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La vida tras huir de Boko Haram: “Las niñas se ofrecían a cometer los ataques suicidas para escapar”

Imagen de las niñas secuestradas en el vídeo de Boko Haram al que ha tenido acceso AFP.

Desalambre

“Vinieron a nuestros pueblos y nos dijeron que querían casarse con nosotras. Contestamos que no, que eramos muy pequeñas, y nos forzaron igualmente”. Es el testimonio de Fati -nombre ficticio-, una de las pocas chicas raptadas por Boko Haram que ha logrado escapar. La CNN ha conseguido sus declaraciones en una entrevista en la que la joven, a la que se llevaron cuando solo tenía 14 años, detalla el horror que ha vivido.

Se cumplen dos años desde el secuestro de las “niñas de Chibok” y la mayoría continúa en paradero desconocido. El que fue considerado el año pasado como el grupo terrorista más mortífero por sus asesinatos en Nigeria, Chad y Camerún raptó en abril de 2014 a 270 niñas en una escuela de Nigeria. Fati era una de ellas.

“Los líderes nos preguntaban quién de nosotras quería llevar la bomba en un ataque suicida y las chicas se ofrecían gritando, incluso peleaban por conseguir que las eligieran”. Ella llegó a pensar que Boko Haram había lavado el cerebro a varias de sus compañeras, pero se equivocaba. “Era porque querían escapar. Si se involucraban en el ataque suicida, quizás se encontrarían con algún soldado al que poder decirle ”llevo una bomba encima“ para que la desactivasen. Quizás, podrían escapar”, cuenta al periodista de la CNN.

Según cuenta, quieren huir del horror de las bombas, las balas, los asesinatos y las violaciones de sus maridos, con los que se han casado a la fuerza. “Todas teníamos mucho miedo, las chicas lloraban todo el tiempo, y no había comida, nada. Podías contar las costillas de los niños”, recuerda Fati.

Las mujeres y los niños son el principal blanco para las tácticas de ataque del grupo terrorista. En 2015 fueron 44 los niños que Boko Haram utilizó en ataques bomba colocando explosivos en el cuerpo de los pequeños, según datos de Unicef. Un incremento notable –en comparación con los cuatro niños bomba del año anterior–, que refleja el cambio de estrategia de los terroristas en favor de este tipo de ofensivas.

Hace pocos días, el grupo terrorista difundía un vídeo en el que mostraba a algunas de las niñas secuestradas hace dos años. En él, varias de ellas decían su nombre y aseguraban que se encontraban bien el día de la grabación, en diciembre de 2015. Tres de las madres de las escolares secuestradas afirmaron haber identificado a sus hijas en este vídeo, pero las autoridades locales advierten de que es necesario realizar las identificaciones con cautela, ya que en más ocasiones los terroristas han dado pistas falsas sobre el paradero de las secuestradas.

Son muy pocas las que consiguen escapar por sus propios medios y, las que lo logran, siguen sin tener una vida fácil. Pese a haber dejado atrás violaciones, vejaciones y abusos de todo tipo, se enfrentan al rechazo en las comunidades de quienes creen que han sido convencidas por el grupo. “Son vistas como mujeres impuras, especialmente las embarazadas, porque creen que el bebé tiene la sangre de los integristas de Boko Haram, que cuando crezca será igual que ellos”, según contó la periodista nigeriana Chika Oduah en una entrevista a eldiario.es.

Esta desconfianza puede suponer consecuencias importantes. Así lo asegura el director de Unicef en Camerún, Felicity Tchibinda: “Ellas son víctimas, pero son vistas de un modo sospechoso, y eso es algo que necesitamos cambiar. Si no, perderemos la confianza que existe entre las comunidades, las víctimas y las autoridades que se supone que deben protegerlas”, cuenta a la CNN.

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