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¿A quién cantará una feminista flamenca?

Lourdes Pastor en el Palacio de Viana (Córdoba)

Raúl Solís

Flamenca, de izquierdas, feminista, de raíces gitanas, andaluza de cuna humilde, socióloga y una entusiasta del arte en todas sus vertientes, “por su capacidad para hacer a la sociedad más bella”. Todo esto es Lourdes Pastor (Puente Genil, 1981) y lo que explica el contenido de su segundo disco, titulado '¿A quién le cantaré yo?', once canciones a las que a sus ritmos flamencos alegres ha añadido aires de jazz, bosanova y son cubano.

Su voz limpia y comprometida lanza continuos alegatos en favor de la igualdad salarial, por la abolición del sistema que prostituye a las mujeres y en contra de la violencia de género, el último escalón de un entramado cultural que esta cordobesa trata de combatir con su pellizco poético, luminoso y una mirada sublevada ante las injusticias sociales.

Le canta a Simone de Beauvoir, la madre del feminismo moderno, y a todas esas mujeres “ninguneadas por los libros de Historia”. Pero no sólo: le canta también a las mujeres prostituidas, a las que son explotadas laboralmente, a las vejadas, a las que han conquistado espacios de libertad para las nuevas generaciones de mujeres, a las que se han quedado en el camino luchando, a la filósofa feminista española Amelia Valcárcel y a todas las invisibles y las visibles que se han negado a aceptar los “yugos del patriarcado”. Siempre por alegrías.

Esta feminista flamenca de 35 años interpela a las jóvenes de su generación que creen que no tienen nada que aprender de sus madres y abuelas: “Por tener títulos universitarios, no lo sabemos todo”, recuerda. Lourdes Pastor, que también trabaja como socióloga en una ONG a favor de los derechos humanos de las mujeres, señala que el feminismo vive un momento complicado: “Cuando el patriarcado aprieta, el feminismo se resiente”.

Alerta de la existencia de una corriente que quiere invisibilizar a las mujeres desde un discurso igualitario lleno de trampas. “Somos hombres y mujeres y cuando hayamos conseguido la igualdad, si queremos somos árboles”, afirma para oponerse al discurso contrario a las etiquetas que “aseguran que no existen hombres ni mujeres, homosexuales ni heterosexuales, sino sólo personas”.

“El flamenco es tan machista como las demás músicas”

“Nos matan por ser mujeres, no por ser personas”, insiste en su argumentación mientras espera a que su hijo salga del colegio. “¿Tú ves aquí a algún padre?, ¿no, verdad? Somos 20 mujeres y ni un solo hombre”, espeta para explicar que “lo revolucionario no es que una madre se lleve a su hijo al Congreso de los Diputados, lo revolucionario sería que un diputado se lleve a su hijo al escaño”, en referencia a la polémica protagonizada, semanas atrás en el Congreso de los Diputados, por la diputada de Podemos Carolina Bescansa.

“¿Y las mujeres que trabajen en una fábrica o cogiendo aceitunas dónde se llevan al niño?”, se pregunta y se responde a sí misma. Contra quienes acusan al flamenco de machista, Lourdes Pastor les recuerda que “el flamenco es tan machista como las demás músicas” y les invita a que escuchen su disco y acudan a sus conciertos para que la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres vaya ganando espacios públicos e ir “haciendo más bella a la sociedad, que es lo que persigue el feminismo”, concluye agarrando a su hijo pequeño de la mano después de salir del colegio. “Vamos a casa, cariño”, le dice a su niño que ya ha salido de la escuela, al que le canta todos los días un poquito de su feminismo por bulerías para que crezca y viva en una sociedad más hermosa.

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