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¿Qué es el Banco Mundial? Todo lo que necesitas saber para llevarte el puesto de director la próxima vez

Mariano Rajoy durante un encuentro con Jim Yong Kim, presidente del Banco Mundial.

Belén Carreño

El Banco Mundial, un gran desconocido para la mayor parte de la opinión pública, se ha convertido en la institución más famosa de una España sin Gobierno. El organismo internacional está en la esfera pública ya que son los Estados los accionistas y los que nutren, a cargo de fondos públicos, la actividad del Banco. ¿Qué hace esta institución exactamente? ¿Cuáles son sus orígenes?

Papel en la reconstrucción en la posguerra

El Banco Mundial tiene el mismo origen que su institución hermana, el Fondo Monetario Internacional: la conferencia de Bretton Woods en 1944. Esta conferencia trató de ordenar el sistema monetario y financiero internacional después de la Segunda Guerra Mundial para lo que se creó el FMI, que tenía como principal misión estabilizar y vigilar los tipos de cambios de las monedas.

El Banco Mundial fue la institución creada para canalizar la ayuda financiera hacia los países más destrozados por la guerra. El primer programa de ayuda que surgió de la institución fue la reconstrucción de Francia. El Banco Mundial ha terminado por formar un grupo que aglutina cinco diferentes herramientas financieras y fondos e, incluso, un tribunal de arbitraje internacional.

Organización de la institución

De los 44 países que firmaron Bretton Woods el banco ha ido ampliando hasta sumar 187 miembros en la institución. Las adhesiones se hicieron de forma escalonada y han dado lugar a un desigual reparto en la participación que ostenta cada país. Hay 25 países que componen el Consejo de Administración permanente y que son los que tienen un mayor peso en el fondo. De forma tácita, se decidió que el presidente del BM fuera estadounidense, lo cual le ha dado especial fuerza a este país en la institución, y el director del FMI, europeo.

Estados Unidos tiene algo más del 15% de las acciones, Francia un 4,4% y Reino Unido otro tanto. Estos países tienen su propio director ejecutivo que se sienta en el consejo de administración. Los que tienen menos cuota, como España, tienen que compartir la silla.

España, infrarrepresentada

España entró en el primero de los organismos en 1958 como consecuencia de la gestión de las relaciones internacionales por la dictadura franquista y fue prestatario hasta 1977 por su condición de país en desarrollo. Esto ha provocado tradicionalmente un papel mucho menor del país en la institución, especialmente en relación con su tamaño.

Dependiendo del organismo dentro del grupo del Banco Mundial, España tiene entre un 0,91% de las acciones hasta un 1,7%. Como es obvio, España debería tener una participación muy superior pero es algo que ya difícilmente va a conseguir. Como sucede en el FMI, otros países emergentes, especialmente China, también pelean por proporcionar su cuota a su tamaño y las sucesivas ampliaciones de capital están yendo a ampliar esta participación.

Por el momento histórico en el que entró, a España se le puso a compartir silla con países latinoamericanos y no europeos. España tiene que rotar, cada dos años, su representación ejecutiva en el puesto con Venezuela y México. Además, estos tres países representan a toda Centroamérica pero ni siquiera tienen derecho a tener su propio director ejecutivo.

Complicada gestión

Por todas estas características, el papel de España en el Banco siempre ha sido menor. Primero, España tiene que representar los intereses de países con los que no tiene mucho que ver (salvo el idioma). España es un país desarrollado y europeo y debe compartir su voto con socios de otros continentes y muy diferente desarrollo económico.

“El Banco Mundial está perdiendo mucho predicamento”, considera José Moisés Martín que ha tenido muchos tratos con la institución. “Es una institución dominada por las economías occidentales, y los países emergentes se sienten incómodos en el mismo. Hay iniciativas autónomas, como el banco de los BRIC (Brasil, Rusia, India y China), o el banco asiático de infraestructuras, creado por China, que están ganándole terreno. Además, muchos países ya no tienen los problemas de financiación que tenían hace años, por lo que sus servicios son menos necesarios”, apunta.

¿Qué hace el banco?

El banco fue pasando de su política de reconstrucción de países a préstamos blandos para países en desarrollo. Su siguiente ámbito de influencia fue Latinoamérica y también los países del Este. En la actualidad tienen un papel importante en África aunque sigue teniendo presencia en economías más avanzadas.

La forma de instrumentar las ayudas suele ser mediante créditos condicionados. El banco presta dinero a países que por sus características no tienen acceso al mercado de crédito para programas con diseño muy específico que deben cumplir la misión que fija la institución cada cinco años. En la actualidad, el objetivo del Banco Mundial es erradicar la pobreza e impulsar “la prosperidad compartida”. En los últimos años ha ido desarrollando cada vez más programas de créditos blandos y de tutelaje a países.

¿Son como el FMI, intervienen y rescatan países?

No. Para rescatar un país quebrado ya está precisamente el FMI. El Banco Mundial financia programas de desarrollo, no necesariamente en países en bancarrota aunque huelga decir que muchos lo están. Sus ámbitos de actuación son la educación, la sanidad pública y la protección social. La condicionalidad de los programas es muy diferente a la del FMI. Puede, por ejemplo, desarrollar un programa de cobertura sanitaria para colectivos en exclusión o educación especial para las niñas.

El foco en el que prestan atención ambas instituciones no tiene nada que ver. La óptica desde la que enfoca los problemas el FMI es macroeconómica y el Banco se fija en la micro. Escolarización, potabilización del agua, brecha de género, etc... El Banco Mundial es el que fija el umbral de la pobreza que se toma de forma universal (ahora son 1,90 dólares al día). Su base de datos es una de las mejores del mundo para datos de desarrollo y la del FMI es la mejor para datos de inflación, paro o déficit.

Yo había leído que eran 'neocon'

La institución ha ido evolucionando a lo largo de estos años y se ha ido desprendiendo de una forma de actuar en los años ochenta y noventa que le labró su mala imagen. Naomi Klein en su libro La doctrina del shock, aseguraba que tanto el BM como el FMI eran las herramientas de las que se valían los países para imponer las doctrinas capitalistas y de libre mercado en los países más alejados de estos paradigmas.

“La realidad es bastante más aburrida”, asegura un técnico que trabajó varios años en la institución en el área de educación y que prefiere no dar su nombre. “Generalmente los proyectos surgen cuando el gobierno viene con una idea de programa (”queremos construir escuelas en una región“) y entonces empieza un diálogo con el Banco donde se hace una tormenta de ideas y se identifican áreas donde el Banco puede aportar valor añadido”. 

“Sobre si hay una 'agenda secreta', al menos en educación, no”, responde contundente. “Dudo que la haya tampoco en otras áreas. Por supuesto cada experto del banco tiene sus ideas de lo que funciona y lo que no funciona, pero el cliente es el país, y ellos son los que deciden”, concluye, recordando que siempre hay expertos de izquierdas y derechas en el banco pero que la presión respecto a ciertos doctrinas tal y como se manejaban en los ochenta se ha diluido.

Moisés Martín abunda en este punto: “Sus orientaciones y guías de política siguen siendo muy relevantes, más por el papel de apoyo al diseño de estrategias de desarrollo que a su vertiente financiera. Ya no son el prescriptor de políticas neoliberales que fueron en los noventa: de hecho sus orientaciones son ahora mucho más proEstado y prosector público que antes”.

Con todo, hay muchas voces críticas sobre los programas que apoya el Banco Mundial, sobre todo por su aproximación a los pueblos indígenas o a las consecuencias ecológicas de sus proyectos. En esta página se puede ver de forma detallada las principales críticas que vierten las ONG (la web está creada por Action Aid la plataforma internacional aliada con Ayuda en Acción y también otros actores de la sociedad civil como Amnistía Internacional).

En todo esto, ¿qué pinta alguien como Soria?

Pues poco por su perfil. Pero esto no implica que España no debería estar con un peso específico importante en la institución. Manuel de la Rocha, en la actualidad secretario de Economía del PSOE pero que trabajó para el banco casi siete años, primero en la sede en Washington y luego en Nairobi, recuerda cómo en la época de José Luis Rodríguez Zapatero, cuando la Agencia Española de Cooperación (AECI) no podía absorber toda la carga financiera que se destinaba a ayuda al desarrollo, se reforzó la cooperación con los programas del Banco y los fondos que gestiona (por ejemplo el Fondo contra el Sida) para dar salida a este dinero. “Es la institución de desarrollo más importante que hay ahora mismo”, recuerda De la Rocha.

De la Rocha cree que se deberían implementar criterios “públicos, transparentes y objetivos” para la selección de estos cargos en las instituciones internacionales y solventar así situaciones como las vividas estos días.

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