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El fracaso del capitalismo, Casandra ya avisó

Detroit abandonada, símbolo de la quiebra del capitalismo. Archivo. Juan Luis Sanchez

Rosa María Artal

Deberíamos recordar más el mito griego de Casandra. La antigua sacerdotisa de Apolo predijo incluso la trampa que escondía el Caballo de Troya, pero nadie la creyó porque había sido condenada a que no se hiciera jamás el menor caso a sus pronósticos, aun basados en la lógica y demostrados por la evidencia. Insertados en el siglo XXI, sería todavía más útil saber qué produce el gen humano de evitar ver la realidad. Le ponen banderas y abalorios al muñeco de madera; y en las tertulias televisadas discuten si es un alazán pura sangre o un jamelgo. Está ocurriendo ahora de forma descarnada. Una crisis de valores brutal y un modelo cuyo fracaso se obvia, aturdidos por los cantos de sirena de las emociones, a menudo exacerbadas deliberadamente. Por supuesto, hay quien afirma lo contrario, que en esto se basa el juego actual de la confusión.

A las embestidas del mausoleo del PSOE y de un PP disuasor de la memoria, se está sumando el brazo mediático sembrando dudas sobre si el gobierno de PSOE y Unidas Podemos llegará a ser. Sánchez se lo piensa, ya no ve la investidura en semanas, blindará la Seguridad Social para no dejarla en manos de Podemos. Ciertamente son medios hasta condenados por inventarse entrevistas, pero la siembra queda. Cuando las negociaciones con otros grupos para que Pedro Sánchez obtenga la investidura, y la propia actitud de los coaligados suena muy positiva. Por lo demás, la Seguridad Social ha estado en manos del PP –con quien los poderes desean que pacte el PSOE-. Y se vació la hucha de las pensiones, se recortó sin crecer, se elevó la Deuda Pública a niveles de récord –como demuestra una gráfica terrible-. Casandra habla y algunos votantes miran los emblemas y a sus odios programados.

Más amenazador aparece el Banco de España en su Cruzada contra las pensiones. Apoyado por “expertos” de la misma rama. Dicen que el futuro exigirá “cesiones” a trabajadores y jubilados. Los empresarios buscan “un gobierno estable”, estable en mantener los privilegios de los que gozan. Piden uno alternativo, y dicen que se está retrayendo el consumo. Curioso, si no se retrajo cuando desde potentes partidos robaban a saco del erario. La OCDE rebaja la previsión de crecimiento para España, aunque la evolución de nuestra economía será mejor que la media de la eurozona, dicen. Inquieta “la inestabilidad”, cuando la inestabilidad se apuntala con un gobierno que gobierne.

Han conseguido trasladar la preocupación a los ciudadanos, a los que no venían ya preocupados de casa por sus prejuicios. Y tenemos a gente, nos cuentan, trabajando de sol a sol inquietos por si les suben los impuestos a las grandes fortunas. Entretanto, la factura de la luz ha batido su récord histórico en el semestre de 2019, según datos de Eurostat. Desde 2008, ha subido casi un 70%. España cobra por la energía eléctrica uno de los precios más altos de Europa. Casandra se lo contó desde hace años. Entretanto, tenemos ayuntamientos que destinan menos de 50 euros por habitante al año. Y los hay que compiten por ver quiénes encienden más luces de Navidad. Madrid piensa quemar en ese cometido tres millones de euros mientras familias con niños duermen en la calle. Es de imaginar a Casandra desesperada porque nadie la escuche.

Entretanto, acabamos de recibir otra noticia sobre el rescate bancario. El Banco de España lo eleva a 65.725 millones, de los cuales solo ha devuelto apenas el 6% cuando EEUU regresó a las arcas públicas el 85% de las ayudas recibidas por la crisis de 2008. El rescate que pidió Rajoy, asegurando todo el PP que no nos costaría ni un euro. La dramática trayectoria de ese dinero que perdimos, sus consecuencias, puede seguirse aquí, en titulares a través del tiempo. Da para un solo artículo. ¿Cómo es posible que se lo traguen tantos ciudadanos viendo enemigos fuera de este meollo?

Los ataques al acuerdo de gobierno en España llegan por todos los frentes del poder (que no se presenta a las urnas) en un momento crítico mundial que no da respuestas a los problemas. Y que reacciona con autoritarismo a las protestas. Bolivia, Chile, Colombia arden en este momento con durísima respuesta policial. Se está llegando a disparar con fuego real a los manifestantes. Se está desligando de responsabilidad penal a las fuerzas armadas por matar ciudadanos como en el golpe de Estado en Bolivia. Entretanto, según denuncia el candidato demócrata norteamericano Bernie Sanders, Trump ha desplegado tropas norteamericanas para proteger los pozos de petróleo sirios, porque el propio presidente norteamericano ha dicho que “quiere hacer un trato con ExxonMobil para vender ese petróleo”. El ultraliberalismo nos devuelve a las Cruzadas, a lo que siempre fueron las Cruzadas. Seguro que Casandra lo anticipó. El Partido Laborista británico, en consecuencia, acaba de lanzar lo que llaman “el programa electoral más radical de las últimas décadas”. Medidas de corte socialdemócrata, no más, que probablemente llegan tarde por las muchas cesiones del candidato Corbyn. Lo que no se entiende es que se prefiera el sálvese quien puede ultraliberal Boris Johnson, embarcado en la locura del Brexit a la brava.

Sí, el modelo en entredicho es el capitalismo desbocado, hegemónico, sin controles, ni frenos. Lo que consagró la caída del Muro de Berlín que hoy, en su infinita vacuidad, reivindica para sí Pablo Casado. El Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, que tanto advirtió sobre lo erróneo de las salidas a la crisis del 2008, regresa con sus tesis ante la que se avecina. Porque viene otra: era la consecuencia lógica “¿A quién se le ocurrió que la contención salarial y el menor gasto público podían contribuir a mejorar los niveles de vida?”, escribe en El País. “El crecimiento se desaceleró, y sus frutos fueron a parar en su gran mayoría a unos pocos en la cima de la pirámide. Con salarios estancados y Bolsas en alza, los ingresos y la riqueza fluyeron hacia arriba en vez de derramarse hacia abajo”, explica.

Hay otro modo de hacerlo. De suprimir incertidumbres. De no verse conminado a las exigencias de “cesiones”. En momentos críticos para la economía -de seguir por este camino- millones de personas se olvidan de ella para embarcarse en una especie de epopeyas pueriles que llevan aparejada unas medidas delirantemente ultraliberales que aumentarían el bache. Hay otro modo de gobernar. Como Corbyn quiere. Como ya ha hecho Merkel, conservadora, contando con el apoyo del empresariado alemán, bien diferente al español en este punto. Economía verde. Para Stiglitz, reiterando ese fracaso, “debería bastarnos la crisis climática: el neoliberalismo provocará literalmente el fin de la civilización”. Hay que volver a la inversión pública, como debe hacer un gobierno progresista en España. Hay que parar el sálvese quien pueda que condena a la bancarrota por ejemplo a quienes caen en enfermedades “caras” y carecen de sanidad pública o de seguros que cubran sus necesidades. Así ocurre en Estados Unidos con más de medio millón de familias que entran en bancarrota cada año.

“La pérdida simultánea de confianza en el neoliberalismo y en la democracia no es coincidencia o mera correlación: el neoliberalismo lleva cuatro décadas debilitando la democracia”, advierte Stiglitz. Y lo vemos, el Caballo de Troya ya está en la plaza. Casandra avisa. Casandra muestra.

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