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Grecia se prepara para la movilización sindical por el intento del Gobierno de reducir el número de huelgas

Sindicalistas fuerzan la entrada del Ministerio de Trabajo de Grecia en una de las protestas contra la ley que limita las acciones sindicales. Kostis Ntantamis / AP

Helena Smith

Atenas —

Grecia se prepara para una época de movilización sindical después de que sus diputados hayan votado la aplicación de las medidas políticas más polémicas vinculadas al rescate de 2015.

Los diputados han aprobado este lunes por la noche varias propuestas de ley de reformas de emergencia que incluyen una polémica legislación para limitar la acción sindical. Los sindicalistas han reaccionado con un aluvión de huelgas y han prometido más paros.

“Estos derechos se ganaron con sudor y sangre hace más de tres décadas”, señala Odysseus Trivalas, presidente del sindicato de trabajadores del sector público. “Los bancos, los empresarios de la industria y los inversores extranjeros nos los quieren negar. No se lo pondremos fácil. Saldremos a la calle”, asegura.

En los nueve años desde que cayó en la crisis económica, en Grecia se han celebrado unas 50 huelgas generales y los trabajadores ven las movilizaciones sindicales y los paros como algo sagrado. Bajo la nueva legislación, el Gobierno izquierdista de Alexis Tsipras ha acordado exigir a los sindicatos un mayor porcentaje de participación de los trabajadores para convocar huelgas.

“En la práctica será imposible que los trabajadores de las fábricas consigan que se les escuche”, afirma Trivalas. “No paran de decir que Grecia está ya mejorando después de mucho tiempo, que esto ayudará al crecimiento, pero la realidad es que el hombre de a pie no lo notará en su bolsillo durante otros 20 años. La ley es totalmente antidemocrática, una forma de esclavitud moderna”, añade.

Sindicalistas vinculados a los comunistas entraron por la fuerza en el Ministerio de Trabajo la semana pasada, levantando el cierre metálico con cuchillos y barras antes de enfrentarse a la ministra, Effie Achtsioglu, en su despacho en el octavo piso. De 32 años, Achtsioglu, estaba visiblemente nerviosa cuando los manifestantes gritaban “vergüenza” y pedían la retirada de la medida. Los sindicalistas colgaron una pancarta en la fachada del edificio con el lema “no toquéis las huelgas, es un derecho laboral”.

Además de las restricciones a las huelgas, el proyecto de ley prevé también la subasta online de propiedades pertenecientes a aquellos que no pueden pagar sus deudas. Esto, según los acreedores internacionales (la Comisión Europea, el BCE y el FMI), es esencial si se quiere abordar el gran volumen existente de préstamos bancarios morosos. Ambas medidas han sido muy perturbadoras para los miembros de la izquierda gobernante, muchos de los cuales empezaron en el movimiento sindical.

La ley aprobada contiene unas 100 reformas, conocidas como “acciones previas”. Aunque se espera que se aprueben, Tsipras, el primer ministro, se ha visto obligado a convencer a los cuadros de Syriza con el argumento de que, una vez se aprueben las medidas, Grecia podrá aprobar la revisión del cumplimiento de las medidas (por la troika) que liberará más fondos de emergencia antes de que finalice en agosto su tercer, y con suerte último, programa de rescate.

La semana pasada, en su primera reunión del gabinete en este año, el primer ministro anunció que el país está en el “último tramo” de supervisión internacional –el control se inició con el primer programa de ajuste económico de 120.000 millones de euros en mayo de 2010–.

“Muchos de los diputados de Syriza están enfadados porque las medidas castigan a su ideología de izquierdas y sus sentimientos”, señala el analista político Pantelis Kapsis.

El Gobierno griego espera lograr una “salida limpia” del control de los acreedores, calculando que una revisión de cumplimiento con éxito facilitará volver a los mercados financieros y permitirán al país conseguir una reserva de fondos antes de que termine oficialmente el rescate de 86.000 millones de euros, organizado por la Unión Europea, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Central Europeo.

Excluido de los mercados de capitales desde el estallido de la crisis, el Estado griego no ha sido capaz de refinanciar una deuda que, con una carga de unos 320.000 millones de euros (180% del PIB), es de lejos la más alta de la UE.

Para Tsipras, volver a obtener la independencia económica se ha convertido en algo esencial para su propia supervivencia política dado el dramático descenso de popularidad de Syriza bajo el peso de las medidas de austeridad. El domingo, Atenas recibió el mensaje de que la supervisión internacional no va a acabar pronto.

La negociación sobre una reestructuración de la deuda solo será posible si Atenas promueve más reformas una vez acabe formalmente el rescate, explica Thomas Wieser, presidente saliente del Grupo de Trabajo del Eurogrupo y un protagonista central en el drama de la deuda griega.

Traducido por Javier Biosca Azcoiti

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