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El papa Francisco ya piensa en su muerte: acelerar reformas, cancelar viajes y un funeral simplificado

El papa Francisco sopla una vela de su pastel de cumpleaños, en el Vaticano, el 17 de diciembre de 2023.

Jesús Bastante

en religiondigital.com —

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El pasado domingo, el papa Francisco cumplía 87 años y se convertía en uno de los pontífices más ancianos de la historia, apenas superado por León XIII, quien gobernó la Iglesia católica hasta los 93 años. Un Papa que afronta en esta Navidad una dura prueba física para su maltrecha salud, que este mes de diciembre le ha obligado a cancelar el viaje a la COP28 de Dubai, y que le tuvo dos semanas prácticamente sin hablar, y sin presencia pública.

¿Serán estas las últimas Navidades de Bergoglio al frente de Roma? Todo puede suceder, especialmente después de un 2023 en el que Francisco ha pasado tres veces por el Policlínico Gemelli, siendo intervenido de una infección intestinal, a la que ha seguido, ahora, una fuerte inflamación pulmonar. A ello se suman sus problemas de movilidad, que en los últimos meses han mejorado hasta el punto de que asegura que presidirá todos los ritos de la Navidad vaticana. Dos semanas de duro trabajo para un anciano.

Lo que sí parece claro es que el Papa ya piensa en su muerte. Es más, la está preparando, según lo ha confesado él mismo en una reciente entrevista con la vaticanista mexicana Valentina Alazraki. Ahí dio algunos detalles, como que ya está “preparando los ritos de exequias del Papa, para simplificarlos bastante”. “El nuevo ritual lo estreno yo”, bromeó Francisco, quien confesó que, en contra de lo habitual, no será enterrado en las grutas vaticanas. “Como siempre le prometí a la Virgen, ya está preparado el lugar: quiero ser enterrado en Santa María Mayor, es mi gran devoción (...). Hay una ligazón muy grande”. La Salus Populi Romana, como se conoce a la patrona de la città, es lugar habitual de peregrinación de Francisco, adonde acude antes y después de cada viaje.

Agenda aligerada

Unos viajes que, evidentemente, se verán trastocados a partir de ahora. De momento, para 2024 sólo está confirmado una visita, a Bélgica, para conmemorar los 600 años de la Universidad católica de Lovaina. Quedan en el aire dos traslados transoceánicos, muy deseados por el Papa: Polinesia y, por supuesto, un viaje a la Argentina de Milei. Ambos, ahora mismo, en el aire. “Veremos cómo se da la cosa”.

“Recen por mi salud, la vejez no viene sola, la vejez no se maquilla, se presenta como es”, pidió Francisco, quien no se plantea dimitir, como hiciera su antecesor, Benedicto XVI, de cuya muerte se cumple, esta Nochevieja, un año. “Hay que saber aceptar los dones de la vejez, aceptar que uno puede hacer mucho bien desde otra perspectiva”, admitía el Papa, quien no obstante aseguraba que se encontraba “bastante bien” después del último susto.

Sea como fuere, lo cierto es que, a lo largo de 2023, y tras la muerte de Ratzinger, Francisco ha decidido pisar el acelerador de las reformas, como demuestra la reciente declaración vaticana que, por primera vez en la historia, permite la bendición de parejas 'en situación irregular' y uniones homosexuales y que ya ha sido calificada como una “aberración” por parte de los sectores más reaccionarios de la Iglesia católica.

La segunda parte del Sínodo de la Sinodalidad, en el que se habrá de tomar una decisión sobre las mujeres diáconos, la moral sexual o el papel de laicos y mujeres en la Iglesia, se antojan fundamentales para entender un pontificado que tiene la mirada puesta en el Gran Jubileo de 2025, en el que se conmemoran los 1.700 años del primer Concilio de la historia, el de Nicea, que marcó las líneas base del catolicismo tras su unión con el Imperio Romano y fijó tanto los evangelios como el Credo.

2025, aseguran quienes conocen al Papa, está marcado en rojo en su calendario, con un objetivo claro: acabar con la división entre católicos y ortodoxos (separados desde hace mil años) y poner las bases de la Iglesia del futuro, como las marcó este lunes en el tradicional discurso navideño a la Curia: “Sesenta años después del Concilio, seguimos debatiendo sobre la división entre progresistas y conservadores, mientras que la diferencia central está entre enamorados y acostumbrados. Esta es la diferencia. Y solo caminan los que aman”.

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