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The Guardian en español

El peligro que supone el nuevo Gobierno italiano para Europa está un poco sobrevalorado

Giuseppe Conte, candidato del M5S y La Liga para presidir el Gobierno de Italia

Jon Henley

Italia ha sorprendido por la heterogeneidad de su nuevo Gobierno de coalición: el antiestablishment Movimiento Cinco Estrellas (M5S) y La Liga, de extrema derecha, tienen tan poco en común que han creado un “comité de conciliación” para resolver las diferencias internas.

Ambos partidos están de acuerdos en algunas cosas, por ejemplo en su deseo de plantar cara a la Unión Europea. Y si cumplen las promesas que han hecho en campaña, Italia debe prepararse para enfrentarse a la UE. La pregunta es: ¿llegarán realmente a una confrontación? No parece muy probable.

Mientras en Roma se debate sobre los puestos del nuevo gabinete, la situación es desde luego extraña. En principio, se anticipa un enfrentamiento por el tema de la inmigración: el contrato de la coalición quiere establecer un límite de 18 meses para los procesos de solicitud de asilo, la detención de inmigrantes irregulares y la deportación de medio millón de personas a sus países de origen, y la mayoría de estas medidas violaría leyes de la UE.

Luego, el próximo mes ya se presentaría otro desacuerdo, ya que los líderes de la UE tienen previsto extender las sanciones a Rusia que el Gobierno italiano –que describe a Moscú como un posible aliado en lugar de como un enemigo de Europa, y definitivamente no lo considera una amenaza militar– pretende que se levanten.

Pero las alarmas más fuertes suenan por la ambición que han manifestado los partidos de reescribir las reglas de la UE y por sus programas internos aparentemente enfrentados, que combinan el aumento del gasto público prometido por el M5S con el ajuste fiscal que promueve la Liga.

El pacto de la coalición dice que se debe revisar la dirección económica de la UE, que “se basa en controlar el mercado en lugar de tener una dimensión social y económica más amplia”, y sugieren que el mercado único sea reformado “para evitar efectos perjudiciales en los intereses nacionales”.

Si termina siendo elegido para el puesto, lo cual no es nada seguro, Paolo Savona –el ministro de Economía propuesto por la coalición– podría generar más de un revuelo. Savona, un exministro de Industria que se opuso al Tratado de Maastricht, ha apodado “la jaula alemana” al euro.

Europa no ha ocultado su preocupación. Mientras la Comisión Europea reveló sus consejos económicos para los estados miembros, el comisario de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici, expresó algo parecido a una vana esperanza.

“Esperamos que Italia coopere en base al diálogo, al respeto y a la confianza mutua”, dijo. A principios de esta semana, la comisaria de Comercio, Cecilia Malmstöm, afirmó que “hay algunas cosas que nos preocupan del nuevo Gobierno italiano”.

¿Una crisis al estilo griego?

Los economistas estiman que el coste de las promesas de la coalición –reducción de impuestos, mayores beneficios, jubilación anticipada– podría alcanzar los 170.000 millones de euros, o un 10% del PIB de Italia. Esto se sumaría a la deuda del país de 2,1 billones de euros y podría potencialmente llegar al peor escenario para la UE: una crisis parecida a la griega en la tercer mayor economía de la zona euro.

En contraste con los analistas extranjeros, muchos economistas italianos dudan de que un colapso sea inevitable o siquiera probable.

Estos expertos remarcan que el pacto de la coalición está redactado de forma muy vaga y que no es más que un manifiesto. Más allá de la retórica antiUE –algo en común en las campañas de ambos partidos–, poco indica que el nuevo Gobierno piense enfrentarse seriamente a la UE.

Giuseppe Conte, un abogado y académico sin experiencia política designado el miércoles pasado para dirigir el nuevo Gobierno, ya tendrá bastante trabajo intentando encontrar puntos en común entre los programas antagónicos del M5S y la Liga y sus respectivos líderes, Luigi Di Maio y Matteo Salvini.

Los presidentes italianos rara vez han utilizado su poder constitucional para vetar leyes propuestas por el Gobierno, pero si se encuentra con propuestas que considera fiscalmente irresponsables o que pueden desatar un conflicto abierto con Europa, Sergio Mattarella puede decidir que para todo hay una primera vez.

Pero el aparente programa del nuevo gobierno puede encontrarse con un obstáculo más importante: el Senado, que debe aprobar todas las leyes y en el que los socios de la coalición –que no son famosos por su disciplina a la hora de votar– tienen sólo siete de los 318 escaños.

Salvini ha prometido que la coalición “respetará las reglas y los compromisos” y que Europa “no tiene nada de qué preocuparse”: el nuevo Gobierno pretende “hacer crecer a Italia, aumentar el empleo y atraer a empresas a que inviertan en Italia para que el empleo sea más estable”.

Pero éste será el Gobierno italiano número 66 desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Dadas las obvias tensiones, obstáculos y limitaciones a las que se enfrentará, tanto a nivel interno como internacional, pocos piensan que dure lo suficiente como para solucionar los problemas de Italia y mucho menos para plantar cara a Europa.

Traducido por Lucía Balducci

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