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Migración y derechos humanos: lo que pueden hacer (y necesitan mejorar) los ayuntamientos andaluces

Ousseynou Dieng, de Sevilla Acoge, y otros participantes en la mesa de trabajo.

Juan Miguel Baquero

Si la empatía con los migrantes fuera una asignatura, el pueblo andaluz aprobaría con nota. Los ayuntamientos, en cambio, necesitarían mejorar en un temario que engloba disciplinas troncales como multiculturalidad o inclusión. Y la materia que suspende media Europa, y vive la peor crisis desde la Segunda Guerra Mundial, demanda cuatro patas básicas: sanidad, educación, empleo y vivienda.

Como en una especie de reválida permanente, las entidades locales enfrentan a diario la gestión en ámbitos de extranjería e inmigración. Sin apenas recursos, competencias ni áreas específicas o políticas que dependen, en la mayoría de casos, de la voluntad de los gobiernos municipales. Todo, pese a la capacidad de transformar, educar y promover cambios desde lo local en relación a las migraciones.

Así lo ha puesto de relieve el seminario internacional 'Migraciones y desarrollo: de la toma de conciencia a la puesta en práctica'. Con un objetivo, el abordaje de las migraciones desde los derechos humanos y la profundización en este enfoque, las jornadas han sido organizadas por el proyecto europeo AMITIE Code y el Fondo Andaluz de Municipios para la Solidaridad Internacional (FAMSI), Andalucía Solidaria.

“Reconozco lo que es Andalucía porque llevo aquí 21 años”, dice Ousseynou Dieng (Senegal), que participa en la Fundación Sevilla Acoge. “Este pueblo es especial y eso hay que visibilizarlo, que la gente lo sepa”, remacha. Que la materia de la solidaridad no sea invisible, y los migrantes tampoco. Porque a nivel europeo “no hay políticas de gestión de la diversidad, hay políticas de fronteras”, apunta Elisa Tarodo, del Centro de Acción Comunitaria Macarena.

Refugiados del hambre, “los nadie”

Recuerda las “noches al raso” de los inmigrantes en las fronteras etéreas de los campos agrícolas el escritor y periodista Juan José Téllez. Es el pálpito cercano de “las crisis de los más frágiles, de los nadie”, apela. Gente que busca un supuesto “oasis europeo” alentada “no tanto por el efecto llamada sino por el efecto huida, huida del hambre, de la guerra, de la represión, de la barbarie”.

La acogida del migrante recae, sobre todo, “en la administración local, a veces en la regional y en contadas ocasiones en la nacional”, afirma Téllez en la ponencia 'Migraciones, desarrollo y derechos humanos en y desde Andalucía'. Y en ese escenario, la ciudadanía “ha ganado muchas batallas”. De ahí, “las crisis de los refugiados de los últimos tiempos muestran el esperpento de una Europa que ya no es Europa”.

Son los “refugiados del hambre”, que en la Unión Europea (UE) alcanzan “una cota de unos 11 millones de sin papeles”. El “cuarto mundo” azotado por “la austeridad que marca la política neoliberal” y una comunidad que hace “todo de una manera políticamente correcta pero humanamente salvaje”. Que cubre muchos aspectos “pero patina en temas de migración”, señala el director general de Coordinación de Políticas Migratorias de la Consejería de Justicia e Interior de la Junta de Andalucía, Luis Vargas. Una UE que necesita “combatir las causas estructurales que provocan los grandes desplazamientos”, según el director de la Agencia Andaluza de Cooperación Internacional para el Desarrollo, Néstor Fernández.

Como salida, el programa AMITIA Code (Capitalizing On Development) señala un propósito fundamental: sensibilización social sobre migración, desarrollo y derechos humanos. Y un objetivo más, capacitar adecuadamente a los actores clave, caso del profesorado en el ámbito educativo y de los funcionarios públicos en las entidades locales.

Ayuntamientos para cambiar los pueblos

Involucrar a los ayuntamientos, con el apoyo de organizaciones no gubernamentales, para cambiar las comunidades, los pueblos. Pero si el ejemplo es la participación en el seminario internacional celebrado en el sevillano Centro social y cultural Hogar Virgen de los Reyes… cuatro consistorios representados: Campillos (Málaga), Utrera (Sevilla), Huelva y Sevilla.

Es la senda que pretende cambiar el proyecto AMITIA Code, que acoge 14 socios de seis países de la UE: Francia, Portugal, Alemania, Italia, España y Letonia, y está coordinado por la Comuna de Bolonia. “Las administraciones locales han trabajado en los últimos años directamente con los países de origen pero no aquí, en concienciación”, subraya la concejala delegada de Igualdad del ayuntamiento de Sevilla y miembro de la directiva de FAMSI, Myriam Díaz.

“La construcción de convivencia depende casi en exclusiva de los ayuntamientos”, precisa el secretario general de Andalucía Acoge, José Miguel Morales. Pero están “muy solos”, dependen de la “implicación personal” y adolecen de una “falta de recursos” endémica para desarrollar el sentido de pertenencia. El “gran reto” de la inclusión, dice, tiene “cuatro patas: vivienda, educación, empleo y sanidad”.

Son apuestas que funcionan con mayor o menos intensidad en Utrera, Huelva o Sevilla. Y en Campillos, donde la atención integral y la cobertura al migrante es directa en “servicios sociales especializados” que acaban atendiendo en ocasiones a usuarios de varias provincias, sostiene la responsable técnica del Área de Migraciones, Ciudadanía, Solidaridad y Cooperación Internacional, Isabel Galeote. “Y la participación municipal en estas jornadas es, por desgracia, una muestra de la implicación existente”.

Lo que pueden hacer, y a menudo no hacen, los ayuntamientos andaluces (y el resto) es crear “un modelo de gestión de la diversidad”. Una guía de la interculturalidad “que Andalucía mantiene” a nivel regional y entre la gente, según Ousseynou Dieng, que pone “una anécdota” como ejemplo: “un policía que quita a un senegalés lo que vende en la calle y siempre hay alguien que le dice 'déjalo, métete con otro'… esto se vive”. Andalucía, dice Dieng, aprueba como pueblo. Los ayuntamientos, necesitan mejorar.

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