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“Se consumió el drama de otros, se invadió su intimidad”

Los ministros del Interior y Fomento visitan el lugar del mortal accidente

Virginia Uzal

Miguel Anxo García Álvarez es facultativo especialista en Psicología Clínica del Hospital Clínico de Santiago de Compostela. Fue presidente del Colegio de Psicólogos de Galicia y ha publicado varios trabajos sobre los impactos y consecuencias psicológicas de catástrofes en las poblaciones, desde el Casón al Prestige.

La marea de donaciones o de ayuda en el rescate hace recordar catástrofes como la del Prestige donde también una marea blanca ayudó a la recuperación. ¿Está preparada la gente para actuar en casos así?

La respuesta que, en general, ofrecen las comunidades humanas ante desastres y catástrofes son similares de unos lugares a otros. Las valoraciones que hacen de sí mismas también. En el primer momento prima la autoprotección, y después el rescate y ayuda a los demás junto con el aseguramiento de lo propio. Lo acontecido reflejó una secuencia tan conocida como estimable. La gente actúa. La preparación en sitios como Galicia es escasa pero no inexistente, se tenemos en cuenta que dentro de la preparación de las comunidades se debe considerar la organización existente de autoprotección, asistencia y seguridad, ya sea de base asociativa, ya institucional.

¿Cuáles pueden ser los traumas o las secuelas de los voluntarios?

El trauma principal del voluntario es no poder dar de sí la solidaridad que desea entregar. No creo que se vayan a presentar “traumas” de manera significativa, ni debe preocuparnos esa posiblidad. Sin embargo, sí interesa que los dispositivos asistenciales y sanitarios se pongan en disposición de atención pronta si alguno de los ex-intervinientes solicitan ayuda. La experiencia solidaria, si no va seguida de manipulación, utilización torcida o desvalorización social es una experiencia protectora a nivel psíquico.

Tanto en el caso del Casón como en el Prestige la reacción política fue nefasta. En el Casón se provocó una gran alarma social, favorecida por una información confusa que ocasionó la desconfianza en la población debido a los mensajes contradictorios de las autoridades, en el Prestige hasta se llegó a decir que “en ningún caso era una marea negra, eran manchas muy localizadas”, los ya conocidos “hilillos de plastilina” la falta de responsabilidades y la tardía comparecencia de Fraga o Aznar. ¿Cómo dirías que fue en este caso? ¿Cómo cree que deben reaccionar?

La reacción política también sigue guiones previsibles. Son escasas las excepciones, casi parecen “tics” sociales. La actitud de los gobernantes acostumbra a ser escasamente autocrítica en general, es protectora de la posición y justificativa de las acciones. Es poco cooperativa cuando no hostil. En este caso hubo una mejoría con respecto a catástrofes anteriores en la autocontención, esperando en general a que pasase la fase aguda, el luto oficial. Hubo mas prudencia en los gobernantes, incluso más inteligencia, si exceptuamos la inquietante presencia del ministro del interior y las torpezas de los responsables de Adif y Renfe. También debemos tener en cuenta que el tiempo de la fase activa de este desastre fue corto, las consecuencias rápidamente delimitables, y la respuesta necesaria, relativamente sencilla.

¿Cree que esas visitas políticas o reales a los afectados son positivas en catástrofes de este tipo?

Son útiles en tanto que expresan la importancia que la comunidad de pertenencia les otorga a las víctimas y a los hechos ocurridos. También son motor de la respuesta institucional. Pero claro, todo tiene su momento, ya que deben transmitir solidaridad pero no importunar la respuesta. En este caso en particular, la visita del rey fue claramente precipitada y encajada muy forzadamente ya que aún permanecían sin identificar una cantidad importante de víctimas y estaban en la fase mas aguda de la respuesta.

En el caso del Casón, tituló uno de tus artículos Desinformación e incompetencia. ¿Cree que en la tragedia de Angrois hubo una sobreinformación?Desinformación e incompetencia

Los medios dispusieron de un acontecimiento informativamente espectacular, y digo esto en su sentido literal: atraído por lo horrendo y lo heroico, protagonizado por gente normal que se ve sometida a un acontecimiento que nos podría haber pasado a cualquiera, con ritmo rápido, generoso en imágenes fáciles de filmar, con contenido humano sensible, con una cierta intriga explicativa, satisfactorio en tanto que nos devolvía una imagen estimable de nosotros mismos, humano hasta la médula, vamos. Hasta el “despiste” como explicación es la más humana de todas, ya que, ¿quién no ha tenido uno alguna vez? No creo que haya habido sobreinformación, hubo “recreación”como efecto de la dinámica propia de los medios de comunicación (y para el caso es indiferente si fue o no intencional). Se consumió el drama de otros, se invadió su intimidad

Siendo “un acontecimiento informativamente espectacular” también será difícil de tratar. ¿Cómo reaccionaron los medios?

Quien trabaja en ellos es parte de la comunidad humana afectada y como tal hizo el esfuerzo solidario, como en otros sectores. Quien sabe que la emoción no debe dictar la política comunicativa de un medio de comunicación se vio ante una enorme posibilidad para conseguir objetivos económicos, políticos, etc. Como reaccionaron? Hicieron esfuerzo, algunos demostraron rapidez y capacidad de organización de una cobertura eficaz para producir y entregar la información que el público iba a apreciar. Otros sólo mostraron sus limitaciones oscilando entre lo anecdótico y lo obvio. Desde el punto de vista de su utilidad para afrontar el desastre tengo dudas de que la inmensa mayoría se haya planteado esa misión como parte de su hacer, se consumió el drama de otros, se invadió su intimidad por enésima vez siguiendo la peor estela de lo ocurrido en el 11M en Madrid. Se estimuló la lágrima fácil, se llenaron las portadas de alabanzas a nosotros mismos hasta incluso apelar al carácter nacional para explicar la reacción solidaria. Creo que no vimos tampoco nada nuevo en lo referido a la conducta de los medios, excepto que esta vez fueron los de aquí quienes protagonizaron el acontecimiento.

Por último, ¿cuál es el mejor consejo para saber gestionar y superar una catástrofe como cualquiera de las que vivimos en Galicia?

Lo esencial es la prevención, el liderazgo útil para la reducción de la amenaza, la confianza en la capacidad de la comunidad y la potenciación de su protagonismo en el afrontamiento. Son obviedades “comunitaristas”, de pensamiento comunitario. Seguro que, a pesar de los hechos, serán infravaloradas por muchos. Hasta que llegue la siguiente, donde volveremos a descubrir lo ya sabido.

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