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Por qué todos deberíamos aprender a hacer malabares

Hacer malabares. Foto: Elvert Barnes

Darío Pescador

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¿Sabes hacer malabares con tres naranjas? Quizá pienses que ya no tienes edad, o que no se pueden enseñar trucos nuevos a los perros viejos, como dice el refrán, pero toda la evidencia científica parece contradecir esta idea popular. Desde hace apenas una década sabemos que el cerebro es un órgano plástico que puede crecer, regenerarse y formar nuevas conexiones durante toda la vida. 

Sin embargo, la civilización nos arrastra a menudo a la atrofia mental. Nuestros antepasados vivían en la naturaleza, sometidos a estímulos cambiantes y a una actividad física constante. Nuestros entornos cotidianos, estáticos y controlados, junto con el sedentarismo, están afectando a la capacidad de nuestros cerebros. 

Pero, ¿qué tiene que ver esto con los malabares? Pues parece que este ejercicio es uno de los más efectivos para la generación de nuevas conexiones en el cerebro.

Más materia gris y blanca

En un estudio realizado por investigadores alemanes de la Universidad de Regensburg, dividieron a 24 personas que no hacían malabares en dos grupos y a uno de ellos les enseñaron la técnica durante tres meses. Los científicos realizaron los escáneres cerebrales de resonancia magnética de los voluntarios antes y después de que aprendieran a hacer malabares.

El estudio descubrió que los voluntarios que no se entrenaron para hacer malabares no mostraron diferencias en sus escáneres cerebrales durante el periodo de tres meses. Sin embargo, los que adquirieron esta habilidad mostraron un aumento de materia gris en dos zonas del cerebro implicadas en la actividad visual y motora (el área temporal media y el surco intraparietal posterior).

Siempre se habla de la materia gris como si fuera la más importante. Durante muchos años se pensó que era así, ya que es la parte que concentra los cuerpos de las neuronas. En cambio, la llamada materia blanca está formada sobre todo por los axones, es decir, las conexiones entre neuronas. Hay otros estudios que han comprobado que aprender una nueva habilidad, y en concreto hacer malabares, hacen que aumente la materia gris. 

En concreto, un estudio de 2008 se centró en los efectos de los malabares en el cerebro de las personas mayores, quienes tienen el mayor riesgo de padecer enfermedades neurodegenerativas. Los sujetos del estudio tardaban más tiempo en aprender que los de estudios anteriores realizados con veinteañeros. Sin embargo, se observaron los mismos cambios positivos en la materia gris en el córtex visual (lógicamente es necesaria la vista para hacer malabares), pero también aumentos de materia gris en el hipocampo, implicado en la memoria y que se ve afectado en la enfermedad de Alzheimer, y el núcleo accumbens, responsable de la motivación y la recompensa, entre otras cosas. 

Pero además, los malabares también producen cambios en la materia blanca del cerebro. Otro estudio de la Universidad de Oxford estudió a voluntarios que practicaron durante media hora al día durante seis semanas y los compararon con un grupo de control que no lo hizo. A los malabaristas les crecía más materia blanca en una parte del lóbulo parietal, una zona implicada en la conexión entre lo que vemos y cómo nos movemos. 

La coordinación y el envejecimiento

Hacer malabares requiere una competencia cerebral llamada coordinación mano-ojo. Es la que nos permite atrapar una pelota cuando nos la lanzan, pero también interactuar con nuestro mundo, mantener el equilibrio o llevarnos comida a la boca. Esto es una habilidad que se pierde con los años, precisamente porque cada vez se usa menos a medida que envejecemos. Por ejemplo, se conocen los beneficios del Tai Chi para mejorar la coordinación ojo-mano en las personas mayores, y también se han obtenido buenos resultados con la natación

Hay aún más recompensas cuando finalmente aprendemos a hacer malabares y practicamos de vez en cuando. Durante el proceso de aprendizaje, que puede ser incluso frustrante, estamos estimulados, y nuestro hemisferio izquierdo del cerebro está ocupado concentrándote cuidadosamente y analizando cada pasos, de forma parecida a cuando aprendemos a conducir. Sin embargo, cuando practicamos habilidades que ya dominamos, es el hemisferio derecho el que toma el mando, induciendo un estado de flujo, relajación y satisfacción. 

Los ejercicios que requieren coordinación ojo-mano son muy efectivos para garantizar la independencia y la movilidad de las personas mayores, pero cualquiera se puede beneficiar de aprender una habilidad física compleja como hacer malabares. Una de las grandes ventajas del malabarismo es que es igualitario. No discrimina por edad, tamaño, sexo o capacidad atlética. Un niño de diez años tiene tantas probabilidades de ser un gran malabarista fantástico como su abuelo, algo que no se puede decir de levantar pesas o correr una maratón. 

* Darío Pescador es editor y director de la revista Quo y autor del libro Tu mejor yo publicado por Oberon.

¿En qué se basa todo esto?

Training-induced brain structure changes in the elderly. Cambios en la estructura cerebral inducidos por el entrenamiento en personas mayores.

Neuroplasticity: changes in grey matter induced by training. Neuroplasticidad: cambios en la materia gris inducidos por el entrenamiento.

Training induces changes in white-matter architecture. El entrenamiento induce cambios en la arquitectura de la materia blanca.

The Effect of Aging on Adaptive Eye-Hand Coordination. El efecto del envejecimiento en la coordinación adaptativa ojo-mano.

Eye-hand Coordination of Elderly People Who Practice Tai Chi Chuan. Coordinación ojo-mano de las personas mayores que practican Tai Chi Chuan.

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