Ni Pedraza ni Ayllón: el pueblo de Segovia que albergó tres culturas distintas y conserva un castillo medieval
Cuéllar ocupa una posición reconocible dentro del mapa de la provincia de Segovia por su tamaño, su extensión territorial y la continuidad histórica de su casco urbano. La localidad se asienta sobre una elevación del terreno que condicionó su desarrollo desde época medieval, cuando la defensa y el control del territorio eran elementos centrales para la organización de las villas del interior peninsular. Aún hoy, el trazado urbano refleja esa función original.
El municipio no responde a un crecimiento reciente ni a una transformación vinculada exclusivamente al turismo. Su estructura se formó de manera progresiva a lo largo de varios siglos, con una planificación adaptada a las necesidades de cada momento. Calles, plazas y edificios mantienen una disposición que permite reconocer la lógica de una ciudad histórica que fue más que un núcleo residencial: fue un espacio administrativo, defensivo y económico.
Ese proceso histórico estuvo marcado por la convivencia de distintas comunidades. Durante la Edad Media, Cuéllar fue hogar de población cristiana, judía y musulmana, una realidad común en determinadas zonas de Castilla pero no siempre conservada de forma tan visible. El sistema defensivo, los edificios religiosos y algunos espacios urbanos conservan la huella de esa coexistencia, que forma parte del relato histórico del municipio.
Patrimonio medieval y huellas de convivencia
Cuéllar está declarada Conjunto Histórico-Artístico debido a la conservación de su patrimonio y a la coherencia de su estructura urbana. Uno de los rasgos que mejor define a la localidad es su carácter de ciudad amurallada. El recinto defensivo, de gran extensión, organizó durante siglos la vida interior de la villa y condicionó su crecimiento. De ese sistema se conservan puertas históricas como las de San Basilio, San Martín y San Andrés, así como arcos integrados en el trazado urbano, entre ellos los de Santiago y la Judería.
El castillo se sitúa en la zona más elevada del núcleo urbano y constituye el principal referente arquitectónico del conjunto. Su configuración actual responde a distintas fases constructivas, lo que explica la combinación de elementos mudéjares, góticos y renacentistas, con predominio de estos últimos. A lo largo del tiempo, la fortaleza pasó de tener una función defensiva a convertirse en residencia señorial, sin perder su papel central dentro de la ciudad.
El patrimonio religioso completa la lectura histórica del municipio. Entre los templos conservados destaca la iglesia de San Martín, que mantiene un notable estado de conservación y alberga en la actualidad el Centro de Interpretación del Arte Mudéjar. A este edificio se suman la iglesia de San Andrés y la de San Esteban, que forma un conjunto con su necrópolis medieval, integrada en el Parque Arqueológico Medieval de San Esteban. Estos espacios reflejan la importancia de la arquitectura religiosa en la organización urbana.
La convivencia de las tres culturas medievales dejó vestigios reconocibles en distintos puntos de la localidad. La Judería, la calle de Morería y la necrópolis musulmana de Santa Clara permiten identificar áreas vinculadas a comunidades judías y musulmanas. Fuera del recinto amurallado, tras cruzar la Puerta de San Basilio, se localiza el convento del mismo nombre, que completa el conjunto histórico extramuros y refuerza la lectura territorial de la villa medieval.
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