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¡Me aburro! ¿Podemos avanzar?

Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, en una imagen de archivo.

José Miguel Contreras

He trabajado muchos años en equipos de creatividad intentando desarrollar contenidos televisivos. Muchas de las reuniones estaban centradas en la búsqueda de situaciones de comedia. Tenían que ser originales, inteligentes y divertidas. No era fácil. Cuando cada uno exponía sus ideas teníamos una ley inquebrantable: prohibida la crítica si no iba acompañada de una propuesta alternativa. Es fácil juzgar negativamente lo que hacen otros. Además, resulta poco edificante. Lo realmente útil es ser capaces de mejorar lo que hay.

Asistimos estos días a la inagotable justificación de los diferentes partidos políticos sobre la evidente anomalía que supone tener que volver a votar seis meses después de haber alcanzado una participación histórica en las urnas el pasado 28 de abril. El ejercicio argumental de cada uno es más o menos elocuente, pero en todos los casos se elude el razonamiento fundamental. Todos los partidos han tomado conscientemente la decisión que han considerado mejor, según sus particulares intereses partidistas. En todos los casos, ha primado la defensa de sus legítimos principios frente a la voluntad de contribuir a que existiera un gobierno operativo en nuestro país. Creo que ha llegado el momento de pensar en ir acabando la discusión.

Estoy harto de asistir a debates estériles sobre quién es culpable y quién inocente de lo que ha ocurrido. He escuchado con atención casi todo lo que se ha explicado públicamente y he tenido la oportunidad de comentar con algunos dirigentes políticos y otros colegas periodistas la cuestión. Puedo afirmar tajantemente que ya lo he entendido. En resumen, todos han hecho lo que según su estrategia como partido les resultaba más conveniente para la defensa de sus ideas. Ya está. No necesito que me lo repitan. Ya me he dado cuenta de que Pedro Sánchez no ha conseguido su objetivo de formar gobierno y he llegado a asimilar que ningún partido le ha respaldado. Tampoco es muy difícil de entender. ¿Dónde hay que apuntarse para que además de que no me manden propaganda electoral a casa, no me vuelvan a contar de quién es la culpa de lo que ha pasado?

Deberíamos implantar un mecanismo legal que permitiera enterrar debates públicos absolutamente agotados. Vamos a vivir una campaña extremadamente corta, así que más vale que los partidos y los ciudadanos avancemos. Corremos el peligro de que, si solo nos dedicamos a defender las posiciones que nos han llevado a un indefendible bloqueo institucional, cuando las urnas se abran serán el reflejo de la reafirmación de un enfrentamiento y no de la necesaria búsqueda de un acuerdo.

Estamos oyendo hasta la saciedad lo que los partidos no están dispuestos a admitir. Pedro Sánchez no aceptará a Podemos al frente del Ministerio de Hacienda de un gobierno de coalición que rechaza; Pablo Iglesias no permitirá ser apartado en un gobierno de coalición al que jamás renunciará; Pablo Casado solo apoyará un gobierno que reúna a toda la derecha, como en los viejos tiempos, presidido por él; Albert Rivera de ninguna manera asumirá otros principios que aquellos que defienda en el momento en el que haya vuelto a renunciar a los anteriores. Así no vamos a ningún sitio.

Me gustaría participar en un coloquio abierto basado en otra pregunta: ¿Qué estoy dispuesto a aceptar de lo que me proponen los demás? A lo mejor con un formato de este tipo terminamos sacando algo positivo. Deberíamos exigir a los partidos en esta próxima campaña electoral que expliquen públicamente qué están dispuestos a hacer para favorecer la gobernabilidad del país. Sería interesante saber si hay alguna posibilidad de que el PP y Ciudadanos se pudieran llegar a abstener en esta ocasión si no alcanzan la mayoría junto a Vox. Podría ser determinante conocer si en UP podrían encontrar una solución alternativa a su exigencia de un gobierno de coalición. No resultaría menos revelador saber cuál es la idea que el PSOE tiene en mente si, como es de prever, siguiera sin alcanzar una mayoría suficiente para gobernar en solitario.

Parece evidente que seríamos mucho más eficaces si discutiéramos qué propuestas de gobernabilidad planteamos para el futuro. La otra alternativa es seguir con la misma discusión actual y llegar al histórico descubrimiento de que vamos a elecciones porque la derecha así lo prefería y el PSOE y UP no han conseguido ponerse de acuerdo. En este último caso, si no hay inconveniente, me permito ausentarme del debate. Tampoco tendría nada que aportar.

De repente, me viene a la memoria un recuerdo infantil que creo que todos hemos vivido. Mis padres nos sacaban de paseo por la calle hasta que llegaban a un escaparate. Allí se clavaban sin que yo supiera bien qué miraban. Les dabas un razonable tiempo para que comentaran sus “cosas de mayores”. Llegado el momento no quedaba otra opción y empezábamos mi hermano y yo a tirar como energúmenos de las manos de mis padres intentando que avanzaran. Era evidente que ya habían visto todo lo que había que ver. Si querían comprar algo que lo compraran. Pero si no iban a entrar, ¡por Dios, avancemos! ¡Me aburro!

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