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Manuel Castells: “Europa debe acelerar en inteligencia artificial, pero no como están haciendo EEUU o China”

El sociólogo Manuel Castells y el ministro para la Transformación Digital, Óscar López, en la reunión del Consejo Asesor Internacional en IA del Gobierno.

Carlos del Castillo

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Con la llegada Internet, Europa se dejó arrastrar por el método estadounidense, que a su vez se había dejado arrastrar por el método de Silicon Valley: implanta primero y mide las consecuencias después. Es una práctica que promovió una digitalización rápida, pero que trajo consecuencias como la extracción masiva de datos personales sin control por parte de las multinacionales digitales durante años, o la exposición de los menores a los efectos nocivos de los algoritmos de las redes sociales.

En medio de una nueva revolución, la de la inteligencia artificial, Europa ha quedado atrapada entre dos visiones. Por un lado, la estadounidense, que sigue priorizando el método Silicon Valley; y por otro, la china, caracterizada por el férreo control estatal tanto de la tecnología como de los ciudadanos. Son dos potencias que han puesto sus respectivas locomotoras a toda máquina para lograr la supremacía en la inteligencia artificial, mientras que Europa, con pocos desarrolladores destacados, apostó por la regulación.

“Europa está muy atrasada en inteligencia artificial y tiene que desarrollar su propio programa tecnológico y su propio programa industrial”, pide Manuel Castells, uno de los sociólogos más citados del mundo por sus análisis sobre cómo la revolución digital ha reconfigurado el poder, la economía y la vida social. “Pero no necesariamente como lo están haciendo Estados Unidos o China”.

“Vamos con retraso en los contenidos, los usos de la inteligencia artificial y las precauciones a tener con respecto a la velocidad con la que se está desarrollando. Porque aquí hay un tema geopolítico: la inteligencia artificial hoy en día es poder. Estados Unidos está invirtiendo mucho más que en ninguna otra tecnología o industria desde hace mucho tiempo. China también lo ha hecho, es su prioridad absoluta. ¡Incluso un país como Corea del Sur ha proclamado que quiere ser la tercera potencia del mundo! Corea del Sur, no Europa”, ha destacado.

Parte de la ciudadanía está en contra de la IA porque cree que es una máquina que los va a controlar. Pero no es una máquina, son personas. Personas con intereses económicos y políticos que, utilizando una tecnología muy poderosa, nos pueden controlar toda la vida

Manuel Castells

“Una gran parte de la ciudadanía está en contra de la IA porque cree que es una máquina que los va a controlar. Pero no es una máquina, son personas. Son personas con intereses económicos y políticos que, utilizando una tecnología muy poderosa, nos pueden controlar toda la vida”.

Castells ha hecho estas declaraciones tras la reunión del Consejo Asesor Internacional de IA, un órgano consultivo del Gobierno, del que es miembro junto a otros investigadores internacionales como Kate Crawford (cofundadodora de AI Now Institute y autora de El Atlas de la IA), Jerome A. Feldman (Universidad de Berkeley, EEUU), Luciano Floridi (Universidad de Yale), Jeroen van den Hoven (Universidad de Delft, Países Bajos), Carissa Véliz (Universidad de Oxford), Erika Staël Von Holstein (Reimaginar Europa) o Niklas Lundblad (Google).

Reunión del Consejo Asesor en IA del Gobierno, en la sede del Ministerio para la Transformación Digital.

Para Castells, hay una tercera vía entre la estadounidense y la china. “Incorporando lo que, de manera confusa pero que todo el mundo entiende, llamamos los valores europeos. Los valores de civilización y democráticos, que no sean solamente ni la ganancia de la empresa ni el poder del Estado”, pide el investigador y exministro de Universidades. “Es vital incluir los objetivos sociales y de usos positivos en el propio modelo de desarrollo de inteligencia artificial. No buscar solo la competitividad política o económica, sino la realización social y ética”.

Discernir en qué consiste esa visión “humanística” de la IA, y cómo permitir que dirija su desarrollo tanto en la industria como en la regulación española y europea, es uno de los objetivos del Consejo Asesor. Se trata de una ambición que ya quedó marcada en la ley de IA de la UE, la primera de su tipo en el mundo, aprobada bajo la presidencia rotativa de España.

Una norma que ahora Bruselas ha propuesto recortar. El objetivo, afirma la Comisión, es facilitar el desarrollo de esta tecnología en el continente. La medida, no obstante, llega en medio de una enorme presión por parte de Donald Trump y de las multinacionales tecnológicas estadounidenses.

Sería un mensaje desastroso que la primera ley de inteligencia artificial que se hace en el mundo vaya para atrás

Óscar López sobre la propuesta de Bruselas de recortar la ley europea sobre IA

“Sería un mensaje desastroso que la primera ley de inteligencia artificial que se hace en el mundo vaya para atrás”, ha declarado Óscar López, ministro para la Transformación Digital, encargado de organizar las reuniones del Consejo Asesor y recibir sus recomendaciones. “El camino debe ser el contrario. De hecho, en septiembre, en la Asamblea General de Naciones Unidas, se acordó que se cree un grupo de alto nivel para que haya una discusión mundial sobre la inteligencia artificial y regulación, un estándar lo más internacional posible”.

El ministro ha revelado que, como impulsora de la redacción inicial, España apoya la actual ley. “El Gobierno de España está de acuerdo con simplificar pero no con desregular. Nuestra posición es 'sí' a la simplificación administrativa. Europa no puede ser un bosque de 27 leyes diferentes que compliquen el desarrollo tecnológico. Pero 'no' a la desregulación”, ha enfatizado.

El papel de España

Carissa Véliz, profesora de la Universidad de Oxford especializada en privacidad e inteligencia artificial, ha destacado el papel de España en la regulación del continente europeo y promover encuentros como el del Consejo Asesor, cuyos miembros no reciben una remuneración económica por su participación.

“España tiene una cultura muy autocrítica, y me parece muy bien y muy sano, pero también hay que identificar cuándo se está haciendo un esfuerzo por hacer las cosas mejor. Por supuesto que se cometerán errores. Por supuesto que los desafíos a los que nos estamos enfrentando son absolutamente titánicos. Pero la ética no sucede por casualidad, sucede porque alguien se sienta a pensar en qué puede pasar, qué puede ir mal y cómo lo evitamos”, ha destacado la especialista: “Estas son las conversaciones más interesantes, más filosóficas y más humanistas que se están teniendo en este ámbito. Y de eso hay que estar orgullosos”.

Carissa Véliz, en primer plano, durante la rueda de prensa tras la reunión de Consejo Asesor

El cualquier caso, la profesora ha pedido no caer en el determinismo tecnológico al tratar los problemas de la inteligencia artificial. “Todos somos muy conscientes de que hay problemas a los que nos enfrentamos, que son políticos y sociales, y que la tecnología no los va a resolver. Ahí la pregunta es: ¿cómo gestionamos a la tecnología para tener esas respuestas sociales a problemas sociales?”, ha indicado.

Véliz, nacida en México y con nacionalidad española y británica, también ha destacado la encrucijada en la que se encuentra Europa. “Me preocupa, por una parte, la actitud de Estados Unidos, que ha cambiado mucho. Y me preocupa que Europa no tenga suficiente energía para plantarle cara en esa lucha constante”.

Me preocupa que no apoyemos suficiente a las empresas europeas para ser innovadoras. Yo no quiero utilizar Google. Yo quiero una empresa europea que tenga mis valores y que proteja mi democracia

Carissa Véliz

“También me preocupa que no apoyemos suficiente a las empresas europeas para ser innovadoras y para que realmente tengamos alternativas. Yo no quiero utilizar Google. Yo quiero una empresa europea que tenga mis valores y que proteja mi democracia”, ha enfatizado.

Con todo, la especialista ha querido concluir recordando que no todo está perdido. “Lo que me parece positivo es que estamos viendo más valentía por parte de las administraciones públicas de tener un frente que defienda a la ciudadanía. Y eso incluso hace dos años yo no lo veía tan claro”. “Me encanta ver el ánimo de un frente común de decir: bueno, aquí hay una democracia que defender, ¿qué vamos a hacer al respecto?”.

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