A nadie le amarga un dulce por Europa: los 5 postres más reconocidos en toda Rumanía
Pocas cosas despiertan tanta unanimidad como un buen postre. Y si hablamos de los más célebres del continente, Rumanía juega en otra liga. Su historia culinaria, influida por Europa central y los Balcanes, explica por qué los postres de Rumanía conservan un carácter muy ligado a las celebraciones y a la cocina doméstica. Entre masas fermentadas, frutos secos y rellenos generosos, estos cinco clásicos abren la puerta a un universo donde el dulce es sinónimo de ocasión especial.
En este recorrido por la repostería rumana asoman nombres que cualquier viajero ha escuchado —o probado—: el cozonac, los papanasi o la plăcintă, dulces que han cruzado fronteras sin perder identidad. Rumanía puede dividirse por regiones históricas o tradiciones locales, pero hay algo que la mantiene unida: su capacidad para convertir el postre en parte central de la celebración.
1. Cozonac
El dulce festivo por excelencia. Es un pan dulce relleno de nueces, cacao o semillas de amapola, muy presente en Navidad y Pascua. Su elaboración es larga y suele implicar a toda la familia.
2. Papanasi
Uno de los postres rumanos más conocidos. Son una especie de buñuelos de queso fresco, fritos o hervidos, servidos con nata agria y mermelada. Contundentes y muy populares en restaurantes tradicionales.
3. Plăcintă
Un término que engloba diferentes tipos de pasteles rellenos. Puede llevar queso, manzana o calabaza, y se presenta tanto horneada como frita. Es habitual como postre o merienda.
4. Alivenci
Un pastel tradicional elaborado con harina de maíz, queso fresco y huevos. Menos conocido fuera del país, es típico de zonas rurales y celebraciones locales.
5. Colivă
Postre ritual vinculado a ceremonias religiosas. Se prepara con trigo cocido, azúcar y frutos secos. Más que un dulce cotidiano, tiene un fuerte valor simbólico dentro de la cultura rumana.
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