Descifran un nuevo relato sumerio que revela el origen del dios de la tormenta
Un equipo de investigadores ha publicado por primera vez la traducción y análisis de un mito sumerio desconocido hasta ahora, conservado en una tablilla de arcilla recuperada hace décadas y catalogada como Ni 12501. El texto, escrito en lengua sumeria y procedente de la antigua ciudad de Nippur, aporta información inédita sobre la mitología de la Baja Mesopotamia en el tercer milenio antes de nuestra era, con implicaciones relevantes para el estudio del panteón mesopotámico.
La tablilla describe la historia de un dios de la tormenta que es capturado, encerrado y posteriormente liberado por un astuto zorro. Aunque fragmentaria, la narración contiene estructuras y temas que recuerdan a mitos más conocidos de épocas posteriores, como el del dios Ishkur (el Baal mesopotámico), y sugiere que ya en tiempos muy tempranos los sumerios concebían a las tormentas como entidades divinas que podían ser contenidas y liberadas.
Un dios encerrado y un zorro liberador
Uno de los elementos más singulares del texto es la presencia del zorro como figura central en la acción. Este animal, rara vez protagonista en los mitos mesopotámicos conservados, actúa como mediador y libertador del dios meteorológico. El estudio, publicado en Cambridge University Press, sugiere que este papel podría reflejar creencias locales en torno a la astucia del zorro y su capacidad de mediar entre mundos; una figura que, en otros contextos, cumple funciones similares a las de dioses embaucadores o tricksters.
Los autores subrayan que este es uno de los primeros relatos conocidos en los que un animal no divino desempeña un papel central en la estructura mitológica, lo que abre nuevas líneas de interpretación sobre la cosmovisión sumeria primitiva y su concepción del mundo natural como un espacio activo en los conflictos entre fuerzas divinas.
Conexiones con la tradición acadia
El análisis filológico de la tablilla permite detectar paralelismos con narraciones posteriores en lengua acadia, como los relatos sobre Adad o Enlil. Algunos pasajes del mito, en los que se describe la furia de la tormenta y su encierro en una construcción sagrada, anticipan elementos que más tarde serían centrales en la teología babilónica. Además, el mito refuerza la idea de que la domesticación de las fuerzas naturales (tormentas, sequías, inundaciones) era uno de los ejes estructurales de la religión mesopotámica.
La tablilla también contiene pasajes de carácter litúrgico, lo que sugiere que el mito pudo haber sido recitado en contextos rituales, tal vez en festividades vinculadas a la fertilidad, la lluvia o los ciclos agrícolas. Los investigadores indican que los signos cuneiformes conservados presentan un estilo arcaico coherente con otras tablillas del periodo Ur III, lo que sitúa su composición hacia finales del tercer milenio a. C.
Nuevas rutas de investigación
El hallazgo del mito del dios de la tormenta y el zorro no solo amplía el corpus conocido de literatura sumeria, sino que también desafía las jerarquías habituales del panteón mesopotámico. La posibilidad de que una de las primeras representaciones de un dios de la tormenta esté vinculada a un animal intermediario plantea nuevas preguntas sobre la relación entre humanos, animales y dioses en las primeras religiones urbanas del mundo.
Además, la publicación de este texto abre la puerta a revisar otras tablillas aún no descifradas o mal catalogadas que podrían contener versiones alternativas o complementarias del mismo mito. Según los autores, “Ni 12501” se convierte así en un texto clave para repensar los orígenes del mito mesopotámico y su evolución a lo largo de los siglos.
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