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Cuatro genios sin fama en el mundo de la tecnología

Genios sin fama

Pablo G. Bejerano

Madrid —

El mundo de la tecnología de vez en cuando da genios visionarios que inventan o impulsan productos revolucionarios. Este ideal, al que aspira buena parte de los emprendedores de Silicon Valley y del mundo entero, se condensa en figuras como Steve Jobs, o gente como Elon Musk, fundador de Tesla Motors.

Hay otros, sin embargo, que no cosechan tantos éxitos y, pese al carácter pionero de su trabajo, no reciben la fama que se merecen. En este caso hablamos de cuatro personajes que han sido adelantados a su tiempo en campos que ahora están en pleno desarrollo.

Steve Mann: precursor de la tecnología wearable

Este polifacético profesor e investigador canadiense saltó a la palestra mediática hace un par de años, cuando fue expulsado de un McDonald’s de París por llevar puesto un ‘eyeglass’, un dispositivo de su propia invención consistente en una montura similar a la de unas gafas con una cámara y una pantalla incorporadas.

Si este sistema le pareció aparatoso a los empleados de aquel local de McDonald’s, estaba muy lejos ya de las primeras invenciones de Steve Mann, allá por los años 70, cuando experimentaba con tecnología wearable en el instituto.

Steve Mann se interesó desde muy joven por este tipo de informática, la que se podía llevar puesta. De hecho, a lo largo de su carrera ha impulsado el concepto de cyborg, atribuyéndole connotaciones positivas como una simbiosis perfecta entre una persona y la tecnología. Este ideal es el que ha movido todos sus trabajos relacionados con la tecnología wearable, que empezaron mucho antes que las Google Glass, los smartwatch y otros dispositivos modernos.

En 1994 Mann presenta la llamada ‘Wearable Wireless Webcam’, que transmite imágenes a una página web en tiempo real. Antes, en 1981 había creado la primera versión de su EyeTap, un aparatoso sistema que incluía un ordenador a la espalda y un casco con una cámara.

Armado con estos pertrechos para tener una visión de la realidad mediatizada por la informática, el inventor se parecía salido de la película Los Cazafantasmas. Con el paso de los años el dispositivo se ha ido mejorando, reduciéndose hasta poco más que unas gafas.

Mann ha influido en tecnologías como el wearable y la realidad aumentada con sus más de 200 publicaciones científicas.

Ernst Dickmanns: un adelantado de los coches autónomos

En 2020 varias marcas de coches, como Mercedes y Nissan, tienen previsto lanzar coches autónomos al mercado. Estos vehículos se han hecho populares recientemente, sobre todo cuando se conoció el proyecto Google Car. Pero la experimentación con estos sistemas de inteligencia artificial viene de atrás.

Ahora muchos de los retos que presentan los coches autónomos se resuelven gracias a una conexión a Internet, pero en los años 80 había que buscar otros caminos. Esto fue lo que hizo Ernst Dickmanns, ingeniero alemán y profesor de la Universidad Bundeswehr de Múnich.

Creó un equipo de investigación para avanzar en la conducción sin piloto y en su primer trabajo incorporó cámaras y sensores a una furgoneta Mercedes. La amplitud del vehículo permitió introducir en él sistemas informáticos que controlaran el volante, el acelerador y los frenos. Este control se basaba en la evaluación en tiempo real de secuencias de imágenes, el lenguaje de los sensores se traducía en comandos para la furgoneta.

A finales de los años 80 las furgonetas modificadas por Ernst Dickmanns y su equipo se conducían autónomamente a velocidades de casi 100 km/h. Por supuesto surgieron nuevos retos, como el procesamiento de imágenes, algo que se complicaba a mayor velocidad, sobre todo teniendo en cuenta la capacidad de los ordenadores de la época. Este escollo se resolvió usando visión sacádica (vistazos de cámara) para centrarse en los detalles más importantes y filtros de Kalman, para desestimar la información visual no relevante.

En 1994 se llevó a cabo una demostración de altura internacional con un Mercedes Clase S modificado por Dickmanns. El vehículo condujo solo más de 1.000 kilómetros con tráfico y a velocidades que llegaron hasta los 130 km/h. En las publicaciones que sucedieron a la investigación se fijaba en 158 km el máximo de recorrido que los vehículos lograron sin intervención humana.

Jaron Lanier y Thomas G. Zimmerman: pioneros de la realidad virtual

Unos meses atrás Facebook gastó un buen montón de dinero en comprar Oculus Rift, las gafas de realidad virtual más populares de toda una generación que ha surgido en los últimos dos años. Ni que decir tiene, la realidad virtual viene de lejos. Unos de los pioneros fueron Jaron Lanier, polifacética y polémica figura, sobre todo por sus libros, y su compañero Thomas G. Zimmerman. Ambos salieron de Atari y fundaron la compañía VPL Research en 1985.

Dejando de lado las polémicas mediáticas que ahora Lanier siembra con sus libros y declaraciones, él y Zimmerman centraron a mediados de los años 80 sus esfuerzos en la realidad virtual, un campo inspirador pero difícil de abordar.

Gracias a su trabajo, VPL Research fue la primera compañía en vender gafas y guantes de realidad virtual. Estos últimos procedían de una patente registrada por Zimmerman años atrás, que permitía a un sensor óptico estimar el ángulo de curvatura de los dedos, con el fin de usarlos como interfaz.

Entre los productos que creó VPL Research están el EyePhone, un dispositivo que colocaba dos pantallas LCD ante cada ojo del usuario, para introducirlo en un entorno virtual. Esto se complementaba con AudioSphere, que se encargaba de crear la ilusión de sonidos 3D. El carácter pionero de los productos, sin embargo, no atrajo el público esperado y en 1990 la empresa se declaró en bancarrota. Sun Microsystems compró todas sus patentes en 1999.

Imágenes: Hartwig HKD, Wikipedia, II y vrs.org.uk

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