Los pescadores en Gaza se enfrentan a un enorme riesgo de desempleo y pobreza. Casi 15 años de estricto bloqueo en la franja de Gaza les han dejado incapaces de soportar ninguna crisis económica. Tras dos años del estallido de la pandemia, que se sumó al bloqueo y a la ofensiva israelí de mayo de 2021, intentan recuperarse sin éxito.
“Regreso a casa tarde a propósito esperando a que mis hijos se duerman porque no puedo darles dinero para sus cosas”, comenta Muflah Abu Rialla, pescador gazatí.
Como cualquier otro pescador, Muflah, de 38 años, se caracteriza por la piel recia, las manos ásperas y las quemaduras del sol. Su ropa desgastada es una metáfora de su vida. Vive con su familia en un modesto edificio residencial ubicado en el superpoblado campamento de refugiados y refugiadas de Palestina de Al-Shati.
Se trata del tercer campamento más grande de los ocho que hay en la franja de Gaza. Es uno de los más concurridos y localmente se conoce como “Shati” o el campamento de la playa. En sus inicios albergaba a 23.000 refugiados y refugiadas que huyeron de Lydd, Jaffa, Be’er Sheva y otras zonas de Palestina. Actualmente, acoge a más de 82.000 personas que residen en un área de 0,52 kilómetros cuadrados. Las calles y los callejones suelen ser muy estrechos y la zona se considera una de las más densamente pobladas del mundo. El campamento fue asaltado por ataques aéreos israelíes el 14 de mayo de 2021 y provocó muchas muertes. Una familia perdió a 10 de sus miembros, incluidos cinco estudiantes de una de las escuelas de la Agencia de Naciones Unidas para la Población Refugiada de Palestina (UNRWA).
En este campamento de Shati, de pie y frente a su viejo barco de pesca, Muflah calcula cuánto le costará la reparación del mismo, sabiendo que no puede cubrir todos los gastos. “Me costaría 1700$ pero solo puedo pagar 100$”. Para Muflah, reparar el barco es esencial. Es el único medio que tiene para ganarse la vida. El pescador comenta que la falta de equipo de pesca hace que los precios sean más caros de lo que solían ser, lo que agrega otra carga sobre los hombros de los pescadores. “Si esta situación de falta de recursos se mantiene, los barcos pesqueros de Gaza no podrán navegar”.
Desde 2006, las autoridades israelíes prohíben la importación de equipos y herramientas necesarias para los pescadores en la franja de Gaza con el pretexto de que son materiales de “doble uso”. Según la clasificación israelí, están destinados a “uso civil” y también aptos para “uso militar”.
Además, miles de pescadores han perdido sus trabajos debido al bloqueo y a las prohibiciones israelíes. La imposición israelí de restricciones en la zona de pesca de Gaza, a una distancia significativamente inferior a las 20 millas náuticas acordadas inicialmente con Israel, ha afectado especialmente a este campamento. La disminución de las capturas pesqueras ha llevado a la pérdida de medios de subsistencia y al aumento de la pobreza. Además, las prácticas utilizadas por la armada israelí para hacer cumplir los límites de pesca, incluido el disparo de munición real, han planteado serias preocupaciones en materia de protección.
Según los últimos datos del Centro Palestino para los Derechos Humanos, en tan solo un año se registraron 133 ataques contra pescadores palestinos por parte de la marina israelí mientras navegaban y pescaban.
Todas estas circunstancias han llevado a la reducción de los ingresos medios de los pescadores de 1.500 shekels a 500 shekels al mes. El caso de Muflah es aún más complicado: “Mis ingresos diarios oscilan entre 15 y 20 shekels, lo que nunca podrá cubrir los gastos de mi familia. UNRWA solía dar trabajo a los pescadores con proyectos de empleo temporal, algo que nos ayudaba mucho”.
El bloqueo, la pandemia y las sucesivas crisis hace que muchas familias refugiadas de Palestina no puedan mantenerse por sí mismas. A esto se le suma también las consecuencias de la invasión rusa de Ucrania, ya que alrededor del 40% de las necesidades de trigo y harina de Gaza llegan a la Franja a través de Egipto, y el precio ya ha aumentado un 20% en las últimas semanas. Ya antes de esta nueva crisis, una gran proporción de la población refugiada de Palestina en Gaza dependía del programa de asistencia alimentaria de UNRWA. El futuro no se intuye mucho mejor.
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