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Cinco horas para entrar en el Valle de los Caídos: el mausoleo se blinda ante la inminente exhumación de Franco

La Guardia Civil prohíbe el acceso a la Basílica del Valle de los Caídos.

Irene Castro / Alejandro Navarro Bustamante

- Venimos a la Hospedería.

- No se puede hospedar nadie. Ha habido una orden de que no puede entrar nadie más incluso se va a desalojar por la tarde. La orden es esa: no accede nadie a la Hospedería.

Faltan unos minutos para las once de la mañana y los huéspedes con reserva en la Hospedería de Santa Cruz, en el Valle de los Caídos, comienzan a llegar. La Guardia Civil, que controla la entrada al recinto –y que ha reforzado el número de agentes en ese punto desde que se acerca la fecha de la exhumación de Francisco Franco–, no les deja entrar. “Desde las 10:45 horas no están dejando entrar a nadie. Son órdenes del Gobierno”, dice el director del establecimiento, dependiente de los monjes benedictinos, pero enclavado en un lugar perteneciente a Patrimonio Nacional.

El Consejo de Ministros decretó el cierre del Valle de los Caídos el pasado 11 de octubre, pero la Hospedería ha seguido funcionando y en la basílica continúa ofreciéndose misa. Hasta este domingo. Quienes han llegado antes de las 10:45 han podido entrar al servicio de las once; los demás, no. Aunque figuraran en la lista de clientes. “Han entrado diciendo que venían de parte del padre Santiago”, comenta una de las mujeres que aguardan en la entrada con la reserva hecha. Se refiere al prior Cantera, que ha liderado, junto a la familia Franco, la batalla contra Pedro Sánchez por su decisión de sacar los restos del Valle de los Caídos, que se llevará a cabo el finalmente este jueves a las 10.30 horas.

- Pero tenemos una reserva.

- Parece algo incongruente, pero no entra nadie ya.

La Guardia Civil asegura haber recibido órdenes de impedir que nadie entre en el recinto. Ni a dormir a la Hospedería. “No es el mejor momento para dormir aquí”, ironiza un agente. La decisión se produce después de que el día anterior detuvieran al reportero Cake Minuesa, hospedado en el edificio y a quien los agentes acusan de haber intentado forzar la entrada a la basílica con una cizalla y una sierra. “Llamaba la atención porque llevaba el rosario colgado del cuello y un rosario se lleva en la mano para rezar”, dice una señora alojada esa noche.

Junto a los pocos huéspedes –dos matrimonios, una vecina de El Escorial habitual del Valle de los Caídos, dos fotoperiodistas y los dos periodistas de eldiario.es en ese momento– espera en la puerta uno de los camareros del restaurante a quien, al filo de las 13 horas, su jefe ha mandado a casa. “Yo lo que haría es ir a la Policía y poner una denuncia: que conste que no me dejan ejercer mi derecho constitucional a trabajar”, le dice un hombre que les acompaña.

Para entonces un autobús lleno de turistas de portugueses que tenía reserva para almorzar se había marchado ya –luego lo haría otro procedente de Jaén–. “Y la comida para los 50 portugueses, ¿qué? ¿El trastorno económico a la Hospedería quién se lo paga?”, dice el mismo hombre, convencido de que la decisión de Sánchez es “ilegal” y que se ha forzado a los jueces del Tribunal Supremo a avalarla. ¿Usted está alojado aquí? “Yo vengo aquí a dar por culo”, responde el señor, que considera también que la Guardia Civil no debería acatar las órdenes del Gobierno. “Tengo derecho a exigirles a ellos que cumplan lo que juraron, que es 'El honor es mi divisa' –argumenta en referencia al lema del instituto armado– y si no, que se hubieran hecho policía nacional o policía municipal”.

La conversación fluye entre las personas que esperan cuando tres horas después el director de la Hospedería vuelve: “Ya tengo el listado. Lo voy a mandar, pero lo tiene que cotejar Información. Tardará mínimo una hora”. Álex Navajas explica que la Policía tiene que revisar los nombres y DNI de todas las personas que pretenden acceder.

El flujo de coches que llegan al Valle de los Caídos es constante durante la mañana del domingo, pero el cartel de cierre les hace dar la vuelta. Algunos siguen la ruta hasta San Lorenzo de El Escorial. La barrera sube y baja constantemente, eso sí, para dejar salir a quienes han logrado asistir a la última misa en la basílica. Al filo de las 15 horas, la explanada comienza a llenarse de vehículos, que forman una larga cola que llega a la carretera: son unas doscientas personas que han participado en unas “convivencias”. “Son los de la secta esta, los de los kikos”, dice un agente en un momento de la tarde.

“¡Y esto con el Estado en funciones, que no es el Estado!”, se queja una señora que integra esa comitiva. Todos culpan al Ministerio del Interior por dar esa orden. Esperan durante más de dos horas para que la Guardia Civil les deje pasar para comer –también tenían el almuerzo reservado– y para recoger sus bártulos. Comienzan a hacerlo las embarazadas y familias que tienen niños que se han quedado en la Hospedería.

Mientras aguardan, llega al Valle de los Caídos un camión “con maquinaria pesada” que la mayoría apunta a que es para llevar a cabo la exhumación. “Pero si eso se levanta con un gato”, dice uno de los huéspedes sobre el procedimiento para quitar la losa de mármol. También hacen cola para entrar tres furgonetas de Movistar. Tras ellas, comienzan a entrar las cerca de doscientas personas que aguardaban en la entrada.

Tras recorrer unos tres kilómetros, se llega a la basílica. Está desierta, pero en la puerta están aparcados los coches de Movistar, uno de Patrimonio Nacional y una furgoneta. También está escoltada por la Guardia Civil. Al otro lado de la explanada la compañía telefónica ha colocado una enorme antena. “Para que tengamos cobertura”, dice una agente.

- ¿Hay misa a las 17 horas?

- No. No va a haber misa en los próximos días.

La basílica ya está cerrada y los operarios están empezando a trabajar dentro para proceder a la exhumación del dictador. “La orden es que ya no va a entrar nadie más. Se ha quedado gente en la puerta”, dice la recepcionista a una persona que se ha quedado en la entrada pasadas las 18 horas. “Mañana dios dirá”.

La cuenta atrás para que el dictador salga de su mausoleo en el Valle de los Caídos ya está en marcha, aunque el cálculo inicial del Gobierno se ha retrasado. Ya no será el 21 o el 22, que fueron las fechas más probables: finalmente, será el jueves 24.

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