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“Podemos no sería coherente oponiéndose al derecho de autodeterminación”

Paula Quinteiro, de Podemos

Miguel Pardo

Paula Quinteiro es una de las voces gallegas en la candidatura que Podemos, la gran sorpresa de la jornada electoral, presentó a las elecciones europeas del pasado domingo. Enfermera y activista social con experiencia en el 15M, esta viguesa de 23 años fue apoyada en las primarias para acabar ocupando el puesto 26 de una lista que colocará a cinco de sus representantes en la Eurocámara. Pero este parece solo el primer paso. La gallega ve en las próximas elecciones municipales una buena oportunidad, llama a la confluencia de la izquierda rupturista y cree que la irrupción de Podemos es una oportunidad que habría que aprovechar.

¿Cómo llegó a Podemos?

Seguí el proceso desde sus inicios con la publicación del manifiesto Mover ficha como el posible inicio de una alternativa capaz de convertir la indignación en cambio político, objetivo que buscaban sus firmantes. Esas reivindicaciones de recuperar la participación popular y de participar directamente en la defensa de nuestros derechos hizo muy fácil la decisión de implicarme en la construcción del Círculo de Vigo. Estas reivindicaciones conectaban con mi experiencia en el 15M y en otros movimientos sociales de Vigo en los que también había participado.

Y de ahí pasó a ser una de las candidatas a las elecciones europeas...

El proceso de selección de candidatas y candidatos fue abierto a toda la ciudadanía, lo que hizo que la lista estuviera conformada por perfiles muy heterogéneos, aunque con una base común, comprometidas con el programa y con el método que propone Podemos. En el caso de Vigo, dos personas fuimos avaladas por el Círculo y participamos posteriormente en el proceso de primarias.

Usted y otras dos personas representan Galicia en la lista.

Sí, junto a Ares Jiménez, del Círculo de Ourense, y Marcelo Armendáriz, gallego emigrado que participa en el Círculo de Bélgica. La entrada de Marcelo es un detalle que no deja de tener su importancia, al reflejar también la cruda realidad de la juventud gallega, forzada a emigrar masivamente por el empobrecimiento y el austericidio al que nos someten día tras día.

¿Fue una sorpresa para ustedes el resultado de Podemos en el Estado? ¿Y en Galicia?

Fue una cierta sorpresa, no solo para nosotros sino para los grandes medios de comunicación, que nos ignoraron durante toda la campaña a pesar de haber conseguido actos masivos en todo el Estado y un record de participación en las primarias. Contábamos con conseguir representación, pero fuimos más allá ya que conseguimos abrir un boquete y generar un nuevo escenario político. En Galicia también fue un éxito inesperado, ya que contábamos con la concurrencia de fuerzas de izquierda como AGE, con un importante tirón electoral, y el BNG, con una trayectoria consolidada. Con la falta de medios y con el poco tiempo con el que contábamos, no pensábamos convertirnos en la cuarta fuerza política en Galicia e incluso ganar en un barrio tan importante de Vigo como Navia.

Fue un éxito a pesar de que Podemos carece de estructura. ¿Tendrá que afrontar nuevos retos la formación ahora en Galicia? Y dado el caso, ¿cómo se afrontarán?

El reto principal es impulsar la participación desde abajo a la hora de construir una alternativa capaz de enfrentarse a los recortes. Podemos será lo que los Círculos, como espacio de participación, decidan. Claro está que precisamos dotarnos de estructuras y mejorar la coordinación, pero lo más importante es generar más canales de participación popular, más Círculos, y vincularlos a las luchas contra la austeridad.

El método y razón de ser de Podemos es la apertura a la ciudadanía. ¿Temen que eso pueda ser un problema a la hora de gestionar tanto apoyo o a la hora de evitar infiltraciones indeseadas?

La participación ciudadana no es un problema, sino la solución. Si nos convertimos en una alternativa a los partidos tradicionales es porque intentamos ejercer la democracia a todos los niveles, en nuestra organización interna, en los Círculos. Nos basamos en el asamblearismo y la horizontalidad, que hacen posible la participación a la hora de configurar las listas o a la hora de elaborar el programa. Somos conscientes de las dificultades de poner en práctica esta metodología, pero cuanta más participación y más apertura, más posibilidad de establecer controles democráticos, fortaleciendo consensos.

El golpe al bipartidismo fue claro, ¿cree que se consolidará?

Eso dependerá de si alternativas como la nuestra, y otras organizaciones de la izquierda, seremos capaces de ir abriendo ese boquete cada vez más. Debemos caminar hacia la construcción de una alternativa real de cambio profundo y estructural para impedir que el bipartidismo levante cabeza o que fuerzas renovadoras del régimen como UPyD (o las propias fuerzas de la izquierda) puedan entrar en esa alternancia.

AGE y Anova hablan muy bien del proyecto y muestran claramente su deseo de confluir de alguna manera. ¿Cree que ese frente amplio de izquierdas es posible?

Es posible y necesario que fuerzas rupturistas y de izquierdas luchen juntas. Su materialización es algo más complicada, hay inercias y aparatos con intereses propios, desconfianzas históricas y otras nuevas, proyectos tácticos diferentes.... No obstante, parece claro que de alguna forma, y a muchos niveles, hay coincidencias en que se necesita un proyecto estratégico común de todas las que queremos acabar con el régimen nacido de la transición, tanto a nivel institucional como territorial, como con las políticas de la Troika que atacan la vida de las clases trabajadoras. Creo que se puede llegar a acuerdos básicos pero lo que no se puede obviar, y el resultado de estas elecciones lo confirma, es que los métodos organizativos democráticos y la participación desde abajo han de ser la forma en la que esta articulación se produzca. Con AGE, y sobre todo con Anova, compartimos una nueva cultura política y militante y tenemos muchas coincidencias.

¿Entraría el BNG en esa confluencia?

No hay que cerrarle las puertas a nadie. De todas formas, ese eventual proceso de confluencias estaría en nuestro caso controlado y dirigido desde nuestros Círculos. Cualquier política de alianzas deberá estar sometida a la decisión democrática desde abajo.

Podemos dice que apuesta por el derecho a decidir, pero hay quien duda de que eso se confirmara en caso de que llegara el caso en Cataluña o Galicia. ¿Cuál es la postura de la formación?

En el programa con el que acudimos a las Europeas hay varias referencias al derecho a decidir de los pueblos de Europa. En nuestro manifiesto originario hay un apoyo explícito a los próximos referéndums de autodeterminación en Cataluña y Escocia. Se trata de un derecho democrático básico, así que no sería coherente que Podemos se opusiera a su ejercicio. Creemos en la abertura de procesos constituyentes en el Estado, también en Galicia, como un elemento que podría quebrar el régimen del 78.

¿Las elecciones municipales son el nuevo reto de Podemos?

La decisión de participar en las municipales corresponderá, como en el resto de cuestiones, a los Círculos. En mi opinión, las municipales podrían ser un buen escenario para poner en práctica a nivel local –y de alianzas– las prácticas democráticas con las que venimos trabajando. Deberán venir acompañadas, ya que si no no tienen sentido, de una voluntad de ruptura en beneficio de las de abajo y de la mano de todas las que coincidan con nosotros en esas tareas.

¿Qué opinas de las duras críticas del PP y parte del PSOE a Podemos?

Son la respuesta de los partidos del régimen, que gobiernan para una minoría que reparte miseria, que ve cómo todas las manifestaciones y movilizaciones del último período, que reprimieron y criminalizaron con fuerza, pueden llegar a tener una materialización política y electoral con un programa de ruptura y con vocación de mayorías, de alianzas y de victoria.

¿Y qué le parecen esos intentos de acercamiento a su formación de algunas bases socialistas?

Sobre las bases del PSOE habría que aclarar si hablamos de las bases sociales, votantes socialistas que se acercan a nosotros o de las bases militantes o cargos políticos. En el primero de los casos, sería una gran victoria. Tengamos en cuenta que Syriza le arrebata la base social al Pasok en Grecia. Nuestra forma de trabajo es asamblearia, impide el lucro y defiende la utilización de los cargos políticos mediante un control democrático desde abajo y la asunción de compromisos de honestidad y transparencia de nuestros cargos. El PSOE aún no es el Pasok pero, evidentemente, hay síntomas de que está tocado.

¿Veremos en breve a la izquierda alternativa (IU, BNG, Podemos, Equo, ERC, Compromís...) obteniendo una mayoría de votos en el Estado?

Ojalá sea así, pero sabemos por la historia que los cambios, lejos de ser graduales, son convulsos, con aceleraciones y retrocesos. Tenemos que salvar el campo conquistado, luchar por ampliarlo y fortalecerlo, pero sabemos que cuando los poderosos ven peligrar su poder, van a luchar ferozmente por defenderlo. El resultado de las europeas fue un golpe en la mesa, una llamada de atención y un grito de rabia y de dignidad, pero las oportunidades históricas no duran eternamente. Nuestro éxito puede ser una cuña en el bipartidismo, un revulsivo en el campo de las izquierdas y un bálsamo que mitigue el crecimiento de la extrema derecha. Las oportunidades no están ahí siempre, y de aprovecharlas es de lo que se trata.

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