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El Castillo de Almodóvar del Río, nuevo 'protagonista' de Juego de Tronos

Vista del Castillo de Almodóvar del Río (Foto. Castillo de Almodóvar)

Carmen Reina

Vigilante frente al río Guadalquivir, con las espaldas cubiertas por Sierra Morena, se erige el Castillo de Almodóvar del Río, un auténtico fortín en batallas durante siglos que ahora es un llamativo reclamo turístico por la perfecta conservación de este edificio medieval. Y más lo será para los seguidores de la serie Juego de Tronos, cuya productora ha anunciado que rodará en este castillo parte de los episodios de su séptima temporada.

Guardián de unas tierras que a lo largo de la historia tuvieron en esta fortificación un lugar inexpugnable para el enemigo, el origen del Castillo de Almodóvar del Río se remonta a la época árabe, cuando se construyó una primera edificación alrededor del año 740 en lo alto del cerro circular que le daba nombre: Al-Mudawwar –‘El redondo’-.

Con un total de 5.624 metros cuadrados, el imponente castillo nunca pudo ser tomado al asalto en las batallas que vio transcurrir en todos los siglos de su historia, lo que le valió el nombre de ‘El bastión de Andalucía’. De esa historia, aún hoy, conserva sus raíces a la vista del visitante: desde restos romanos en parte de la muralla en la entrada actual, a la estructura de época árabe y su posterior ampliación y remodelación ya en época cristiana.

Durante el reinado de Pedro I fue su lugar de residencia de paso en sus viajes entre Córdoba y Sevilla, como espacio donde guardar sus tesoros y también donde encerrar a los presos en las mazmorras del castillo, que aún hoy se pueden ver en parte del castillo. Hasta ahí llegó la vida pública del castillo, que en 1629 pasó de manos del reino a manos privadas, tal y como se conserva hasta la actualidad. Vendido en el siglo XVII a Francisco del Corral y Guzmán, pasó de unas familias nobiliarias a otras hasta que en 1.900 llegó a manos del Conde de Torralva, autor de la restauración más importante del castillo que duró 36 años y fue la última en el tiempo, la que hoy el visitante puede ver ante sí.

En la actualidad y desde 2001, en propiedad del Marqués de la Motilla, el castillo se ofrece como uno de los reclamos turísticos más importantes de la provincia cordobesa. Visitas individuales, de grupos organizados, escolares, históricas, teatralizadas, infantiles, almuerzos medievales o visitas nocturnas componen el mosaico de la oferta que escogen los 60.000 visitantes anuales que quieren adentrarse en un auténtico castillo histórico.

En la visita, el turista puede descubrir las nueve torres de la fortificación –con la Torre del Homenaje como la más alta con 33 metros- y desde donde tener la visión de 360 grados alrededor con la que los habitantes del castillo antaño controlaban sus dominios, entre Sierra Morena y el Guadalquivir. En lo más alto del castillo, ondean las cuatro banderas que apellidan al castillo: la del Marqués de la Motilla, la del Conde de Torralva, la de la Familia Solís y la de la Orden de Calatrava.

El recorrido visitable actualmente se adentra también en la capilla construida a comienzos del siglo XX, el Patio de Armas y el Patio de Albero, donde ver cómo se producían todo tipo de espadas y lanzas en la época, para acabar bajando a las mazmorras, un lugar en el que el viento que silba es el único acompañante de quienes permanecieron allí apresados.

Y para los más curiosos, el castillo ofrece visitas particulares a la parte reservada como residencia de su actual propietario, un espacio de estilo neogótico donde, en su remodelación, el Conde de Torralva –un amante de los viajes- quiso volcar las tendencias arquitectónicas de la época que había visto en Europa. Visitas teatralizadas ofrecidas por los personajes del Mayordomo del Rey y el propio Conde de Torralva, abren también estas estancias a los visitantes, que se sumergen en todo el edificio en los siglos de historia que el castillo ha visto pasar.

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