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La basura electrónica se multiplica sin control y solo el 20% se recicla

Un trabajador chino camina sobre desechos electrónicos en una planta de reciclaje en la ciudad de Chengdu, en el suroeste del país.

Carlos del Castillo

El mundo produjo 50 millones de toneladas de residuos electrónicos en 2018. Eso es tanto como tirar a la basura 125.000 aviones jumbo o 4.500 torres Eiffel, suficiente para cubrir de desperdicios tecnológicos toda la isla de Manhattan. Al ritmo de consumo actual, en el año 2040 las tablets, los móviles y los portátiles desechados supondrán el 14% de las emisiones contaminantes del mundo, en 2050 se superarán las 120 toneladas de basura electrónica anuales y, en 2060, la industria estará consumiendo ya el doble de materias primas que ahora para satisfacer la demanda.

Se trata de algunas de las cifras que arroja el primer informe de Naciones Unidas específico sobre este problema, en cuya investigación han colaborado tres agencias del organismo supranacional, su universidad adscrita y otras instituciones como la Unión Internacional de Telecomunicaciones, el Foro Económico Mundial o la Organización Internacional del Trabajo. Y lo que avisan todas ellas es que además de suponer “un tsunami” insostenible de residuos, el mundo está tirando mucho dinero a la basura.

El estudio señala que solo el 20% de estos desechos tecnológicos se reciclan adecuadamente y “hay poca información sobre lo que sucede con el resto, que en su mayor parte termina en un vertedero o es desechado por trabajadores informales en malas condiciones”. Sin embargo, en ese 80% que desaparece anualmente hay al menos 55.000 millones de euros en materiales que podrían ser reutilizados. Hasta 123 países del mundo no producen tanto dinero en un año como el que podría sacarse de la montaña de residuos electrónicos que se desperdician sin necesidad.

“En las manos adecuadas, sin embargo, podría valer considerablemente más”, expone la ONU, que señala que “si el sector se apoya en la combinación adecuada de políticas y se administra de la manera correcta, podría llevar a la creación de millones de empleos decentes en todo el mundo”. Por ello, reclama a los agentes involucrados en el proceso, desde fabricantes a usuarios, desde diseñadores a productores de materias primas, a involucrarse para “retener valor dentro del sistema, extender la vida económica y física del artículo, así como su capacidad para ser reparado, reciclado y reutilizado”.

“Las posibilidades son infinitas”, defienden: “Hay 100 veces más oro en una tonelada de teléfonos inteligentes que en una tonelada de mineral de oro. Los depósitos de materiales valiosos más ricos de la tierra se encuentran en los vertederos o en las casas de las personas”. 

El punto de inflexión es aquí y ahora 

Las cifras que arroja este primer informe de la situación de los residuos electrónicos, tanto en la imparable multiplicación de desperdicios como las bajas cotas que alcanza el reciclado de materiales, sumado a la capacidad del sector de evolucionar muy rápidamente, provoca que los investigadores planteen la necesidad de “reiniciar el sistema en beneficio de la industria, el consumidor, el trabajador, la salud de la humanidad y el medio ambiente”. “Este es un punto de inflexión en la historia y representa una oportunidad sin precedentes para las empresas, los responsables políticos y los trabajadores de todo el mundo”, proclaman.

“Los productos y servicios innovadores no tienen que significar más desechos electrónicos; pueden suponer muchos menos”, continúa el informe. La clave para los investigadores es resetear el modelo de producción lineal actual para arrancarlo como uno circular, intentando aprovechar al máximo la capacidad del sector para utilizar cada menos productos físicos y operar desde el entorno digitalizal y dando los pasos adecuados desde todos los ámbitos para facilitar que los materiales puedan tener una segunda vida. 

No tiene sentido que la electrónica, detalla el estudio, siga la tendencia de consumo que marcan pautas impuestas por la comida rápida o la moda low cost, en la que los productos se elaboran, consumen y desechan a gran velocidad. “Aquellos que puedan repensar la cadena de valor de los productos electrónicos y priorizar la desmaterialización y los sistemas de circuito cerrado (lo que significa reducir la dependencia de los recursos primarios), podrían tener una ventaja increíble”, revelan los expertos de la ONU. 

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