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Opinión - El pueblo es quien más ordena todavía. Por Rosa María Artal

Cerdos para hoy, hambre y sed para mañana

Granjas de cerdos

José Luis Gallego

Las macrogranjas de cerdos generan uno de los mayores impactos medioambientales en el territorio que ocupan y suponen una grave amenaza para la salud de sus habitantes. Por ello, ante el vertiginoso aumento de proyectos de instalación que se está dando en España, son cada vez más las plataformas de vecinos que surgen en contra.

Aragón, Castilla-La Mancha, Murcia, Comunidad Valenciana, Andalucía, Extremadura. Los proyectos de estas megainstalaciones de cría intensiva se extienden por todo el territorio nacional como consecuencia de la llamada “burbuja del cerdo”, provocada por el aumento de nuestras exportaciones de carne de cerdo y sus derivados hacia países como China, Estados Unidos, México o Brasil, donde se ha disparado la demanda.

Sin embargo, muchos expertos alertan sobre la enorme fluctuación de este mercado y las consecuencias que podría tener aumentar nuestra cabaña porcina si empieza a frenar la demanda, como empieza a ocurrir en el mercado asiático.

Hace unos años tuve ocasión de realizar un reportaje de televisión sobre el grave problema ambiental y de salud pública ocasionado por el vertido de purines (deyecciones ganaderas) procedentes de las granjas de cerdos catalanas. En algunos municipios a los que fuimos a gravar, como Roda de Ter, Gurb o Taradell, todos ellos en la comarca de Osona, una de las más afectadas, la mayoría de sus fuentes estaban clausuradas y los vecinos nos manifestaron que no podían beber ni cocinar con el agua del grifo. Una situación que se mantiene desde entonces.

En esta comarca catalana, con 150.000 habitantes y una cabaña porcina de más de un millón de ejemplares, se obtiene el 15% de la carne de cerdo de toda Catalunya, que a su vez produce el 42% del total estatal. Por contra sus suelos presentan la mayor contaminación por nitratos de toda Europa y las aguas están contaminadas.

El límite de nitratos marcado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para que el agua sea considerada potable es de 50 mg/l. En Osona, la media de concentración ronda los 65 miligramos por litro (mg/l) con puntos donde se superan los 350 mg/l. Solo hay que bajar la ventanilla del coche al circular por la comarca para comprobar la gravedad de la situación: el aire mismo huele a purín.

El Defensor del Pueblo de Cataluña (Síndic de Greuges) reconocía hace unos meses que el vertido de purines ha causado un grave perjuicio al medio ambiente y está afectando de manera directa a las aguas de abastecimiento urbano, lo que supone un grave riesgo para la salud de las personas. Por ello solicitaba al Parlament que prohibiese la construcción de más granjas porcinas y obligase a las actuales a costear las labores de recuperación de los acuíferos y descontaminación de los suelos afectados. No ha ocurrido ni una cosa ni la otra.

Grifos prohibidos, fuentes clausuradas, ríos contaminados, campos infectados, gentes que enferman. La situación en la que se encuentra esta bellísima comarca catalana, situada en una fértil planicie entre las serranías litorales y el Pirineo, debe servir de aviso a navegantes. 

Cuidado con las consecuencias de las macrogranjas de cerdos. Estamos hablando de instalaciones de hasta 20.000 cerdos de engorde eso multiplica hasta por diez a las mayores explotaciones actualmente en funcionamiento. Esto no es ganadería: esto son fábricas de carne de cerdo. Unos equipamientos industriales tan insostenibles en lo ambiental como injustificables en lo moral por el maltrato que sufren sus aprisionados inquilinos.

Las promesas de empleo y dinamización de la economía local con las que los promotores de las macrogranjas están asaltando los ayuntamientos de media España son un engaño. Por suerte la presión social está echándolos a gorrazos de sus tierras, como ha ocurrido en Montealegre del Castillo (Albacete) o en Villafáfila (Zamora).

Pero conviene estar alerta y no dejarse embaucar pues van a seguir de gira. Allí donde exista la amenaza del despoblamiento rural acudirán con sus falsas promesas. Porque no nos dejemos engañar: ni plan de futuro para la comarca, ni desarrollo sostenible del territorio, ni ejemplo de economía circular. Las macrogranjas nos empujan hacia atrás, hacia el peor de los modelos productivos: son cerdos para hoy y hambre y sed para mañana.

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