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Sobre este blog

UNRWA es la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina en Oriente Medio. Desde 1949 trabajamos para proporcionar asistencia, protección y defensa a más de 5 millones de refugiados y refugiadas de Palestina, que representan más de la quinta parte de los refugiados del mundo y que actualmente viven en campamentos de refugiados en Jordania, Líbano, Siria y el territorio Palestino ocupado (la franja de Gaza y Cisjordania), a la espera de una solución pacífica y duradera a su difícil situación.

Cuando el mundo cabe en un aula

Abeer, profesora de inglés en Gaza

Beatriz Lecumberri

Gaza —

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Enseñar inglés a chicos que tendrán muy difícil viajar si las cosas no cambian, educar en la paz y la alegría pese a vivir siempre en conflicto y bajo la amenaza de una nueva guerra, estimular a los alumnos a terminar sus estudios pese a que difícilmente encontrarán un trabajo estable, atraer la atención de niños que no han podido desayunar y sienten hambre y cansancio, provocar carcajadas en pequeños traumatizados por la violencia y la falta de esperanza que respiran en sus casas. Solo la gran vocación por la enseñanza de Abeer El Madhoum hace que no pierda el entusiasmo en una labor diaria marcada por las limitaciones omnipresentes en la Franja de Gaza.

Educar en Gaza es mucho más que enseñar a sumar y restar o explicar las reglas gramaticales. Es una forma de romper las barreras, de abrir una ventana”.

Abeer tiene 35 años y es profesora en las escuelas de UNRWA en la ciudad de Gaza desde 2005. Cuando habla de su trabajo, la sonrisa se le desborda y contagia al interlocutor. “Quiero inculcar a mis alumnos la pasión por aprender, por saber. Es indispensable para construirse como persona y formar parte activa del mundo”, explica.

El encuentro con Abeer tiene lugar tras terminar un foro de profesores de escuelas de UNRWA en el que los docentes han puesto en común sus dificultades, sus ideas y sus logros. Varias decenas de maestros han hablado de los problemas financieros que han amenazado su trabajo en los últimos meses, de la manera de innovar en la enseñanza en medio de las dificultades del bloqueo impuesto por Israel hace 12 años, de la necesidad de atender los problemas psicológicos de muchos niños o de su impotencia ante la falta de medios materiales o el gran número de alumnos por clase.

Abeer es maestra y madre de tres hijos de entre seis y 12 años. Se ha puesto uno de sus mejores vestidos y ha preparado con esmero lo que quería decir durante este encuentro, que se celebra durante unas vacaciones escolares de Gaza.

“Me parece importantísimo que nos juntemos para hablar y nos estimulemos mutuamente. Porque lo último que podemos descuidar es la educación, que puede ser la tabla de salvación de muchos niños en Gaza”.

A su lado Rafat Al Habbesh, coordinador de las escuelas de la agencia de la ONU en la zona este de Gaza, asiente. Tiene 48 años y lleva la mitad de su vida trabajando en UNRWA, donde empezó como profesor.

“Es emocionante ver que nuestros profesores no se rinden ante la adversidad y siempre encuentran la manera de ser creativos, pedagógicos y eficaces. Todo ello en un contexto muy duro debido a la suspensión de la ayuda financiera estadounidense”, explica.

Trump y la financiación de UNRWA

Donald Trump anunció en agosto de 2018 que Washington suspendía sus contribuciones a UNRWA. Estados Unidos debía dedicar el año pasado 360 millones de dólares a la institución.

UNRWA logró reunir donaciones extraordinarias para seguir adelante con la columna vertebral de sus ayudas: la educación, la salud y la distribución de ayuda humanitaria, pero los recortes se han dejado sentir y la financiación del año próximo volverá a ser complicada.

Habbesh recuerda, por ejemplo, que el programa de salud mental de la UNRWA se ha reducido, las actividades extraescolares para niños han desaparecido y varias decenas de trabajadores de la institución, que emplea a 14.000 personas en la Franja, se han visto afectadas con reducciones de jornada o no renovación de los contratos.

Con gesto triste, Al Habbesh recuerda que en un tiempo no muy lejano UNRWA podía dar a sus alumnos un desayuno completo en sus escuelas. “Para muchos alumnos era la comida principal del día. Nosotros teníamos la garantía de que estaban alimentándose y de que su rendimiento sería mayor. Hoy tenemos alumnos con anemia, chicos que vienen con el estómago vacío y no comen nada durante la jornada escolar”, lamenta.

Habbesh explica además que el año que viene probablemente no podrán repartir material escolar a sus 290.000 alumnos.

“Tengo bajo mi supervisión una escuela en la que hay tres turnos: de 6 a 10 de la mañana, de 10 a 1 de la tarde y finalmente de 1 a 4. En total, 6.000 alumnos. Así es muy difícil enseñar bien y acompañar. Tenemos cada día más estudiantes y la construcción de escuelas, desgraciadamente, no sigue el mismo ritmo”, dice.

Tras la guerra de 2014, numerosas escuelas de UNRWA pasaron meses convertidas en refugios para familias que habían perdido sus hogares. Después, ha sido complicado rehabilitarlas para que vuelvan a operar como centros educativos.

“A veces pienso que la incertidumbre y la crisis ya forman parte de la cultura palestina. No recuerdo un momento estable en Gaza. Por ello, como educadores, siempre tenemos dos o tres escenarios posibles ya que a menudo lo que teníamos previsto no sale adelante y hay que pensar rápido en otra cosa”, admite Habbesh.

Estudiar: un derecho más que un deber

Pese a todo, menos del 1% de los alumnos de las escuelas de UNRWA deja las aulas. El dato hace sonreír a Abeer. “Yo les digo que estudiar es un derecho más que un deber, que pueden cumplir sus sueños si siguen adelante y saben más del mundo que les rodea. Porque podemos ser pobres, vivir aislados, pero prácticamente todos los niños tienen sueños. Mis alumnos sueñan con ser libres, vivir como otros chicos de su edad, ser excelentes médicos, abogados o futbolistas”, explica.

Abeer enseña inglés y participa activamente en la elaboración del plan de estudios de varias escuelas. Su familia llegó a la Franja a principios de los 50, después de haber abandonado a la fuerza su casa, en un pueblo situado a poca distancia de Gaza, cerca de la ciudad de Ashqelon. Ella ha salido contadas veces de los 365 km2 de Gaza. La última hace un año para ir a una formación de profesores en Jordania. “Tuve el permiso israelí para cruzar el territorio, pero no para detenerme. Es decir, jamás he pisado Cisjordania y mucho menos Jerusalén. No conozco mi país.”.

Es el único momento en que la tristeza invade la conversación. La falta de libertad y el riesgo de perder sus trabajos merma la moral de profesores y alumnos, admite esta maestra.

En estos días, los estudiantes de Abeer tienen encuentros por Skype con alumnos de otras escuelas del mundo para hablar sobre sus formas de vida, su cultura y sus colegios respectivos. “A veces se frustran mucho al ver cómo la vida es fácil en otros lugares del mundo, pero a menudo viven estos intercambios con otros estudiantes como un reto, un aliciente para superarse”, explica.

“Es verdad que mis alumnos y alumnas no pueden ir a Londres, pero yo intento traer Londres a mi clase. Gracias a internet, al teatro o a las fotografías les hago viajar. Lo importante es no rendirse”, recalca.

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UNRWA es la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina en Oriente Medio. Desde 1949 trabajamos para proporcionar asistencia, protección y defensa a más de 5 millones de refugiados y refugiadas de Palestina, que representan más de la quinta parte de los refugiados del mundo y que actualmente viven en campamentos de refugiados en Jordania, Líbano, Siria y el territorio Palestino ocupado (la franja de Gaza y Cisjordania), a la espera de una solución pacífica y duradera a su difícil situación.

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