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Audi Q5, un titán en carretera… y en campo

El Audi Q5 se desvela como un SUV apto para salir fuera de asfalto.

Pedro Umbert

No es frecuente encontrarse un Audi Q5 en alguno de los caminos estrechos y escarpados que dan acceso a los castañares de algunos pueblos de Salamanca. Sin embargo, semejante incursión no es una extravagancia, sino algo completamente accesible para un vehículo que muchos de sus poseedores nunca sacarán del amable asfalto.

Poderse hacer, se puede, y con todas las garantías. Eso sí, si el coche dispone de suspensión neumática adaptativa, que encarece la factura 2.385 euros, y de neumáticos para uso mixto campo-carretera. Ese tipo de suspensión cuenta con siete modos de funcionamiento: dos de ellos están configurados para conducir fuera del asfalto, y el más específico (Lift/Offroad) eleva la carrocería 45 milímetros para salvar mejor los obstáculos que se presenten.

Con una altura máxima con respecto al suelo de 220 mm, neumáticos apropiados y tracción integral quattro, el Q5 avanza por pistas y caminos sin un traspié. Las bajadas pronunciadas son coser y cantar gracias al control de descenso, y los más aventurados saldrán airosos de maniobras más complejas como vadeos o cruces de puentes.

En carretera, el renovado todocamino de Audi se revela un vehículo silencioso, confortable y de respuesta brillante en su versión con motor turbodiésel 2.0 de 190 caballos, que posee casi el refinamiento y la contundencia de un seis cilindros, y cuya combinación con el cambio automático S-Tronic de siete velocidades se antoja perfecta. El Audi Drive Select, de serie, ofrece cinco programas que modifican, de forma muy adecuada a nuestro parecer, el funcionamiento tanto de motor y transmisión como de dirección y suspensiones. 

La versión de pruebas, como todas las de motor de cuatro cilindros, equipaba la tracción quattro ultra, capaz de desacoplar el eje trasero cuando las condiciones de adherencia lo permiten y, por tanto, de reducir las fricciones y el consumo del vehículo, que ha rondado los 7 litros/100 km de promedio. El sistema vuelve al esquema de tracción a las cuatro ruedas en cuestión de milisegundos cuando se acerca una curva o se pisa un charco.

Por lo demás, el Q5 ha crecido muy ligeramente, si bien el habitáculo permanece casi como era en la primera generación del modelo. Tampoco necesitaba cambiar porque ofrece un espacio holgado en las plazas delanteras y, sobre todo, en las traseras, donde dos pasajeros adultos pueden acomodarse a sus anchas. Ocupar la plaza central es harina de otro costal por la dureza del respaldo y lo abultado del túnel de transmisión.

Como es habitual en Audi, la lista de opciones con que enriquecer y personalizar el vehículo es extensísima, y a poco caprichoso que uno sea resulta fácil engordar de manera considerable el precio del coche, que en el caso de la unidad probada (Design Edition) es de 49.500 euros. Menos comprensible es que haya que abonar aparte elementos banales a estas alturas como los retrovisores plegables o el sistema de acceso sin llave.

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