Moscú ha iniciado este jueves once días de vacaciones decretadas por la Alcaldía, junto al cierre de los servicios no esenciales, para intentar frenar el avance del coronavirus en la capital rusa, donde los casos superaron este jueves los 8.400 y los fallecimientos se acercan a cien diarios.
La capital no se ha paralizado durante el primer día no laborable y del cierre de los comercios no esenciales, pero ha reducido su ritmo frenético habitual de una ciudad de 12 millones de habitantes.
Al contrario de lo que ocurrió el año pasado durante más de dos meses los moscovitas no están confinados en esta ocasión y los ciudadanos pueden pasear o ir a museos y utilizar el transporte.
Las autoridades municipales no han logrado evitar esta nueva ola, pese a haber vacunado con la pauta completa a 4,9 millones de moscovitas, de una población total de 12 millones.
El problema es el laxo cumplimiento -y control- de las medidas sanitarias, con muchos residentes prescindiendo o llevando la mascarilla por debajo de la nariz en el transporte público, y la baja tasa de vacunación entre los mayores de 60 años. Como resultado, el 60% de los pacientes hospitalizados por la COVID-19 pertenecen a esta parte de la población.
Entre los que fallecieron de la enfermedad contagiosa, el 86% eran mayores de 60 años y por lo general no estaban vacunados.
Con información de EFE.