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Jenn Díaz: Soy escritora porque leí a Martín Gaite y a Matute

Jenn Díaz: Soy escritora porque leí a Martín Gaite y a Matute

EFE

Madrid —

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La joven autora barcelonesa Jenn Díaz, que acaba de publicar su quinta novela bajo el título “Madre e hija”, es escritora porque leyó a Carmen Martín Gaite y a Ana María Matute, dos mujeres a las que tienen tan interiorizadas que, asegura, ya son para ella como “una tía o una madrina”.

Editada por Destino, “Madre e hija” retrata un universo femenino que se enfrenta a la muerte del que es marido, padre y hermano de sus protagonistas.

Diferentes modelos de mujer que conviven en una oscura casa y que afrontan de desigual forma la vida y el amor, pero que coinciden en una cosa: “No encajan en la sociedad”, según explica la autora en una entrevista con Efe.

Díaz (Barcelona, 1988) publicó “Belfondo” con 23 años, una obra que le hizo ser considerada por algunos críticos literarios como una voz heredera de clásicos como Miguel Delibes, Carmen Martín Gaite o Ana María Matute.

Delibes, Cortázar y García Márquez son algunos de los pocos autores masculinos que Jenn Díaz lee: “Me basta con las mujeres”, señala la escritora, que descubrió a Carmen Martín Gaite en “Nubosidad variable” con 19 años, y desde entonces, se dedica a escribir.

No obstante, asegura que el que la consideren una “heredera” de estas clásicas es “una etiqueta para situarse en un mundo editorial desbordante”, aunque reconoce que a Matute y a Martín Gaite las ha hecho suyas.

“Madre e hija” comenzó, recuerda Jenn Díaz, a raíz de una frase que escuchó en Chile: “Dos mujeres son demasiadas para una sola casa”, una situación que refleja en la novela con dos de sus personajes, Gloria y Dolores, mujer y hermana del fallecido, respectivamente, que conviven en el domicilio familiar.

“La tensión cotidiana que viven entre ambas es fruto de la autoexigencia que nos imponemos las mujeres más que de la realidad”, señala la autora, que considera que se lucha “contra un fantasma que no existe y que impone la idea de lo que deberías ser”.

En la novela también se habla de los sentimientos entre madres e hijas y cómo se afronta el intercambio de papeles cuando las segundas tienen que empezar a cuidar a las primeras.

Y Jenn Díaz reivindica también el papel de esas personas que cuidan a hijos que no son suyos, no madres adoptivas sino esas tías, niñeras o madrastras cuya estima social “está siempre un escalón por debajo”, cuando “se puede educar, amar, proteger de igual forma”.

Son, en definitiva, historias de mujeres que no encajan, en sus roles de esposas, amantes o hermanas solteras “que van pasando de generación en generación” y de “esos lazos familiares que atan pero no unen”, concluye.

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