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The Guardian en español

Un reactor en Arabia Saudí y las ventas opacas de EEUU despiertan temores por la proliferación nuclear

Imagen aérea del reactor nuclear en construcción en Arabia Saudí.

Julian Borger

Según las últimas imágenes satelitales, a Arabia Saudí ya solo le quedan unos meses para completar su primer reactor nuclear, pese a que todavía no ha mostrado ninguna disposición a acatar las normas que le impedirían fabricar una bomba.

El reactor se encuentra en la ciudad para la ciencia y la tecnología Rey Abdulaziz, a las afueras de Riad y fue identificado por Robert Kelley, exdirector de inspecciones nucleares del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA). Según Kelley, que ha pasado más de treinta años trabajando en investigación e ingeniería para el complejo estadounidense de armas nucleares, se trata de un reactor de investigación muy pequeño (30 kilovatios) y está a punto de ser terminado: “Supongo que en el plazo de un año podrían tenerlo todo, con el techo en su sitio y la luz encendida”, dijo.

En las fotos de satélite se ve que ya han levantado el receptáculo rectangular de acero y 10 metros de altura donde irá el combustible nuclear. El edificio de hormigón de al lado aún está en construcción.

Según Kelley, el principal objetivo práctico del reactor de investigación es formar a técnicos nucleares. Pero también marca el cruce de una frontera nuclear: antes de introducir combustible nuclear en el reactor, Arabia Saudí debería someterse a un amplio marco normativo y procedimental en el que se incluyen inspecciones del OIEA para garantizar que no se desvía material fisible que pueda ser utilizado en armas. Hasta ahora, Arabia Saudí ha evitado esas visitas.

La empresa estatal argentina Invap SE es la responsable del diseño del reactor. “Este reactor debería estar operativo más o menos a fines de año”, confirma Rafael Mariano Grossi, enviado de Argentina en la OIEA. “Depende de varios factores, en Invap se encargan del diseño y son los que dirigen todas las operaciones, pero la ingeniería local la están haciendo los saudíes”.

El directora del organismo, Yukiya Amano, ha afirmado que Arabia Saudí tendría que aceptar un programa de inspecciones y otras salvaguardas antes de importar combustible nuclear para el reactor de investigación. “No han dicho que no; no han dicho que sí; y ahora se lo están pensando”, señaló el viernes Amano. “Esa es la situación actual”.

Ventas opacas de EEUU a Arabia Saudí

Publicadas por primera vez por la agencia Bloomberg, las imágenes satelitales llegan en medio de una pelea entre la Casa Blanca de Trump y el Congreso por la venta de tecnología nuclear a Riad. El Departamento de Energía de EEUU ha concedido siete permisos para transferir al gobierno saudí información nuclear delicada de empresas estadounidenses.

El secretario de Estado, Mike Pompeo, y el de Energía, Rick Perry, han obstaculizado el trabajo de las comisiones del Congreso que exigen conocer el detalle de las autorizaciones y el nombre de las empresas involucradas.

Kristine Svinicki, jefa de la independiente Comisión Reguladora Nuclear, permaneció en silencio junto a sus compañeros cuando el senador demócrata Chris Van Hollen les preguntó el martes si habían sido consultados sobre esas autorizaciones.

Los ánimos se caldearon la semana pasada durante un enfrentamiento entre Pompeo y la Comisión de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes, dirigida por Demócratas. Los legisladores exigían saber por qué la Casa Blanca parece estar protegiendo al régimen saudí, responsable de abusos indiscriminados de derechos humanos, de un gigantesco número de civiles muertos en Yemen y del asesinato y desmembramiento del disidente y columnista de The Washington Post, Jamal Khashoggi. “Si no te puedes fiar de lo que harán con una sierra capaz de cortar huesos, no deberías fiarte de lo que puedan hacer con un arma nuclear”, le dijo a Pompeo el representante Demócrata por California Brad Sherman.

Según Sherman, la concesión de los siete permisos (conocidos como autorizaciones ‘Part 810') fue un intento de Trump y su yerno, Jared Kushner, de saltarse al Congreso para que la monarquía saudí evite firmar el acuerdo formal que limitaría estrictamente su programa nuclear. “Jared y Donald Trump han podido transferir tecnología nuclear a los saudíes en siete ocasiones y lo han hecho sin revelar los detalles a miembros del Congreso que tienen el mayor nivel de autorización para acceder a información sobre la seguridad nacional, incluso en salas confidenciales especiales, ¿qué están ocultando?”, afirma Sherman en una entrevista telefónica.

Según él, entre los dos partidos del Congreso hay una mayoría suficiente para insistir en que Arabia Saudí solo compre tecnología nuclear estadounidense si acepta los más altos estándares: nada de enriquecimiento de uranio, nada de reprocesamiento de plutonio, y la aceptación de las entrometidas inspecciones del OIEA. Pero Sherman no está seguro de que el Congreso pueda contra un veto presidencial. “Las cartas están contra nosotros”, dijo. “Necesitaríamos dos tercios de los votos y el ambiente en el país está tan crispado que el Congreso ya no es independiente”.

En febrero, un informe del comité de supervisión de la Cámara de Representantes demostraba con pruebas (filtradas por whistleblowers) que varios altos cargos de la Casa Blanca han presionado en repetidas ocasiones para lograr un acuerdo rápido de venta de reactores nucleares a Arabia Saudí que no requiera salvaguardas de no proliferación. Según ese informe, el primero en dirigir esa campaña fue el exasesor de seguridad nacional de Trump, Michael Flynn, de estrechos vínculos con IP3 International (una de las empresas detrás del plan). Tras el despido de Flynn, Jared Kushner, Rick Perry y Tom Barrack (un amigo de Trump) continuaron peleando por el mismo objetivo.

Arabia Saudí es miembro del Tratado de No Proliferación (TNP) desde 1988, pero no firmó hasta 2005 el acuerdo de salvaguardas generales con la OIEA. Quedó exenta de las inspecciones regulares firmando un “protocolo de pequeñas cantidades”, diseñado para países con cuantías insignificantes de material nuclear. El OIEA le ha pedido que termine con ese protocolo y acepte controles más estrictos, pero Riad se resiste.

Según Thomas Countryman, que trabajó como secretario de Estado adjunto de Barack Obama en seguridad internacional y no proliferación, las negociaciones de su gobierno con las autoridades saudíes se estancaron por la resistencia a aceptar la prohibición de enriquecimiento o reprocesamiento, así como el estricto protocolo de inspecciones de la OIEA. “Creo que, con Trump y Kushner, los saudíes vieron una oportunidad para concluir esto rápidamente a su manera, con la promesa de hacer grandes compras en el futuro”, afirma Countryman, que ahora preside la junta de la Asociación para el Control de Armas.

Aunque Countryman no ve probable que esas siete autorizaciones de exportación ayuden a Arabia Saudí en el desarrollo de armas nucleares, la falta de transparencia le parece cuestionable. “El inusual nivel de opacidad que rodea a estas aprobaciones sólo servirá para acrecentar las sospechas del Congreso sobre las intenciones del gobierno de Trump y de Arabia Saudí”, opina. “Si hay un acuerdo para vender reactores estadounidenses a Arabia Saudí sólo puede hacerse, y conseguir el apoyo del Congreso, con transparencia y no con opacidad”.

Traducido por Francisco de Zárate

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