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Anochece cuando no está José Luis

José Luis Cuerda, en la presentación del rodaje de 'Tiempo después'

Andreu Buenafuente

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José Luis Cuerda dijo en nuestro programa que no le gustaba demasiado que le llamaran maestro. Por eso era un maestro. Porque es una condición no buscada, una consecuencia y no un objetivo. Te conviertes en referente por tu genialidad y eso, si estás amueblado, te llena de un cierto rubor y lo desactivas con humor. Eso es lo que él hacía. Se sentía escuchado y observado en las cenas y reuniones así que se afanaba en ser entretenido, en buscar la sonrisa, la ironía, la buena sátira.

Una de las cosas más bonitas que me habrán pasado en mi carrera fue formar parte del grupo que empujó para que José Luis hiciera su última película, 'Tiempo después'. Edu Galán fue el que lo empezó todo. Al salir de una de esas cenas me dijo: “¿Sabías que Cuerda tiene un guion, una suerte de continuación de 'Amanece' y que no se la quieren producir porque dicen que está mayor?”. Me quedé de piedra. ¿En serio hay alguien en este país que tiene el cuajo de decirle eso a este hombre? (Conozco esta industria y, aun así, no deja de sorprenderme). El caso es que nos confabulamos, nos organizamos y ¡LO CONSEGUIMOS!.

Recuerdo alguna reunión sobre la película donde el propio José Luis escuchaba y hablaba poco. Me conmovía su precaución. Nos definió como “una turba”. Y nos gustó, claro. Todo lo que nos decía nos gustaba. Y nos emocionaba ver cómo salía adelante el proyecto porque sabíamos que aquello era especial, posiblemente su despedida. Como así ha sido, desgraciadamente.

Hoy estamos jodidos, pero conformes. Sabemos que pudimos expresarle lo mucho que le respetábamos y queríamos. Se ha ido trabajando, bromeando y con más ideas en la cabeza. Eso nunca se pierde. Cuando leyó una crítica en la que se hablaba de su “última” película dijo “rápido, ¡hay que hacer otra!”. Así era él: inconformista. Tan listo que corría el riesgo de no ser feliz pero, al mismo tiempo, tan brillante que pudo crear mundos para mejorar esta vida dura y cuesta arriba donde siempre amanece, que no es poco.

Hasta siempre maestro. Sí, sí, maestro.

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