La regla del 4-3-2-1 para hacer la maleta y ahorrar espacio en tu equipaje si no quieres facturar

La regla 4-3-2-1 no trata de vestir bien, sino de viajar mejor

Aurora López

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Para muchos viajeros, hacer la maleta es, precisamente, la parte más tediosa del viaje. Frente a la ilusión de preparar un itinerario, reservar alojamientos o imaginar los primeros pasos en un nuevo destino, llenar la maleta a veces supone lidiar con la molestia de olvidar algo esencial en casa o cargar con los 'por si acasos' que nunca saldrán de la maleta. Sin embargo, existe un método sencillo que promete aliviar ese proceso y, de paso, ayudar a ahorrar espacio, tiempo y dinero. Esa es la regla del 4-3-2-1.

Esta técnica, cada vez más popular entre los que apuestan por la ligereza y la eficiencia, propone una forma concreta de seleccionar la ropa que se llevará en la maleta. Se trata de elegir cuatro partes de arriba, tres partes de abajo, dos pares de zapatos y una prenda de abrigo. La fórmula, aparentemente simple, está pensada para cubrir las necesidades básicas de vestuario durante un viaje de entre cuatro y siete días, sin necesidad de facturar equipaje. No obstante, la regla 4-3-2-1 no trata de vestir bien, sino de viajar mejor.

Menos es más

La elección de las prendas, eso sí, debe hacerse con inteligencia

El atractivo de la regla 4-3-2-1 reside, sobre todo, en su enfoque minimalista pero funcional. Aunque puede parecer poco llevar únicamente cuatro camisetas o tres pantalones, la clave está en la versatilidad de las prendas y en su capacidad para combinarse entre sí. Con cuatro partes de arriba y tres partes de abajo, se pueden crear hasta doce conjuntos distintos, suficientes para no repetir look durante toda la estancia.

El método no solo ahorra espacio físico, sino también quebraderos de cabeza. Frente a la indecisión que supone revisar todo el armario antes de un viaje, esta regla ofrece una guía clara que ayuda a seleccionar con criterio. La elección de las prendas, eso sí, debe hacerse con inteligencia. Por ello, lo recomendable es optar por tejidos que no se arruguen con facilidad, además de prendas que se puedan lavar fácilmente a mano o en la lavadora del alojamiento.

Incluso en viajes más largos, de dos semanas o más, la regla sigue siendo válida si se está dispuesto a lavar la ropa. Muchos hoteles, apartamentos turísticos y hostales ofrecen lavandería, o se puede recurrir al lavado a mano de camisetas o ropa interior. En este contexto, las prendas de secado rápido se pueden convertir en una aliada clave durante el viaje.

Dos pares de zapatos

En cuanto al calzado, la fórmula establece un límite razonable: dos pares. Lo habitual es llevar uno puesto y meter en la maleta el otro. Por ejemplo, unas zapatillas cómodas para caminar durante el día y otro par de zapatos más versátiles que sirvan tanto para una cena como para una visita cultural en el caso de que te apetezca llevar algo distinto. Esta combinación suele ser suficiente para la mayoría de situaciones, siempre que se escojan modelos cómodos y adaptados al destino.

La chaqueta, siempre con cabeza

La única prenda exterior recomendada es una chaqueta, abrigo o cazadora ligera que combine con todo. Aquí es fundamental conocer el clima del lugar al que se viaja. Si se trata de un destino cálido, bastará con un cárdigan o una camisa larga para cubrirse en las noches más frescas.

Por el contrario, si el viaje es a un lugar con temperaturas bajas o cambios climáticos frecuentes, será mejor optar por una prenda impermeable, como un cortavientos, preferiblemente plegable para que no ocupe mucho espacio.

¿Y la ropa interior, el neceser y otros básicos?

La ropa interior, calcetines, pijama y otros elementos de higiene personal no están incluidos en la estructura 4-3-2-1, pero también deben ser incluidos. Para viajes de cuatro a siete días, se recomienda llevar unas cinco mudas de ropa interior, dos o tres pares de calcetines, un pijama y, si lo necesitas, un traje de baño.

En cuanto al neceser, recuerda que si viajas solo con equipaje de cabina, los líquidos deben cumplir con la normativa, por lo que deberás llevar envases de máximo 100 mililitros y dentro de una bolsa transparente.

Cómo meterlo todo en una maleta de cabina

Enrollar prendas permite aprovechar mejor el espacio

Es importante tener en cuenta que el método no termina en la elección de qué llevar al viaje. Cómo se coloca todo dentro de la maleta también influye. La técnica del enrollado de prendas, por ejemplo, permite aprovechar mejor el espacio y evitar arrugas.

Muchas personas recurren también a bolsas de compresión o packing cubes, que son pequeños compartimentos que organizan la ropa por categorías y ayudan a mantener el orden durante todo el viaje. Como añadido, el uso inteligente del espacio, como rellenar los zapatos con calcetines o cargadores, también puede marcar la diferencia.

Ahorrar sin facturar

Una de las grandes ventajas de este método es que permite evitar la facturación del equipaje. Esto, en tiempos donde muchas aerolíneas cobran suplementos por las maletas en bodega, supone un ahorro económico significativo. Además, evita esperas en las cintas de recogida y reduce el riesgo de que la maleta se pierda o se retrase.

A la hora de aplicar la regla 4-3-2-1, es esencial conocer las dimensiones máximas permitidas para el equipaje de mano, que varían ligeramente según la aerolínea, pero suelen oscilar en torno a los 55 x 40 x 20 centímetros. Estas medidas incluyen asas, ruedas y bolsillos exteriores, y están diseñadas para que la maleta quepa sin dificultad en los compartimentos superiores de la cabina.

En el caso de las mochilas, muchas compañías permiten un equipaje personal adicional más pequeño, como un bolso o mochila de 40 x 30 x 15 centímetros, que debe colocarse debajo del asiento delantero. Si se acaban superando estas medidas puede implicar el pago de un suplemento en la puerta de embarque o incluso facturarlas como equipaje.

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