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La vida en vilo por segunda vez: “En agosto salimos corriendo por el incendio y ahora el volcán”

Dos personas observan la lava avanzando por la zona de Cabeza de Vaca en El Paso.

Sofía Pérez Mendoza

21 de septiembre de 2021 22:01 h

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Entre el espectáculo visual y la fascinación científica por una erupción histórica emergen vidas marcadas por el volcán. Aún no tiene nombre, pero en casa de Florisela Rodríguez, palmera de 54 años, no se van a olvidar del día que la tierra se abrió para expulsar magma incandescente a través de siete –luego ocho, nueve, ahora– bocas. Afincada en Madrid desde hace tres décadas, acostumbraba a visitar a su padre, un hombre muy mayor y dependiente, cinco o seis veces al año. Pero en el último mes la vida se le ha puesto en vilo por dos veces.

La primera, con el incendio declarado en El Paso en agosto. Evacuó por sus medios al padre, los dos atemorizados por la densa nube de humo. Florisela vuelve a hacer las maletas a toda prisa apenas 30 días después. A la cuidadora del padre la lava le ha llevado la casa por delante y la suya, en los Llanos de Aridane, ha quedado a escasos cinco kilómetros de la lengua de magma.

“El 2020 había sido un año fatal, pero 2021 está ganándole la batalla”, asegura al otro lado del teléfono, con el sonido de la televisión canaria de fondo. Rodríguez lleva casi 72 horas con todas las ventanas de información oficial abiertas. “Necesito ver qué pasa, localizar a través de imágenes por dónde va la lava, a qué casas ha llegado. He dejado el trabajo aquí y cogido un vuelo rápido, el miércoles estaré allí”, cuenta esta abogada, que ha buscado a personas cercanas que se hagan cargo de su padre hasta que ella llegue. Los recursos de servicios sociales están centrados en la atención a los desplazados.

Los volcanes van con los palmeros. Forman parte de su identidad y la erupción es una catástrofe posible, aunque de 50 años a esta parte, una etapa de tranquilidad sísmica, casi lo habían olvidado. “Somos bastantes resilientes, no tenemos otra. Con nosotros van los volcanes, pero había pasado tanto tiempo desde el último... Es un espectáculo triste”, señala Florisela.

6.000 personas han sido ya evacuadas de sus viviendas en los municipios de El Paso, Los Llanos de Aridane y Tazacorte. El Gobierno canario calculó que el magma tocaría el agua en la noche del lunes, pero la lengua de lava avanza lenta. Los expertos que radiografían la erupción sobre el terreno desconocen cuánto puede durar. El volcán ha entrado en una nueva fase más explosiva -que no más peligrosa- en la tarde del martes. Las zonas costeras de Puerto Naos y El Remo, las primeras en ser evacuadas, se han quedado aisladas por la desaparición de partes de la carretera que las comunican.

Aunque no se han tenido que lamentar pérdidas humanas, los daños materiales están por cuantificar y seguirán creciendo con el paso de los días. Al menos 166 viviendas han quedado sepultadas bajo la lava –un terreno irrecuperable en las siguientes decenas de años–, aunque no se han ofrecido datos oficiales todavía de cuántos cultivos ha arrasado el magma o los animales muertos porque el rescate no llegó a tiempo. La Guardia Civil ha participado en labores específicas desde el lunes y hay imágenes de agentes poniendo al ganado a salvo.

“Llevo dos días con angustia y tristeza por las personas que conozco que van a perder todo. A nosotras nos ha tocado de cerca por la persona que cuida a mi padre. No para de llorar, se han metido en una caravana”, explica Rodríguez. Ha adelantado el sueldo del mes a la mujer. “No quería decírmelo pero llevaba varios días con lo puesto”, añade.

En La Palma, además, se da el problema de que la gente edifica al margen de la normativa y hay casas que no figuran en el plan general y que no están aseguradas, explica Florisela. A eso se suman los cultivos. En la isla una parte de los palmeros son cooperativistas y participan del cultivo y comercialización del plátano, con denominación de origen de Canarias.

Florisela y su familia tienen un terreno dedicado al plátano que está amenazado por el avance del magma. Lo que más preocupa, sin embargo, a su cooperativa ahora es que la lava entierre la central donde se lleva la fruta para exportarla. Desde Tazacorte a Fuencaliente los invernaderos y las plantaciones al aire libre copan todo el paisaje cercano a la costa. La producción semanal alcanza los 400.000 kilos de plátano semanales. A la Península, principal mercado, se envían en torno a 7.000 toneladas por semana de media.

La apertura de nuevas bocas en el volcán obligó este lunes a los servicios de emergencia a desalojar nuevos barrios de El Paso, como Tacande. “Nunca estás segura de si estás a salvo. Estamos en terreno volcánico y el magma no sabemos por dónde más puede salir”, asume Florisela.

La erupción ha vuelto a despertar entre los habitantes una vieja teoría, desmontada, de que un volcán en activo desgajaría la isla en dos y tendría efectos sobre la costa estadounidense. “Esta teoría está dando vueltas en la cabeza de todos y estamos intentando no alarmarnos. No es cierto, pero aquello incrementó los seguros en Florida ante la amenaza de un tsunami”, señala.

Lo que es seguro es que el volcán dejará efectos inevitables, terrenos imposibles de reconstruir, desplazados forzosos. Personas que tendrán que cambiar de barrio, de pueblo, tal vez de isla. La gestión posible, la de las ayudas, se irá aclarando en las próximas semanas. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, insistió en su visita a la isla en que nadie quedará dañado económicamente por las consecuencias de la erupción y anticipó la posibilidad de recalificar terrenos para acelerar la recuperación.

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