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“Tenemos que ser útiles y atractivos para las nuevas generaciones”

El líder de CCOO en Euskadi, Unai Sordo.

Ana Requena Aguilar

Las miradas se volvieron sobre Unai Sordo el pasado sábado. Ese día, el secretario general de CCOO, Ignacio Fernández Toxo, anunció que renuncia a volver a presentarse al cargo y que el Consejo Confederal del sindicato apoya unánimemente la candidatura de Unai Sordo.

Secretario general de CCOO en Euskadi desde 2009, de 45 años, consigue generar consenso interno en una organización dada a disputas. No es nacionalista, aunque serlo, dice, le hubiera puesto las cosas más sencillas en Euskadi: “Reconozco que vivo en un Estado plurinacional, es una visión que tengo perfectamente integrada”.

Subraya que la participación de la afiliación en el Congreso es muy alta, pero apunta a que en el futuro habrá que incorporar “nuevos sistemas de participación” a la hora de, por ejemplo, tomar posición sobre determinados asuntos dentro del sindicato.

Preparaba su candidatura para renovar su mandato como secretario general de CCOO en Euskadi, pero de repente ha cambiado de rumbo y se presentará para suceder a Ignacio Fernández Toxo. ¿Por qué ha decidido dar un paso al frente para liderar toda la organización?

Doy el paso al frente porque se me traslada que en las reuniones que se están teniendo para preparar el congreso de la Confederación, en el caso de que Ignacio Fernández Toxo no se presente, mi nombre suena como el que genera más consenso en el conjunto de las organizaciones. Cuando se me plantea así, estoy obligado por un acto de compromiso con el sindicato a dar este paso y en ese sentido me manifiesto. 

¿Qué le parece la decisión de Toxo de no optar a un tercer mandato, a pesar de que contaba con un apoyo interno mayoritario? ¿Tiene que ver con el proceso para repensar el sindicato que lleva fraguándose un año?

Él no solo no estaba cuestionado sino que tenía toda la legitimidad y el apoyo. Creo que las razones tienen que ver con una capacidad de análisis estratégico muy profunda de las necesidades del sindicato. Es evidente que el sindicato viene trabajando en un proceso de repensar la organización y de reformular las pautas de acción sindical clásicas. Yo soy de los que cree que ese planteamiento lo pueden llevar a cabo generaciones más mayores, pero sí parece lógico ir a un cambio generacional para poner en marcha un proceso de adaptación del sindicato a la realidad del trabajo hoy en día.

Seguramente las generaciones que somos nativas de ese nuevo paradigma laboral, de esa nueva precariedad múltiple, de ese nuevo concepto de la empresa tan alejado de la gran empresa industrial fordista, esas generaciones que hemos nacido ya en democracia o en los estertores del franquismo, que no hemos conocido el sindicalismo contra Franco pero que hemos conocido el sindicalismo de la precariedad, demos un paso en la dirección para cambiar el sindicato.

¿CCOO ha estado a la altura de las circunstancias en los últimos años: la crisis, los recortes, dos reformas laborales, escándalos que han salpicado al sindicato como el de las 'tarjetas black', ERE en el sindicato?

Son muchas facetas las que mencionas. Creo que el sindicato ha hecho un trabajo enorme en la crisis por intentar mantener el mayor número posible de empleos y por intentar mantener el cuadro de derechos que hemos tenido en este país. Viendo las cifras del paro y las reformas que ha habido alguien podría decir que no hemos tenido especial éxito, pero creo que hay que ver el contexto en el que se ha dado la crisis y en el que ha cambiado radicalmente la sociedad y el aparato de representación democrático, no solo en España, sino en Europa y el primer mundo.

Es tal el cambio en las relaciones de poder desde el año 2008 que hay muchas cosas que mejorar para que no vuelvan a pasar cosas como las que han pasado en el empleo y los derechos. Necesitamos reforzar mucho nuestra presencia en los centros de trabajo y recomponer las legitimidades del sindicato del siglo XXI. Ese es el gran reto.

¿Qué retos principales y concretos tiene el sindicato?

El sindicalismo en España tenía una legitimidad que venía de la lucha contra el franquismo, de las funciones que nos otorgaba la Constitución y de la representación que ostentamos en las empresas. Estas legitimidades, siendo importantes, no sirven ya para el siglo XXI. La gran legitimidad del sindicato va a ser la de estar presente, la de ser capaz de organizar a la gente en el centro de trabajo y enfrentar las precariedades múltiples que se dan actualmente. El sindicato donde tiene fuerza es reconocido por los trabajadores pero hay sectores que necesitan un proceso de sindicalización muy importante y eso es un eje estratégico. Desde ese fortalecimiento de presencia y utilidad es desde donde podremos recomponer nuestro papel en la concertación social y la negociación colectiva. 

¿Hay condiciones para una huelga general? El secretario general de UGT, Pepe Álvarez, amaga con frecuencia sobre la posibilidad de ir a un paro general en el medio plazo.

Sobre las líneas estratégicas del sindicato no tengo problema en hablar porque están en nuestras ponencias, pero en este tipo de valoraciones quiero ser muy escrupuloso con el Congreso y con la Ejecutiva Confederal. Hasta el 2 de julio no haré este tipo de valoraciones.

Pero esa legitimidad de la que habla, ¿tiene que venir también de la calle y de la protesta, más de lo que lo ha hecho en los últimos años?

Estar en la calle y en la protesta es una de las fuentes de relación del sindicato con su entorno social y creo que es una pata que el sindicato no ha abandonado en ningún caso. Creo que la parte más organizada y dinámica de la sociedad tiene que ver que las organizaciones sindicales formamos parte de la impugnación de las políticas que se han desarrollado al calor de la crisis. Es parte de la legitimación del sindicato.

No creo que debiera ir en detrimento de otros escenarios. El diálogo social es una lucha y un logro histórico de los trabajadores. Que las organizaciones de trabajadores podamos ser contrapartes a la hora de negociar medidas que van a afectar a su vida me parece un logro histórico del movimiento sindical. Ahora, la legitimidad no la da el hecho de estar en el diálogo social para penetrar en la empresas y en la sociedad, sino que estar en las empresas y en la sociedad nos permitirá tener una posición fuerte para estar en ese diálogo social.

Otra cosa es que hemos estado en unos tiempos en los que los márgenes de negociación con los gobiernos han sido muy limitados porque este país ha vivido bajo los efectos de la condicionalidad del rescate bancario. Y cuando ese diálogo se plantea sin contenidos de fondo no tiene ninguna utilidad, pero si los tiene hay que sacarle el máximo rendimiento. 

El 8 de marzo hubo un paro internacional de mujeres que en España tuvo bastante éxito, y que puso sobre la mesa la discriminación laboral que sufren las mujeres. ¿Ha tenido este tema la presencia que debería en la acción sindical? ¿Lo considera un eje prioritario?

La igualdad de género no es uno de los temas que tenemos que abordar, es que es el tema. Uno de los retos que tiene ahora mismo el sindicalismo es ser capaz de integrar esas precariedades y desigualdades diversas que existe en el mundo del trabajo y en la sociedad e integrarlas dentro de la acción sindical. Eso implica una acción sindical mucho más vinculada a la reducción de esa desigualdad e implica dialogar con nuevas formas y conceptualizaciones de la movilización social. Bajando a lo concreto, el gran reto del sindicato no es tanto seguir haciendo las cosas que ya se hacen, sino hacerlas mejor y de forma más profunda en la realidad de desigualdad y fragmentación creciente.

No vale con promover una Ley de Igualdad, que también, sino que hay que bajarla a la realidad de las empresas, hay que diagnosticar las desigualdades concretas de los centros de trabajo, hay que implementar planes de igualdad que sean útiles, no que los haga una gestoría y se firmen y ya está. Ahí tenemos que poner los recursos del sindicato, en esa presencia continuada y cualificada en los centros de trabajo, sobre todo donde hay más debilidad sindical. Ahí tenemos que introducir el sindicato, ser capaces de ser útiles y ambiciosos y atractivos para la gente, para las nuevas generaciones que no entienden el viejo modelo sindical, el concepto de gran convenio colectivo, que muchas veces no saben lo que es, hay que trasladarlo a su realidad concreta.

¿Y dentro del sindicato? Las ejecutivas tienen que ser paritarias pero los cargos de más peso siguen ocupados mayoritariamente por hombres.

Sí, tenemos que mirar hacia dentro y dar un salto de calidad, hay que promover la participación y la asunción de responsabilidades por parte de mujeres. No solo hay que incorporar mujeres, hay que incorporar miradas de mujeres en cómo se gestionan las organizaciones, hay que adaptar procedimientos, formas culturales de trabajar. Es un tema fundamental que hay que integrar, tenemos que avanzar en eso, es obligatorio.

Le pregunto por el caso de varios formadores que trabajaron para la Fundación Formación y Empleo (Forem) Euskadi que demandaron a la organización por no haberles incluido en su ERE y haber encadenado decenas de contratos. ¿Cree que el sindicato actuó como debía?demandaron a la organización

Forem Euskadi contrató con las modalidades que pensó que mejor se adecuaban al objeto de la actividad que hacía, en la que los planes de formación se iban renovando, nunca se sabía qué planes iban a seguir. La realidad tenía que ser dinámica. Forem Euskadi hizo un ERE e indemnizó con lo que correspondía a las personas que trabajaban. El ERE se cerró con acuerdo de la representación legal de los trabajadores, que por supuesto no va en detrimento de que luego haya personas que hayan demandado.  

Hay que hacer dos reflexiones: si los fondos de formación desaparecen por los recortes y por la nueva regulación y eso sitúa al sindicato en situación de riesgo, hay que actuar. Si las fundaciones desaparecen, los trabajadores y trabajadoras no pueden continuar con una actividad que ya no existe, es muy duro pero es así.

Y, en segundo lugar, la gestión de recursos externos desde el sindicato ha sido muy útil para miles de personas trabajadoras que se han formado gracias a ello, pero hay que reflexionar porque en el momento en que se bordean situaciones de riesgo ante posicionamientos del Gobierno, que deja de sacar esos fondos, lo que no puede el sindicato es entrar en una situación de riesgo. 

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