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La lentitud del sistema impidió parar la agresión sexual, el maltrato y la muerte de una niña de cuatro años en Valladolid

Hospital Clínico de Valladolid.

Laura Cornejo

Nadie pudo rescatar a María (nombre ficticio) del infierno que vivió en su casa. La pequeña, de cuatro años, murió el pasado miércoles en el Hospital Clínico de Valladolid, reventada a golpes y con severos signos de agresión sexual. La madre y la pareja de ésta han sido detenidos. Había ingresado 24 horas antes, en parada cardiorrespiratoria tras una llamada al 112 de la nueva pareja de su madre. Las alarmas habían saltado mucho antes. El 11 de julio un pediatra de un hospital privado atendió a María.

La llevaron al centro sanitario porque “se mordía insistentemente los labios”. El facultativo la examinó en profundidad y se encontró con una niña sucia, con una deficiente higiene afectaba también a su salud bucal, pero que además presentaba hematomas en brazos y piernas.

El médico dio traslado del caso a la Policía Nacional, incluyendo en su informe una clave: “Sospecha de maltrato”. Arrancó así una investigación que para María fue demasiado lenta. Informes de otros médicos que la trataron con anterioridad ya señalaban la deficiente higiene de la niña. Cuando los agentes tomaron declaración a la madre, militar de tropa de profesión, aseguró que su hija era una niña muy movida, que a veces peleaba con su hermana mayor, de 12 años, cuentan.

Pero declaró también que el padre de la niña, que se había trasladado a trabajar a Reino Unido unos días antes, la había maltratado “mucho”. No a la pequeña, a ella. Esta parte de la declaración se hizo constar en negrita e inmediatamente se derivó el caso al juez de Violencia Sobre la Mujer.

Tres días después, el juez tomó declaración a la mujer, que se negaba a declarar. “Sólo dijo que no quería denunciar, que no quería declarar, pero que había sufrido maltratos psicológicos. Cuando se le preguntó si esos maltratos consistían en amenazas o en insultos o en otro tipo de humillaciones, comentó que discutían mucho”, han contado fuentes judiciales a eldiario.es. El caso se archivó. En ningún momento habló de que tuviese una nueva pareja.

Pero faltaba saber qué estaba ocurriendo con María. De su caso se ocupó la Fiscalía de Menores que decidió recabar informes a través de los servicios sociales de la Junta de Castilla y León, y en concreto de la Consejería de Familia.

“Nos remitieron la información el 21 de julio, era viernes, y ya empezamos a trabajar el lunes”, cuentan. Tres días más en los que no estaba claro en qué situación estaba María. La tramitación fue “ordinaria” y no “urgente”, debido a que las lesiones observadas por el médico que alertó a la Policía, podían ser o no ser fruto de malos tratos.

Sin colaboración de la madre

Los técnicos de los servicios sociales decidieron citar a la madre el día 26 de julio, cinco días después de tener el aviso de Fiscalía. Se entrevistaron con ella, con la hija de 12 años y con la pequeña. El gerente de los Servicios Sociales de la Consejería, Carlos Raúl de Pablos, ha comentado a este diario que las explicaciones que dieron no les convencieron, que percibieron que algo no estaba bien, de manera que decidieron que era necesaria una visita al domicilio familiar, y la fijaron para dos días después, el 28.

Ese mismo día, hicieron una llamada a la Concejalía de Servicios Sociales para comprobar si desde los servicios municipales habían tenido conocimiento de la situación de la niña. “La familia llevaba un par de años viviendo en el barrio de La Rondilla y nunca accedió a ninguno de nuestros servicios ni se nos avisó de que se estuviese produciendo una situación así”, ha precisado la edil Rafi Romero.

El mismo día que los técnicos de la Junta tenían que realizar la visita, la madre contactó con ellos para posponerla porque le surgió “un problema laboral”. Se estableció como nueva fecha de la visita el martes 1 de agosto a las 14.00 horas. Nadie les abrió la puerta. “Los técnicos ya entendieron que la madre no estaba colaborando y preparaban un informe”, ha justificado el gerente De Pablos.

Un día después, la pareja de la madre de María llamaba a los servicios de emergencias porque la niña “estaba muy mal”. Fuentes cercanas al caso han concretado que la niña llegó prácticamente muerta, en parada cardiorrespiratoria y con lesiones muy graves.

A pesar de todo, el intenso trabajo de los médicos, que llegaron a turnarse para hacer el masaje cardíaco, la mantuvo con un hilo de vida. María aguantó hasta el día siguiente. Tenía golpes, fracturas, le faltaban uñas y presentaba graves lesiones.

“El mismo día de la muerte estábamos preparando el papeleo para retirar la custodia a la madre, los técnicos que trabajaron en el caso están destrozados”, ha añadido el responsable de Asuntos Sociales de la Junta. Por el momento, la otra menor está tutelada por el Gobierno regional. El Juzgado de Instrucción número 6 ha decretado secreto de sumario.

El Ayuntamiento de Valladolid convocó esta mañana una concentración de repulsa por la muerte de la niña aludiendo a un caso de violencia machista. Las investigaciones confirmarán quién mató a María.

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