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Agua, infraestructuras y convivencia vecinal son los puntos negros del boom del turismo

Los alquileres de apartamentos en la costa suben un 11% con Ibiza a la cabeza

Marta Garijo

El primer fin de semana de agosto llegaron a Ibiza 214.000 personas. La isla tiene una población habitual de 150.000. Ese fin de semana, se duplicó. Es un ejemplo de los récords turísticos que vive España. En 2015, se volvieron a marcar máximos al superarse los 68 millones de visitantes extranjeros y este año todo indica que volverán a sobrepasarse las cifras hasta alcanzar los 70 millones.

La OMT señala que el turismo sigue creciendo en el mundo, con 348 millones de turistas viajando en el primer semestre, 18 millones más que en el mismo periodo del año pasado, según el último barómetro del organismo. Y eso todavía sin llegar a la temporada alta del verano.

Con el turismo como uno de los principales motores económicos, España se dispone a seguir batiendo récords, apoyado en la inestabilidad del norte de África y Turquía junto con los últimos atentados en destinos europeos.

La última encuesta de gasto de los turistas foráneos publicada el pasado viernes muestra que hasta junio el gasto aumentó un 8,2% interanual, hasta 32.685 millones de euros, un crecimiento inferior al de la llegada de turistas, que avanzó un 11,7%.

Con el modelo de sol y playa, las llegadas se concentran en el tiempo y es en las zonas costeras donde se ve una cara menos brillante de una industria que tira de la economía, pero que muestra infraestructuras sobreutilizadas, problemas vecinales y retos en la gestión de los recursos hídricos.

“El turismo es nuestra principal –y a día de hoy, casi única– fuente de ingresos, pero el turismo masivo también tiene sus contrapartidas; infraestructuras saturadas, problemas de convivencia entre turistas y residentes, colapso de las carreteras, alteración exagerada al alza de los precios de la vivienda”, apunta Viviana Sans Trotta, vicepresidenta primera del Consell de Eivissa, que tras las elecciones de mayo de 2015 cambió de signo político y ahora está gobernado por una coalición con PSOE, Podemos y Guanyem. Una llegada de turistas, y vehículos que por ahora apenas se gestiona, aunque el Gobierno de la isla estudia fórmulas dirigidas a poner techo en temporada alta dentro de la legalidad vigente y que se ajusten a la disponibilidad de recursos.

El 70% de los visitantes se concentra en áreas con escasez manifiesta de agua y con riesgo de sequía, archipiélagos, costa mediterránea y Andalucía no mediterránea, apunta Gonzalo Delacámara, director económico del Foro de la Economía del Agua.

La gestión de los recursos hídricos se convierte así en un reto que hay que superar para conseguir un turismo sostenible. Un turista consume entre tres y cuatro veces más de agua al día que un residente permanente (cuyo consumo oscila entre los 100 y 200 litros diarios), lo que conlleva a su vez una mayor generación de aguas residuales que requieren tratamiento. Es la otra cara del turismo, la gestión de las aguas residuales en diversos puntos de España como el Delta de Ebro, la Albufera de Mallorca o el Mar Menor.

“Las depuradoras, ya de por sí obsoletas, se colapsan en verano y la calidad de las aguas que se vierten al mar es muy mala. Estamos a la espera de la construcción de la nueva depuradora de Eivissa, pero se trata de un proyecto anticuado, que solo prevé depuración terciaria, y de una planta situada a 110 metros de altura, por lo que requerirá de mucha energía eléctrica para el bombeo”, apunta Sans Trotta.

La convivencia con los vecinos

En Barcelona se han vivido conflictos entre vecinos y turistas en algunos barrios por la masiva llegada de visitantes y el auge de los apartamentos turísticos. Además de la convivencia, los vecinos alertan sobre el encarecimiento de los precios del alquiler porque los propietarios ganan más dinero alquilando para estancias cortas que como vivienda. Piden barrios para vivir y no solo para los turistas.

En este contexto ha nacido la iniciativa FairBnB –que hace referencia al nombre de la plataforma de alojamientos turísticos Airbnb– que busca evitar la gentrificación de las ciudades. La iniciativa se originó en Amsterdam, dentro de una plataforma vecinal, y ahora se extiende a otras ciudades. En Toronto (Canadá) se presentó hace unas semanas la Fairbnb Coalition y están en conversaciones con otras ciudades como Barcelona.

Los problemas de alojamiento son una de las preocupaciones de los vecinos. “En Amsterdam lo estamos viviendo: el 30% de las viviendas en un radio de 200 metros desde la Plaza Dam se alquilan a través de Airbnb, y el otro 70% son oficinas o alquileres carísimos (2.000 euros por un apartamento de dos habitaciones). Eso convierte esa zona un sitio de paso, de ocio o de visita, pero no un sitio del que alguien se pueda sentir vecino”, explica Sito Veracruz, consultor urbano y miembro de la plataforma Fair City Amsterdam. Un problema similar al que se está viviendo en algunos barrios de Barcelona, como Ciutat Vella.

Las iniciativas de la Administración

Los diferentes niveles de la Administración han desarrollado iniciativas y propuestas para tratar de mejorar esta situación. En el caso del Ayuntamiento de Barcelona, la ciudad trata de acabar con los alojamientos turísticos ilegales. No es la única propuesta. Hace unos días se presentó el Plan de Desarrollo Económico de Ciutat Vella, que contempla 57 medidas para evitar la gentrificación y el monocultivo turístico. Entre las medidas propuestas se encontraba la de promocionar el comercio de proximidad.

El problema reside en cómo gestionar la riqueza que genera el turismo con poner límites. De Sans Trotta recuerda que hasta el boom del turismo la isla era “extremadamente pobre”. Pero para evitar morir de éxito, ahora hay que tomar “medidas valientes” en materia de movilidad o energías limpias, entre otras.

“Es necesario que estas medidas sean de largo alcance, políticas que no se limiten a los cuatro años de una legislatura. Es imprescindible que exista un consenso muy amplio que integre también a hoteleros, empresarios, y a todas las fuerzas políticas. Es complicado, pero al menos partimos de un punto de acuerdo: sabemos que existe un problema y que tenemos una oportunidad para que Eivissa dé un salto adelante”, apunta. 

Por su parte, la Junta de Andalucía ha publicado el Plan de Turismo Sostenible 2020 para el desarrollo del sector en la comunidad, donde se encuentra, por ejemplo, la gestión de la estacionalidad o la generación de empleo. Entre los objetivos que marca el documento plantea favorecer la rehabilitación de destinos maduros, fomentar la oferta de interior, reducir la estacionalidad o impulsar la implantación de nuevas tecnologías y sistemas de calidad.

Los retos están en ver cómo funcionan las iniciativas propuestas y cómo estas se conjugan con la llegada de turistas en un momento en el que el sector bate récords.

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