastante contenta del examen”, relata. El 23 de junio había hecho la prueba. El 29 salieron las notas: 6,650. Aprobada. “Estaba esa nota tanto en el tablón de anuncios como en la web”, aclara Elisa. Con la alegría del aprobado, incluso llamó al instituto en el que trabaja para comentarle a la dirección que era más que probable que el curso siguiente no estaría por allí.
La alegría le duró exactamente 15 días. “El jueves 12 de julio me llamó la presidenta del tribunal para decirme que había habido un error informático y mi nota realmente era un 3,950”. Empezaba la pesadilla y la oscuridad.
La opacidad
Se fue al tribunal directa aunque le insistieron en que no tenía nada que hacer allí. Solo estaban tres de los cinco miembros cuando llegó. “Me atendieron en el pasillo, parecía que lo querían zanjar allí”. Luego le invitaron a entrar a una sala, pero sin el abogado que la acompañaba.
“Me contaron que había habido un error, que una persona había reclamado en la apertura de las plicas [el sistema de sobres cerrados que garantiza el anonimato en las pruebas] que se habían cambiado los números”, relata. El error informático era la versión definitiva y no se salieron de ahí. Tampoco se lo demostraron .Tenía que creer en la palabra del tribunal.
Una opositora que participó en también en la prueba de francés, pero en el acceso libre, explica que en ese momento, cuando se abrieron las plicas, quienes allí estaban comprobaron que Elisa había obtenido ese 3,95. Tenían sus razones para fijarse especialmente en ella: única aspirante a la plaza reservada a los ya funcionarios, si no aprobaba el examen, esa plaza pasaba al turno libre.
Elisa pidió su examen, pero eso ha sido un ejercicio fútil en estas oposiciones. Los tribunales están amparados para no enseñarlos y en este caso no hubo excepción. Bueno, quizá un poco. Sacaron su examen y se lo enseñaron... a un par de metros de distancia. “Esto es lo más cerca que te lo puedo mostrar”, le dijo la presidenta.
“Me culpaba a mí por no haber acudido al acto de la apertura de las plicas”, se sorprende Elisa. “Salí de allí con la sensación de que no iba a cambiar nada”. La misma que han tenido decenas y decenas de opositores que han ido a reclamar su nota y todo lo que han obtenido ha sido un “gracias, tomamos nota de su reclamación”.
A esas alturas su nota ya había sido cambiada en el tablón de anuncios. Elisa pudo cotejar que su 6,65 (debidamente prorrateado porque en las oposiciones generales el examen que había hecho ella es parte de un todo y se multiplica la nota por 0,7 para sumarla con otras y obtener la calificación final) sí correspondía con el 4,655 que había obtenido otra opositora.
“Pero no te dan ninguna explicación, tienes que creerte lo que te dicen”. Ella ha comprobado las notas del resto de aspirantes y concede que es posible que hubiera un error informático. Pero no será porque se lo hayan explicado o demostrado.
“Se hubiera generado una situación injusta [si le hubieran dado a Elisa la plaza] porque se aprobaba a una persona que no había superado la prueba y por tanto se perjudicaba a los aspirantes del turno libre. No se ha producido una injusticia, se ha evitado que produjera”, explica la otra opositora.
¿Qué ha sacado en claro Elisa del proceso? “Que la administración nos maltrata [a los profesores] para desprestigiar la educación pública. No podemos ni acercarnos por allí”, relata en base a sus experiencias con Recursos Humanos, donde acudió a pedir explicaciones con nulos resultados.
Anuncia que recurrirá. “Pero no la nota, sino la falta de explicaciones”, matiza.
La Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid, responsable del proceso selectivo, no ha contestado a las preguntas de este diario respecto al caso.
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Este artículo ha sido editado a las 12.57 para incluir las explicaciones de otra opositora que también participó en esta misma convocatoria.