Un poco de veneno cura: así funciona la hormesis

Woman taking a dropper of CBD oil

Darío Pescador

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El rey Mirtrídates el Grande era un experto en venenos. Según el relato del historiador romano Apiano, este rey del Ponto se había inmunizado durante su juventud contra todos los venenos conocidos tomando dosis pequeñas. Irónicamente, cuando perdió la batalla contra los romanos intentó suicidarse envenenándose y fracasó, por lo que tuvo que pedir a su guardaespaldas que lo matara con su espada.

La práctica de tomar cantidades no letales de un veneno para adquirir inmunidad se llama en su honor mirtridatismo, y es un efecto bien conocido en toxicología. Por ejemplo, la dosis letal de heroína para una persona sana es de 200 mg, pero hay casos de los adictos a esta droga que son capaces de tolerar diez veces más. 

Hasta hace poco en toxicología se asumía que la dosis y el efecto tenían una relación lineal ascendente. Cuanto más alta es la dosis mayor es el efecto: una copa de vino te emborracha menos que cinco copas de whiskey. Sin embargo, a veces una dosis baja también tiene más efecto aún, con lo que la curva toma una forma de U. 

En esto consiste la hormesis, una palabra que proviene del griego y significa “estimular”. Una dosis alta de casi todo mata, pero una dosis baja es más saludable que cero.

Un poquito de radioactividad 

Hay algunos ejemplos sorprendentes de esto. La teoría tradicional era que la radiactividad hace aumentar los casos de cáncer en función de la dosis. Más radioactividad, más cáncer. En los años 90, por accidente, se utilizó acero radiactivo en la construcción de unos edificios en Taiwan, exponiendo a millones de personas a una dosis baja de radiación. Según los cálculos basados en un efecto lineal, entre las personas estudiadas deberían haberse registrado 302 casos de cáncer, 232 por la radiación natural, y 70 más debidos al acero. En su lugar, solo hubo 7 casos en total. La radiactividad en dosis bajas había “vacunado” a las personas contra el cáncer. 

Este efecto que también se observó en los supervivientes de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki. Los que habían sido expuestos a dosis bajas de radiación, por estar lejos del impacto, registraban menos mortalidad por cáncer que la media en Japón. 

La hormesis por radiación ha provocado un debate internacional. A la hora de tomar una decisión política, por ejemplo, para proteger a las personas de la radiación natural por radón, las autoridades se enfrentan a un dilema y, pecando de cautas, aceptan la teoría de la respuesta a la dosis, que asume una dependencia lineal entre el riesgo para la salud y en nivel de radiación. 

Sin embargo, muchos países, como la República Checa, Alemania, Austria, Polonia y Estados Unidos, tienen centros de terapia de radón cuyo principio de funcionamiento principal es la radiohormesis, o el impacto beneficioso de pequeñas dosis de radiación. Esto no impidió que en Estados Unidos declarara que las pruebas de este fenómeno eran insuficientes y que había que proteger a las personas incluso de riesgos mínimos. 

El problema de la oxidación

El oxígeno es otro ejemplo claro. Si nos falta, morimos por hipoxia, pero demasiado oxígeno es tóxico. Es el elemento activo en las llamadas especies reactivas del oxígeno, entre las que se cuentan los famosos radicales libres. Estas son moléculas altamente corrosivas que producen las células como subproductos de su metabolismo, y las culpables del “estrés oxidativo” que está detrás de muchas enfermedades y que supuestamente causa el envejecimiento. 

La teoría de los radicales libres propone limitar la acción de estas sustancias tóxicas por medio de antioxidantes. Es la culpable de que tu herbolario esté lleno de pastillas de vitamina C, beta-caroteno, resveratrol, astaxantina, cúrcuma y otros muchos antioxidantes que bloquean los radicales libres. Sin embargo, en más de 19 ensayos diferentes se ha visto que tomar antioxidantes no retrasa el envejecimiento. La teoría tampoco explica por qué el ejercicio, que produce enormes cantidades de radicales libres, sí que retrasa el envejecimiento. 

Parece que después de todo, necesitamos oxidarnos.

Cómo aprovecharse de la hormesis 

La idea de que el estrés es malo para la salud se está quedando anticuada. Los estudios confirman que una dosis de estrés intenso y controlado prolonga la vida y mejora la salud. Ejemplos de estos estresares son el choque térmico (exposición al calor o al frío intenso) , la hipoxia intermitente (dejar de respirar), o la restricción calórica (el ayuno intermitente). 

Los efectos de la hormesis se explican por las mitocondrias, las generadoras de energía en nuestras células. Las mitocondrias producen radicales libres como desecho de su tarea de generar energía química. Cuando aumentan los radicales libres dentro de las mitocondrias se da una reacción adaptativa que hace que se vuelvan más resistentes a la oxidación. Esto a su vez hace que descienda el estrés oxidativo, algo que se llama mitohormesis. Se cree que este es el mecanismo que hace que el ejercicio físico intenso funcione para mejorar la salud. 

Al contrario, hay estudios que indican que algunos suplementos antioxidantes pueden empeorar las enfermedades crónicas en seres humanos. Es decir, los antioxidantes no retrasan la degeneración celular, sino que la aceleran. También se ha visto que si se intenta controlar la oxidación producida por el ejercicio con altas dosis de vitamina C, esto anula el efecto beneficioso del deporte.

Por último, la hormésis también explica por qué algunos estudios indican que las personas que toman cantidades pequeñas (¡pequeñas!) de alcohol pueden tener menos riesgo de enfermedades cardiovasculares en comparación con los abstemios, aunque aquí surgen algunas dudas ya que estos efectos podrían haber sido exagerados. Las bacterias intestinales influyen en el metabolismo del alcohol, por lo no está claro si los beneficios de tomar la famosa única copa de vino al día se deben a la hormesis o a los metabolitos producidos por las bacterias beneficiosas. 

Lo que está claro es que en el lado alto de la curva está el peligro. Como dijo el médico y alquimista Paracelso, “todas las cosas son veneno, y nada hay sin veneno; sólo la dosis hace que una cosa no sea un veneno”.

* Darío Pescador es editor y director de la revista Quo y autor del libro Tu mejor yo publicado por Oberon.

¿En qué se basa todo esto?

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