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Última mujer asesinada por un hombre

Protestas por el asesinato de una mujer en Zaragoza

José María Calleja

Esta vez ha sido una mujer de 37 años, alegre y entusiasta, según sus colegas de los puestos del mercado de Zaragoza, la que ha sido asesinada por su pareja en una madrugada calurosa, este último domingo. Tenemos que celebrar que la hija de la asesinada no estaba delante cuando el hombre con el que su madre tenía un vínculo decidió matarla.

Con este asesinato de una mujer a manos de un hombre, tenemos que diecisiete hombres han asesinado a diecisiete mujeres en lo que va de año y que doce hijos se han quedado sin madre por culpa de su padre. Un destrozo.

Las crónicas insisten en decir que la mujer no había denunciado antes a su asesino y animan a las mujeres maltratadas a hacerlo, a llamar a ese teléfono que no deja huella, dicen.

El hecho de que buena parte de las mujeres asesinadas no hayan denunciado previamente, en los diversos escalones de la violencia machista, a sus torturadores, no las hace, en absoluto, culpables; ni siquiera levemente culpables. Como a veces se pretende dar a entender: si hubieran denunciado, igual estaban vivas. Aunque solo sea porque son muchas la mujeres asesinadas que previamente sí habían denunciado a sus maltratadores no podemos establecer el hecho de que no se hubiera denunciado como parte del crimen. El único culpable del asesinato de una mujer es el asesino de una mujer. Ni la mujer por no denunciar, ni la canícula de un domingo por la tarde/noche de finales de junio en Zaragoza, como supuesta circunstancia eximente de una responsabilidad criminal que solo se basa en la idea de posesión y dominio. No valen contextos exculpatorios del asesino.

Hay una serie de medidas complementarias a las que entraron en vigor con la ley de 2004, contra la violencia de género, durante el primer gobierno de Zapatero, que deberían ser aplicadas cuanto antes, tal y como se acordó después de meses de debate y recogida de opiniones en el Congreso de los Diputados.

Soledad Murillo, una de las mujeres con mayor talento y compromiso contra la violencia machista, ocupa ahora la secretaria de Estado de Igualdad y eso tendrá una traducción en hechos concretos.

Faltan por contar muchas historias en esta matanza y una de ellas es , sin duda, la vida de esa docena de niños que se han quedado huérfanos de madre en lo que va de año porque su padre decidió un día asesinar a sus madres.

Queda como consuelo que ahora las mujeres asesinadas no son reducidas a un par de líneas en los medios de comunicación. Hay una información completa, apoyos de opinión y un tono de denuncia que está muy bien planteado, a mi juicio.

Se trata de que haya un reproche social a los asesinos de mujeres, que no pueda estar bien visto el maltrato a mujeres, que no haga gracia satirizarlas.

Acostumbrados a dejar en manos de la educación todos nuestros problemas y lo cierto es que la educación viene por muy diferentes vías; por los padres que consideran los celos como una forma de amor; por algunos programas de TV que banalizan el problema, que lo privatizan al circunscribirlo a las características particulares del criminal.

Que se pongan en marcha las medidas pendientes, que siga la denuncia social, los medios comprometidos contra la violencia machista, y ojalá pronto no tengamos que informar más de este tema.

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