¿Quién inventó la rueda? Un modelo matemático da la respuesta 6.000 años después
Pese a ser considerada una de las invenciones más decisivas de la humanidad, el origen de la rueda sigue envuelto en incertidumbre. Ahora, una investigación publicada por Royal Society Open Science propone una reconstrucción detallada de su evolución mediante simulaciones estructurales y algoritmos de diseño generativo. El estudio, firmado por los ingenieros Lee R. Alacoque y Kai A. James, junto al historiador Richard W. Bulliet, plantea que la rueda pudo haber surgido de manera gradual como respuesta a las condiciones específicas del trabajo en minas neolíticas en los montes Cárpatos (un sistema montañoso de Europa oriental) hacia el 3900 a.C; es decir, hace 6.000 años.
Del rodillo al rodamiento unilateral
La hipótesis parte del uso de rodillos: troncos colocados bajo cargas pesadas para reducir la fricción del arrastre. Sin embargo, en entornos como las minas, con túneles estrechos y sin posibilidad de recolocar los rodillos, este método resultaba poco práctico. La adaptación consistió en tallar cavidades en la base de los recipientes, permitiendo que los rodillos quedaran insertados y rodaran junto con la carga. Aunque esto reintrodujo una superficie de fricción —por el deslizamiento entre rodillo y recipiente— eliminaba la necesidad de recolocarlos, permitiendo el transporte continuo dentro del túnel.
Esta solución intermedia, llamada por los autores “rodamiento unilateral”, supuso una mejora funcional significativa, incluso si aumentaba la fricción. Según el estudio, la clave fue que esta fricción ahora podía controlarse: los mineros podían suavizar las superficies de contacto e incluso aplicar lubricantes. La presencia de ranuras en los rodillos —que podrían haber surgido accidentalmente— habría favorecido la retención de estos lubricantes, iniciando así una transición hacia diseños más eficientes y duraderos.
Una rueda que se diseña sola
Para probar esta evolución, los autores desarrollaron un algoritmo de optimización topológica que parte de un rodillo sin información previa y, a través de cientos de iteraciones, genera un diseño estructural que converge en un conjunto rueda-eje (lo que denominan wheelset). Este tipo de simulación, usada habitualmente en ingeniería avanzada, reproduce cómo una estructura puede adaptarse progresivamente a condiciones físicas para mejorar su rendimiento. El modelo resultante reproduce un eje central fino con dos ruedas robustas en los extremos: un diseño que reduce drásticamente la fuerza necesaria para empujar una carga.
Aunque este diseño presentaba desventajas para maniobrar —ya que las ruedas no giraban de forma independiente—, eso no era un problema en túneles rectos excavados por los propios mineros. De hecho, su simplicidad estructural lo hacía menos propenso a averías y más fácil de fabricar con los materiales disponibles, como la madera. Según los investigadores, el wheelset representó el segundo gran salto evolutivo en la historia de la rueda, y fue condición necesaria para la posterior aparición del eje independiente, más avanzado pero también más complejo.
Miniaturas con ruedas y sin animales
Las evidencias arqueológicas apoyan esta teoría. En yacimientos de la cultura Boleráz, al norte de los Cárpatos, se han hallado más de 150 pequeñas tazas de cerámica con ruedas, datadas hacia 3600 a.C. Lejos de ser juguetes, estas piezas —sin indicios de sistemas de tiro ni ejes móviles— se interpretan como versiones simbólicas de pequeños carros mineros. Algunas presentan incluso texturas que recuerdan a la cestería, lo que sugiere que estaban inspiradas en canastas reales usadas para transportar mineral en entornos subterráneos.
Los autores sostienen que estos objetos reflejan el valor social del avance técnico: en un contexto donde la extracción de cobre exigía transportar mayores cantidades de mineral por su baja pureza, disponer de un vehículo con ruedas podía suponer una diferencia crítica. En este sentido, las miniaturas serían un homenaje ceremonial a una solución logística que había transformado la vida económica de la comunidad.
Tecnología que evoluciona como la biología
El estudio plantea un paralelismo con la evolución biológica. Así como los seres vivos se adaptan a su entorno mediante pequeños cambios acumulativos, la rueda habría emergido no de una idea repentina, sino de ajustes sucesivos motivados por restricciones físicas muy concretas. “La rueda evolucionó de una tecnología previa, heredando rasgos útiles, y lo hizo en un entorno que favorecía esas adaptaciones”, explican los autores, subrayando el papel de las condiciones locales en el desarrollo técnico.
Esta visión choca con la narrativa clásica del invento como fruto de una iluminación individual. Al contrario, los investigadores proponen que lo que conocemos como “la rueda” fue el resultado de múltiples decisiones tomadas por personas anónimas, a lo largo de generaciones, que respondían a necesidades prácticas. La historia de su invención no sería, así, una epifanía puntual, sino un proceso de ensayo, error y adaptación que se aceleró por una presión funcional concreta: la necesidad de mover más con menos esfuerzo en un espacio limitado.
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