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La catedral de Toledo guarda el primer documento vinculado al teatro en España

Catedral de Toledo

Carmen Bachiller

Entre el 12 y el 14 de julio, en Almagro (Ciudad Real) se hablará de los orígenes del teatro castellano. Un tema que no se ha abordado en los últimos 22 años en las Jornadas de Teatro Clásico, organizadas por la Universidad de Castilla-La Mancha, y que fueron el germen del prestigioso Festival Internacional de la localidad. Las jornadas serán toda una novedad para los estudiosos porque durante todo este tiempo “se ha llegado a precisiones sobre el origen del teatro” que no se podían imaginar hace casi un cuarto de siglo. Por ejemplo, que el teatro nació vinculado a la música y, más en concreto a los villancicos. “Los autores del siglo XV pueden ser considerados como los patriarcas del teatro”, asegura el profesor de la UCLM, Felipe Pedraza.

Estas jornadas abordarán el teatro del Siglo de Oro entre finales del siglo XV y principios del XVII, en el período comprendido entre 1474 y 1517, y que coincide con el reinado de Isabel La Católica, mujer culta y formada. De hecho, el teatro nace en la Corte de los Reyes Católicos (al menos, así lo confirma la escasa documentación sobre teatro antes de esa fecha) cuyas representaciones se producen en ámbitos cortesanos y eclesiásticos.

Una de sus peculiaridades, apunta Pedraza, es que su aparición coincide con el hecho de que la cultura “se pone de moda” entre los mismos nobles que dos siglos atrás apenas sabían leer o escribir por su condición de militares. “No tenían por qué, eso quedaba para los clérigos”, comenta el profesor. “Ahora los nobles entienden que su futuro está en la cultura y todos tratan de tener formación y bibliotecas”, añade

En su opinión, si la imprenta se crea en esta época es “porque hay demanda” y en mitad de una “corriente de pasión” por el mundo clásico latino y griego no religioso (Virgilio, Horacio...) surge ambiente intelectual en cuyo seno nace el teatro. “Ahora los nobles entienden que, para triunfar, han de unir poder militar y político a cultura”.

Un teatro torpe en sus inicios

El interés por el teatro se instala “entre las élites intelectuales, las del poder y el dinero” y muestran su gusto por las canciones populares, romances o villancicos. El sus orígenes hablamos de obras “muy elementarles, con un dialogo entre dos pastores porque en plena vigencia del Humanismo se habían puesto de moda las Bucólicas de Virgilio”. No hay conflicto, ni diálogos y se llegan incluso a utilizar para felicitar las Navidades a los duques de Alba. Son piezas muy breves de 100 o 150 versos rematadas, casi siempre, en lo que probablemente era el punto fuerte de la interpretación, los villancicos que “tenían un éxito indudable”.

Es una etapa de iniciación “balbuceante, torpe en algunos aspectos” pero con componentes liricos y musicales “de primer orden” pero también sociológicos, “supone la evolución de la sensibilidad cultural de una época en la que se produce el acercamiento a las formas populares de la literatura”.

Se trata además de espectáculos organizados durante las fiestas del ciclo anual como la Navidad, la Semana Santa o el Corpus, entonces esas representaciones se producen en iglesias y catedrales.

No, aún no había corrales de comedias

Y es que entonces no existían ‘Corrales de Comedias’ como el de Almagro. No llegarían hasta 1562 a Madrid. “Tenemos espacios como la universidad, los palacios aristocráticos y de la realeza, las iglesias y tan solo una pequeña parte de las obras se representaban en plazas públicas, como parte de otros ceremoniales de la época”. No merecía la pena una infraestructura teatral para esta manifestación cultural que solo se producía en fechas señaladas.

Ni siquiera existía la palabra ‘teatro’ para definir a las representaciones porque se identificaba más con los lugares romanos, “grandes y redondos” y, desde luego, imposible pensar en un teatro comercial. “No se pagaba, hablamos de un teatro celebrativo” en el que no había rastro de crítica social.

Pedraza explica que el primer documento vinculado al teatro está en la catedral de Toledo. Se trata del ‘Auto de los Reyes Magos’. El catedrático asegura que “se produce un fenómeno muy curioso y es que habiendo tan pocos testimonios teatrales, esta probablemente sea la obra más antigua que conservamos en castellano”. Comenta que su origen es anterior al Cantar del Mío Cid o a la obra de Gonzalo de Berceo. “Resulta que la primera obra en castellano es una pieza teatral”, sostiene Pedraza. Después, la nada, un enorme vacío durante tres siglos hasta que resurge a finales del siglo XV.

“La mayoría de los primeros dramaturgos eran de clase baja”

Uno de los datos más curiosos que aporta Felipe Pedraza y que se debatirán en Almagro, tiene que ver con la procedencia social de los dramaturgos en los inicios del teatro. “La mayoría de ellos eran de clase baja”. El padre de Juan de la Encina era zapatero y “cuando emigra de Zamora a Salamanca se instala muy cerca de la universidad y sus cinco hijos llegan a estudiar en ella con muy pocos medios. Todos hacen carrera”. Los pioneros tuvieron que “partir de cero” a la hora de escribir una obra teatral y se decantaron por “diálogos que acababan como buenamente se podía, con la intención fundamental de agradar y de congraciarse con los mecenas”.

Pero el teatro evolucionará rápido, tanto que si la primera obra de Juan de la Encina tiene apenas cien versos, la última superará los 2.500. “Como no había modelos se incluirán canciones y poemas. Tuvieron que hacer un gran esfuerzo para dar complejidad a la obra, introducir más personajes, intrigas…Eso sería el germen del futuro teatro” para lo que muchos autores tuvieron que viajar a Italia a “beber” de sus propuestas, las de Nápoles, que en aquella época formaba parte de la Corona española.

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